La organización del ejército rojo en Asturias

23/10/2013 por

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

La organización del ejército rojo en Asturias

23.10.2013 | 01:42

Es una labor lenta y dolorosa. Pero lo que ha sucedido en Asturias no se sabrá con exactitud y detalle sino después de encuestas minuciosas como la que yo voy haciendo por los pueblecitos asturianos, mientras los camilleros, con la cara tapada por un pañuelo, para evitar en lo posible el hedor, van recogiendo los cadáveres que se pudren al sol en los senderos de la montaña. Lo otro, los partes oficiales con su impresionante laconismo, los relatos apasionados de los primeros momentos, las visiones alucinantes de los que se creyeron a punto de perder la vida, las referencias monstruosamente deformadas al ir pasando de boca en boca, nos sirve para dar una sensación neta de lo que ha sido el levantamiento armado de los mineros.

Es cierto, rigurosamente cierto, que la rebelión ha tenido esta vez caracteres de ferocidad que no ha habido nunca en España. Ni siquiera durante la gesta bárbara de los carlistas hubo tanta crueldad, tanto encono y una tan pavorosa falta de sentido humano. Todo cuanto se diga de la bestialidad de algunos episodios es poco. Dentro de cien años, cuando sean conocidos a fondo, se seguirán recordando con horror. La revolución de los mineros de Asturias, fracasada, no tiene nada que envidiar, en punto a crueldad, a la revolución bolchevique triunfante. No creo que los guardias rojos de Lenin se echasen sobre la burguesía rusa con tan terrible ímpetu. Asturias en dos semanas ha quedado arrasada para mucho tiempo. Pasarán varios lustros antes de que pueda levantar cabeza si España entera no acude en su auxilio. Oviedo, la ciudad muerta, recuerda, apenas se entra en ella, aquellas ciudades del frente occidental devastadas por el fuego cruzado de dos ejércitos potentísimos. Más de sesenta edificios destruidos totalmente -la mayor parte de ellos, en el corazón de la ciudad- y el medio millar de muertos habido en el casco de la población y los alrededores dicen elocuentemente lo que ha sido la revolución.

Pero, con ser esto cierto, no es posible, sin embargo, silenciar que, aparte determinados episodios de ferocidad jamás igualada, que harán pasar a la historia este alzamiento como una de esas etapas en las que la humanidad retrocede a la barbarie, ha habido una gran masa humana lanzada a la revolución que ha sabido detenerse en los umbrales de la bestialidad y que incluso ha podido hacer gala en ocasiones de unos sentimientos humanitarios de los que no se les creería capaces. Para reconocer esto basta advertir, por una parte, el ensañamiento con que se han cometido algunos crímenes, y por otra, la cifra relativamente exigua de las víctimas, dado el hecho de que en muchos sitios los titulados guardias rojos han sido dueños absolutos de vidas y haciendas durante quince días.

Preveo que, en esto como en todo, la opinión española se dividirá en dos bandos igualmente irreconciliables. El de los que afirmarán que la población minera de Asturias lanzada al movimiento es una horda de caníbales y el de los que sostendrán que todo fue un juego de inocentes criaturas o, a lo sumo, de cabezas alocadas y sin responsabilidad.

Para contribuir en lo posible a dar una sensación exacta de lo que ha sido la intentona revolucionaria, no encuentro más camino que el de ir acumulando testimonios para que cada cual, con arreglo a su conciencia, pueda formular su veredicto.

(Ahora. Madrid, 24-10-1934)

 

http://www.lne.es/asturama/2013/10/23/organizacion-ejercito-rojo-asturias/1488145.html

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail
Facebooktwitterlinkedinrssyoutube

Comentarios

comentarios