27/03/2011 por admin
El reparto de «Mundo Obrero» en la clandestinidad tras la salida de prisión
2 L. D. Manuel Alonso ha conocido al menos media docena de cárceles españolas. Su periplo comenzó el mismo día que fue capturado, en enero de 1945, en la pequeña prisión de Pola de Laviana, donde hoy se levanta la Casa de Cultura de la localidad. Desde allí, a Oviedo, un juicio rápido y al penal de Burgos, donde permaneció 13 años. En Castilla estaba previsto que lo ejecutasen, pero la sentencia nunca llegó a cumplirse. «Creo que fue porque le caí bien a uno de los capitanes. Llegué incluso a tener algo de confianza con él. Me decía que había sido un buen luchador, que ya le gustaría que los suyos fuesen también así», afirma el guerrillero.
A la prisión de Burgos la siguieron las de Santoña, una de las cárceles madrileñas, Guadalajara, Gijón… A los 93 años, a Manolín le cuesta recordar todos los sitios en los que estuvo encerrado. Pasados casi 20 años desde el día de su captura, Alonso pudo volver a salir a la calle. Por aquel entonces, a finales de 1964, la España que había conocido el maquis había cambiado por completo. «Era una cara distinta, pero el mismo fondo. Seguía sin haber libertad», asevera. Ganarse la vida iba a resultarle muy difícil dados sus antecedentes, pero el partido no lo dejó tirado. Pudo empezar a arreglárselas gracias a la venta ambulante, al cobro puerta por puerta de pólizas de seguros. Pero la actividad que verdaderamente lo llenaba no era la venta, que le daba de comer. Era la lucha, el enfrentamiento contra el franquismo lo que de verdad deseaba. «Al salir seguí luchando de forma clandestina», recuerda Manuel Alonso. A través de un contacto comenzó a distribuir por todas las Cuencas ejemplares de «Mundo Obrero», la publicación del Partido Comunista. Allá por donde iba «seguía luchando, pero de una forma distinta».


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