«Todo lo que se consiga para mejorar la Constitución es un paso hacia la República»

08/06/2010 por

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«Todo lo que se consiga para mejorar la Constitución es un paso hacia la República»

«Yo estuve en Suresnes, como invitado, y creo que Redondo, que era un sindicalista, tuvo complejo ante los intelectuales, Felipe, Guerra, Mújica, y cedió»

Macrino Suárez, en su domicilio de Oviedo, durante la conversación  con LA NUEVA ESPAÑA.

Macrino Suárez, en su domicilio de Oviedo, durante la conversación con LA NUEVA ESPAÑA. miki lópez

Macrino Suárez Méndez, luarqués de 74 años, salió de España en 1958, a raíz de un contencioso con el régimen franquista, y se enroló en París en el partido republicano del también asturiano José Maldonado. Cuando éste fue nombrado presidente de la República en el exilio, Macrino Suárez accedió a la cartera de Economía del Gobierno que presidió Fernando Valera, de 1971 a 1977. Antes había participado en la resistencia al régimen desde el exterior, particularmente en el «Contubernio de Múnich», que logró una declaración europea contra España mientras ésta no afrontase el cambio hacia la democracia.

Oviedo, J. MORÁN

El economista Macrino Suárez (Luarca, 1936) cierra sus «Memorias» para LA NUEVA ESPAÑA con reflexiones sobre la transición y la República.

l La disolución. «El Gobierno de la República en el exilio se disolvió al día siguiente de las elecciones de junio de 1977. Ese día tuvimos Consejo de Ministros y el jefe de Gobierno, Valera, era partidario de seguir, pero Maldonado y yo queríamos la disolución. La discusión era porque en esas elecciones se había prohibido la participación de los partidos republicanos: Ezquerra Republicana y Acción Republicana Democrática Española (ARDE), el partido de Maldonado. A ambos nos legalizaron después. Pero nos disolvimos porque, a pesar de eso, las elecciones expresaban la voluntad de la mayoría de los españoles. Esto quiere decir que no teníamos la intención de volver a Madrid y reclamar la restauración de la República. Otra cosa es que los partidos republicanos, o los socialistas, o los demócrata-cristianos del interior habían alcanzado un pacto para crear un Gobierno provisional en España, un Gobierno que convocase elecciones constituyentes y al mismo tiempo se votase la forma de Estado. Pero no fue así».

l Kissinger y Redondo. «La transición comenzó en los años cincuenta, con el reconocimiento de la UNESCO y la ONU y el Concordato con el Vaticano. Luego viene el espaldarazo, en plena «guerra fría», que le da fuerza a Franco: la visita de Eisenhower y la confirmación de que EE UU apoya el régimen a fondo. Años después, tras la muerte de Franco, la operación ya estaba bien montada por EE UU y los alemanes, que no querían que en España hubiera un régimen comunista. No había ninguna posibilidad de que lo hubiera, pero ya se sabe que para los anglosajones si no eres liberal, eres comunista. Por eso los socialistas o los republicanos sueltos en el exterior no tenían que desempeñar ningún papel en el nuevo régimen, que tenía que seguir la doctrina de Kissinger: la democratización progresiva, iniciada en América Latina, es decir, tiene que ser la gente del propio régimen anterior la que se democratice. Luego, está la operación socialista: el régimen, si se quiere consolidar en Europa, tenía que contar con demócrata-cristianos, franquistas que se liberalizasen, monárquicos liberales, etcétera; y tenía que tener también una fuerza de izquierdas, socialdemócrata, y entonces hay la operación Suresnes, de 1984, donde se cargan al Partido Socialista tradicional de siempre y a la UGT de siempre. Estuve en Suresnes, invitado, y hubo un momento de posibilidad de un Partido Socialista más socialista si el PSOE asturiano se hubiese empleado a fondo: había un candidato, Nicolás Redondo, que tuvo posibilidad de salir, pero yo creo que él, un sindicalista, tuvo complejo ante los intelectuales, Felipe, Guerra, Mújica, y cedió».

l La Iglesia se inmiscuye. «Esa transición española es increíble; siendo muy pragmático, podría haber sido una solución provisional, pero a lo que hemos llegado es a que la Constitución de 1978 hace ahora agua por todas partes: en el sistema electoral (que da juego a dos partidos y aplasta las minorías); en resolver el problema de la configuración del Estado con las autonomías y los estatutos; en las relaciones con la Iglesia. En esto último hay que ir a un acuerdo con la Iglesia en pie de igualdad. Que la Iglesia católica sea mayoritaria no quiere decir que haya de tener privilegios. En Francia nunca fue un problema que la Iglesia respetase la laicidad, pero con esta palabra pasa lo mismo que con el término «república»: en este país se piensa que el que defiende la laicidad lo hace porque es ateo o activamente anticlerical. No, ser laico es ser tolerante y cada uno que permanezca en su sitio. En Francia es inimaginable que la Conferencia Episcopal tome decisiones contra el Parlamento y sus leyes. La Iglesia está ahora en una posición mucho más retrógrada que en 1976, inmiscuyéndose de una manera intolerable».

l República monopolizada. «En suma, hay toda una serie de problemas que esta Constitución y esta democracia monárquica no resuelven y lo que hay que hacer es presionar poco a poco. Todo lo que se consiga para mejorar la Constitución y obtener más democracia es un paso más hacia la república. Pero en este país hay tanta propaganda de la derecha y de las clases oligárquicas que se asimila el concepto de república a la República de 1931 y a la guerra de 1936. No, señor; cuando yo hablo de Juan Carlos I no me estoy refiriendo a la monarquía de Fernando VII u otros reyes desgraciados que tuvimos. Acompañé a Maldonado cuando regresó a Oviedo, en 1977. Viajamos desde Madrid en tren y junto a nosotros iba una señora de cierta edad, con una caja redonda, de un sombrero, supongo. Cuando llegamos a la estación, la señora vio que estaba llena de banderas republicanas, y dijo: «¡Ay, la revolución!». Y la señora saltó por el otro lado, a la vía, que si hubiera pasado otro tren la mata. Posteriormente, Maldonado le dijo a un periodista de izquierdas que ésa no era la república que él quería. Es el problema que hay ahora: que la bandera republicana y la forma de Estado de la república están monopolizadas por movimientos revolucionarios».

l Fusión de cajas. «En Francia, como economista, investigué en diversos campos dentro del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), por ejemplo sobre las multinacionales, sobre agricultura e industria, sobre productividad de los servicios portuarios, sobre comunidades industriales del Perú, o sobre economía española. Publiqué en particular «El sistema financiero español, 1986-2001″. No soy ningún fenómeno, sino un economista del montón, pero ya decía en ese libro que las cajas de ahorros iban a tener problemas en cuanto se produjera una crisis financiera. Tras su reforma de 1985, lo más peligroso fue que comenzaron a tomar participaciones en empresas y facilitarles créditos. Este sistema de ahora de las fusiones frías, o virtuales, no me acaba de convencer, primero porque están reuniendo activos más bien tóxicos. En España hay 45 cajas y las participaciones o compromisos que tengan con problemas no se saben. Sólo cinco o seis están más a salvo, Cajastur en particular. No sé cómo sumando números rojos se puede dar lugar a una situación saneada. El Banco de España, cuando dice que hay problemas en ciertas entidades financieras, nunca especifica los de las cajas, que son hoy el 50 por ciento del sistema financiero español. Toco madera por Cajastur».

 

http://www.lne.es/asturias/2010/06/08/consiga-mejorar-constitucion-paso-republica/926338.html

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