¿HACÍA DONDE VAMOS? APUNTES PARA EL FUTURO

10/12/2013 por

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¿HACÍA DONDE VAMOS? APUNTES PARA EL FUTURO

Ruben Norniella. Periodista

 
En abril de 2.008. en el acto de El Fitu y cuando esta crisis-farsa estaba empezando su

andadura, ya advertí sobre dos cosas que apenas comenzaban a vislumbrarse en el horizonte:

la repetición de un escenario internacional gemelo al anterior a la Segunda Guerra Mundial

y el resurgimiento del fascismo. Recuerdo las caras de asombro de alguno de los asistentes.

No me sorprendió, al contrario: lo esperaba. Pero aún así, me pareció importante realizar la

adevertencia.

Por entonces, ya habían aparecido algunas nuevas cadenas de televisión –Intereconomía,

por ejemplo…- que presentaban signos alarmantes. El burdo cinismo del sistema a la hora

de plantear el fraude/crisis ya aventuraba como se podrían desarrollar los acontecimientos,

aunque debo decir que fueron más allá de lo que podríamos sospechar en nuestras peores

pesadillas.

En realidad todo nace en los 80, cuando el sistema plantea el “thatcherismo” y el cerco a

los países del Este, con el Papa Juan Pablo II como ariete. La caída del Muro de Berlín y la

alternativa comunista puso fin al pacto social europeo, surgido de la II Guerra Mundial. Ese

pacto –tácito o real- entre socialdemócratas y liberales europeos, que sirvió para poner en

marcha lo que se llamó “Estado del bienestar”, realizó una función propagandística para el

sistema durante décadas. Y fue muy eficaz…

Una vez caído el Muro, el Sistema se planteó que dicho pacto ya no les era útil -¿Recuerdan

“El fin de la historia”, de Francis Fukuyama?- y se planteó la voladura controlada del “Estado

del bienestar”, que ya se había dibujado durante el “thatcherismo” . Y ahí entran los alemanes,

a los que la reunificación deja en una mala situación económica, mientras el Sistema plantea

ya la “globalización”, tanto de la mano de obra como de las mercancías: el sueño capitalista.

Coste de mano de obra tercermundista y un mercado cada vez más gigantesco.

En Europa, los alemanes diseñan junto al Sistema un sofisticado plan para endosar la factura

de la reunificación al resto de Europa y obtener el dominio geofísico sobre el Continente –

excepto sobre el Reino Unido, que para eso es el padre “putativo” del Imperio y una relación

preferencial con él-, que completase el diseño de un nuevo Orden Mundial. Así, se aceleró el

crecimiento de la Unión Europea y se creó la Unión Monetaria.

Nacía el euro y lo hacía con un Banco Central dominado por el Bundesbank y el Fondo

Monetario Internacional, que tan buenos réditos le había dado al Imperio en latinoamerica,

con el sencillo sistema de la deuda pública. La situación en el “patio trasero” del Imperio ya era

insostenible y había que mirar hacía otro lado: ¿Porqué no en la “Vieja Europa”, ahora que ya

no tenía importancia como referencia propagandística?

Con un Banco Central que sirviera solo a los interesas de la gran Banca y el Sistema, que no

hiciera la labor normal de un Banco Central, que es proteger la moneda y a los ciudadanos, el

nacimiento del euro puso en marcha las bases de la futura crisis: sacó a la luz todo el dinero

negro que se acumulaba y puso en marcha una burbuja inmobiliaria-financiera, a la que se

dejó crecer hasta límites escandalosos: cuanto más grande la burbuja, más grande la crisis…

Europa vivió un desenfreno económico sin parangón, una auténtica borrachera financiera

en la que la corrupción se desenvolvió como pez en el agua: banqueros de medio pelo y de

pelo entero, consdtructores y especuladores vivieron una edad dorada. No todos fueron lo

suficientemente inteligentes como para amarrar beneficios y guardarlos para tiempos menos

prósperos. Y eso que el estallido de la burbuja era la crónica de una muerte anunciada…

El estallido de la crisis dejó en paños menores a aquellos que no tuvieron la prudencia de

no poner en riesgo todo su dinero. Al final, la crisis supuso una reorganización del capital

mundial, que fue a parar a unas pocas manos. Entre otras cosas, porque los Gobiernos de los

distintos países europeos decidieron socializar las pérdidas que los corruptos ejecutivos de los

bancos habían dejado en el Sistema Financiero. Lo previsto; para ello, los Bancos ya se habían

asegurado la docilidad de los gobiernos, mediante la financiación a fondo perdido de sus

partidos.

Así las cosas, la situación dibujada se parecía en muchas cosas a la que se produjo tras el “crack

del 29”. Eso sí, con una diferencia; esta vez, los banqueros en lugar de suicidarse, endilgaron la

deuda a los Estados y por extensión a los ciudadanos. Eso suponía, además, un excusa perfecta

para recortar sin rubor alguno los derechos que los trabajadores habían logrado durante tolda

la segunda parte del siglo XX.

