Las cenizas de Manolín ya reposan en lo alto de Llorío
Las cenizas de Manolín ya reposan en lo alto de Llorío
El último maquis vuelve a la cueva donde pasó sus años de huida

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La niebla, el orpín y una pequeña grieta en la piedra por la que apenas cabe un hombre adulto son algunas de las pocas cosas que siguen indemnes setenta años después. Todo lo demás ha cambiado. No hay guerra, el miedo es otro y ya ni siquiera está Manolín el de Llorío para contarlo. Cerca de medio centenar de personas despidieron, ayer, al guerrillero lavianés de 93 años fallecido el pasado viernes. El de Llorío era uno de los últimos maquis que quedaban vivos en Asturias. En el acto de ayer, más íntimo que el del sábado en La Pola, sus cenizas fueron esparcidas junto a la cueva El Rapusu, muy cerca del Picu La Peruyera. Un lugar emblemático en el que Manolín pasó mucho de su tiempo como fugáu Desde la zona donde Manuel Alonso dejó dicho que se dejaran sus restos hay una vista envidiable de El Condao y Llorío. No es difícil imaginar que el joven guerrillero eligiera el risco por ser un lugar estratégico desde el que controlar todo lo que pasaba en el valle. Décadas después de aquella vida en el monte, Manolín volvió a escoger la zona como lugar de descanso eterno, si es que los comunistas creen en la eternidad.




