Parres es el concejo del Oriente donde existen más vestigios de la Guerra Civil
El aeródromo de Sales fue uno de los más relevantes de Asturias durante la contienda
La comarca del Oriente de Asturias está plagada de restos de la Guerra Civil. Los últimos localizados, unas pequeñas trincheras en las que hay situados varios pozos para tiradores, se encuentran en la localidad colunguesa de La Isla. Éstas se suman a las varias decenas de vestigios bélicos repartidos por los catorce municipios que conforman el Oriente asturiano e incluidos en el inventario realizado para la Consejería de Cultura por el geógrafo Manuel Antonio Huerta. En este documento se recogen 45 vestigios de aquella contienda, de los cerca de 550 existentes en toda Asturias. Aunque lo cierto es que los expertos dan por hecho que existen unos cuantos restos arquitectónicos más que aún no han sido localizados ni catalogados, bien porque se desconoce su ubicación, bien porque están ocultos a causa de la maleza, por lo que la cifra puede crecer en próximos años según vayan apareciendo. En esta categoría de elementos de la Guerra Civil que pasarán a formar parte del inventario se presupone que están los pozos de tiradores localizados en La Isla, así como otras dos líneas de trincheras existentes en las localidades de Pimiango y Colombres, de las cuales se tiene constancia en el Ayuntamiento de Ribadedeva.
Precisamente fue en este municipio, el más oriental de Asturias, por donde entró el bando Nacional a la región en septiembre del 37 para a finales del mes siguiente, el 21 de octubre, haber tomado el conjunto del Principado tras la caída de Gijón. En Ribadedeva, además de las trincheras de Colombres y Pimiango, existe un nido de ametralladoras en Bustio que se encuentra en un buen estado de conservación y que fue la primera línea de defensa que se encontraron los nacionales a la hora de cruzar el río Cares-Deva. Esta construcción sí que está inventariada en el catálogo de bienes de la Guerra Civil con el que cuenta la Consejería de Cultura.
Siguiendo el avance por la costa de las tropas franquistas el siguiente concejo al que llegaron fue Llanes. Este territorio cuenta con doce elementos catalogados entre los que están una posición de artillería y dos polvorines en Cuevas del Mar, dos nidos de ametralladoras en Cardoso, varias trincheras y los cimientos de un nido de ametralladoras en Nueva, así como trincheras y muros de piedra que sirvieron de parapeto para los combatientes republicanos que lucharon en la batalla de El Mazuco, una de las más encarnizadas de toda la región, así como otras situadas en las sierras del de Ibéu y Benzúa. Pero quizás la infraestructura militar más destacada de cuantas se construyeron en Llanes en aquella época fue el aeródromo de Cue, que se encontraba en los terrenos que ocupa ahora el campo de golf, y que además de la pista para los aviones contaba con barracones para los soldados.
En Ribadesella apenas hay catalogados por la Consejería de Cultura vestigios de aquella contienda. Tan sólo se documenta un nido de ametralladora situado en el extremo izquierdo de los que es ahora el paseo de Santa Marina, junto al acantilado.
En Colunga, en cambio, sí que se tiene más constancia de aquellas edificaciones, en algún caso precarias. Allí estaba el que era uno de los aeródromos más importantes del bando Republicano en Asturias, el de Sales. En las inmediaciones de aquel lugar, muy cerca de donde se encuentran ahora las gasolineras de la Autovía del Cantábrico, todavía se conservan los restos de los hangares y los barracones para los soldados. Muy cerca también perduran los vestigios de un nido de ametralladoras construido seguramente para proteger la infraestructura aérea. Y en la misma villa de Colunga hay inventariado un refugio antiaéreo para la población civil.
A estos elementos hay que añadir las trincheras con pozos para tiradores localizadas en La Isla durante el transcurso de unos trabajos de desbroce en una zona verde próxima. Y los vecinos mayores de esta localidad también dicen recordar la existencia de un polvorín en la zona conocida como Loja.
Los nacionales tomaron este municipio el 18 de octubre, apenas tres días antes de que cayese Gijón y se diese por finalizada la contienda bélica en Asturias.
Pero el bando Nacional no sólo entró a la comarca oriental por la costa, también lo hizo por el interior. En su avance se encontró, según figura en el inventario de la Consejería de Cultura, con dos nidos de ametralladoras, uno de ellos situado en Abamia y el segundo en Entriago. Ninguno de ellos presenta un buen estado de conservación y a ambos les falta la cubierta. En Entriago también hay restos de la existencia de un refugio para soldados. Los nacionales tomaron Cangas de Onís el 10 de octubre tras «desinflarse sus defensas», como indica Huerta. Dos días después cruzaron el Sella en Les Roces y el 13 de aquel octubre del 37 tomaron la capital parraguesa.
Precisamente es este municipio el que cuenta con un mayor número de construcciones bélicas catalogadas con un total de 18. De ellas 15 son nidos de ametralladora: 7 de ellos se encuentran en las inmediaciones de Arriondas, 3 en la localidad de Ceñal, otros 3 en Bode y 2 más en Pendás. También hay constancia de la existencia de unos parapetos en Sobrepiedra y de dos refugios en Sinariega.
En el concejo de Ponga existen cuatro restos de infraestructura bélica de la Guerra Civil de los que se tenga constancia, según el trabajo realizado por Manuel Antonio Huerta para la Consejería de Cultura. En el collado de Guaranga hay un fortín o galería de tiradores «muy bien conservado» además de dos nidos de ametralladora, así como un tercero localizado en Viboli.
El 20 de septiembre del 37 los nacionales llegaron a Infiesto, un día antes de que tomaran Gijón. En la capital piloñesa está localizado uno de los mayores refugios de la guerra. Se encuentra junto al palacio del Orrín, el cual se utilizó como hospital durante la contienda.
La mayor parte de Asturias, salvo Oviedo, pertenecían al comienzo de la guerra al bando Republicano. Por este motivo se atribuye la mayoría de las construcciones bélicas existentes en la comarca oriental a este ejército. El trabajo realizado por Huerta para la Consejería de Cultura se prolongó durante tres años y acabó en 2009, pero cada cierto tiempo se va actualizando el inventario realizado y añadiendo los nuevos vestigios localizados en la región. Aquel trabajo también desembocó en un libro escrito por el propio geógrafo y que lleva por título ‘Los vigilantes silenciosos’.
http://www.elcomercio.es/v/20140119/oriente/recuerdos-contienda-20140119.html