Para evitar un estallido social en todo el Continente, el Sistema ha planteado una crisis

escalonada, que comienza por los países del sur de Europa y terminara en el norte. Los medios

de comunicación realizan su labor de engaño, enfrentando a los trabajadores de unos países

con los de los otros y presentando a los políticos corruptos como únicos responsables. Al fin y

al cabo, los políticos cumplen en esta farsa el papel de peones. Útiles, pero sacrificables…

En España, Zapatero –demasiado melifluo para el Sistema- fue sustituido por Rajoy, más útil

a la hora de poner en marcha las medidas que pretendían. Así hemos vivido este “Bienio

negro”, que también nos remite a los principios del siglo pasado. También ahora, con una

pretendida democracia, se pone en marcha una involución en las conquistas de las clases

trabajadoras. Lo mismo que ocurrió en aquel otro “bienio negro” de la II Republica, en el que

el Gobierno del nacional- catolicista Gil Robles se puso manos a la obra para acabar con todas

las conquistas sociales que había puesto en marcha la Republica. Gil Robles no engañaba a

nadie: había advertido, incluso en la prensa de la época –hasta ahí llegaba el cinismo de los

que se consideraban los amos del país-, que acabaría con dichas conquistas “por las buenas o

por las malas”.

Aquello dio paso a un estallido social en el país en 1.934, conocido “la Revolución de Octubre”,

que tuvo una especial incidencia en Cataluña, el País Vasco y, sobre todo, Asturias. Los

jóvenes de hoy pueden hacerse, por comparación, una idea mucho más clara de lo que

ocurrió entonces, viendo lo que está ocurriendo ahora. Entonces, la concienciada clase

obrera española se unió en el “Frente Popular” para defender sus derechos. Ganaron, pero

el Sistema dejó claro que las amenazas de Gil Robles iban muy en serio, con el Golpe de

Estado de Julio del 36. El fracaso del mismo provocó la entrada en liza de Italia y Alemania

para apoyar a los golpistas y el inicio de la Guerra Civil. El sistema también se aseguró de que,

pese a la entrada en liza de Italia y, sobre todo, Alemania –con el peligro que suponía-, los

republicanos españoles no recibieran el auxilio de Francia, Inglaterra y el resto de Europa. La

II Guerra Mundial empezó entonces, pero al Sistema le preocupaba más la deriva marxista de

la Republica Española y la dejaron caer en manos del fascismo. Quizá porque al Sistema no le

incomodó demasiado Hitler, hasta que se les fue de las manos.

Dicen que la historia no se repite. Y que cuando se repite, lo hace como farsa. Y eso es lo que

es esto; una farsa, una crisis de laboratorio, provocada para acabar con todos los derechos

de los trabajadores. Entonces dio paso a la II Guerra Mundial y a la Guerra Civil Española.

Ahora, la posibilidad de una Guerra sería una amenaza para la supervivencia de la Humanidad

y deberíamos suponer que una Guerra debería ser destacable, salvo que el Sistema se haya

vuelto completamente loco.

Ahora bien, si el Sistema continua imponiendo sus medidas draconianas, va a tener que

enfrentarse, mucho antes de lo que desearía, a sus propias contradicciones, a las que le

harán morir. El Sistema cada vez sustituye más mano de obra por máquinas. El avance de la

nanotecnología, la informática y la robótica ha adquirido proporciones gigantescas, hasta

el punto de que la inteligencia artificial está a punto de llegar. El trabajo realizado por el ser

humano está al borde de convertirse en una reliquia del pasado. ¿Quién consumirá entonces

lo que produce el Sistema? ¿Quién podrá adquirir dichos productos?

El Sistema se verá obligado de garantizar una renta básica a toda la población para dar

salida a su producción. Eso haría desmoronarse a toda la lógica capitalista. Y al Sistema solo

le quedaría gestionar y ralentizar en la medida de lo posible la desaparición del Sistema

y el control sobre el Sistema que tendría que nacer de ahí, ya que el destruirlo todo para

construirlo todo de nuevo no es posible, dado el peligro para la pervivencia de la Humanidad e

incluso del Planeta que ello supondría.

Así las cosas, asistimos a una serie de guerras para el control energético. Todos sabemos que

el petróleo tiene los días contados, tanto porque ya empieza a escasear como porque supone

un peligro para el planeta. El control del cambio climático es otro aspecto destacado que ya no

puede ser ignorado, de modo que el Sistema trata de controlar la energía actual, para poder

imponer el cambio energético en el que, estoy seguro, ya se está trabajando.

El Sistema tiene una necesidad total de controlar todo, y todo a la vez, para poder efectuar

el cambio de Sistema. Para ello necesita tener el control sobre la energía, la tecnología y la

política. Necesita controlar las materias primas y el agua, que tendrá un papel preponderante.

Necesita controlar la alimentación y la sanidad, privatizarlo, para garantizar el control sobre

la población. Y, por supuesto, las comunicaciones -en especial internet- para convertirnos en

un número, siempre controlado por una vida completamente controlada informáticamente. El

dinero ya no será el objetivo, sino el poder.

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