Fallece Anita Sirgo, histórica militante comunista, protagonista de la huelga minera del 62 que puso en jaque a la dictadura

15/01/2024 por

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De 93 años, sufrió torturas que le dejaron secuelas de por vida

La capilla ardiente se ha instalado en la sede de CC OO en La Felguera

Luisma Díaz

Langreo | 15·01·24

Anita Sirgo, con la bolsa donde llevaba el maíz que echaban a los esquiroles para llamarlos “gallinas” en la huelga del 68.

Anita Sirgo, con la bolsa donde llevaba el maíz que echaban a los esquiroles para llamarlos “gallinas” en la huelga del 68. F. Rodríguez

Ha muerto Anita Sirgo, de 93 años. Histórica militante comunista asturiana, vecina de Langreo, fue una de las protagonistas de la huelga minera de 1962 que puso en jaque a la dictadura franquista. Durante aquellas protestas fue encarcelada y torturada, con secuelas que le duraron toda la vida. Además de militante del PC, también estuvo muy implicada con el movimiento sindical de Comisiones Obreras (CC OO). De hecho, la capilla ardiente se ha instalado en la sede del sindicato en La Felguera, en la calle Florentino Cuet. El acto de despedida será este martes, a las 16.30 horas, en el mismo lugar.

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A punto de cumplir los 94 años -le faltaban cinco días- Ana Sirgo Suárez nació en Langreo, en El Campurru (Lada), el 20 de enero de 1930. Tenía dos hijas, Etelvina y Sara, además de dos nietos y dos bisnietos. Su familia ya sufrió las represalias de la dictadura tras la Guerra Civil. Su padre, vinculado al PC, se echó al monte con la guerrilla comunista y fue asesinado en 1947. Su madre fue encarcelada y ella estuvo a punto de ser una de las «niñas de Rusia». Siendo una niña de 12 años, sin haber pisado nunca una escuela, sufrió la misma suerte por prestar apoyo a los «fugaos».

Casada en 1950 con un minero, Alfredo Braña, el papel de Anita Sirgo fue muy importante durante las huelgas mineras de 1962, que se extendieron a otros sectores. Fue una de las cabecillas de las cuarenta mujeres que se encerraron en la Catedral de Oviedo, primero, y en la sede del Obispado, después, para reivindicar mejoras en la calidad de vida de los mineros. Este encierro, apoyado desde el exterior por el movimiento obrero europeo, puso el foco internacional sobre la dictadura de Franco. Tras dar por finalizado el encierro, Sirgo fue apresada, comenzando, tal y como ella narró en varias ocasiones para LA NUEVA ESPAÑA, un periodo en el que fue torturada, vejada y apaleada de forma regular, algo que hizo que perdió la audición en el oído izquierdo.

Asistentes al homenaje en Lada, con Anita Sirgo a la derecha en silla de ruedas.

Asistentes al homenaje en Lada, con Anita Sirgo a la derecha en silla de ruedas. L. M. D.

Anita Sirgo siempre estará en la historia del movimiento obrero asturiano por lo que ocurrió cuando fue detenida arbitrariamente y sin ninguna acusación concreta por Antonio Caro Leiva, un capitán recién llegado al valle del Nalón desde Melilla.

Sirgo narró muchas veces como mientras compartía celda con su amiga Constantina Pérez y ante la evidencia de que en un cuarto próximo los policías estaban torturando a sus compañeros, las dos comenzaron a gritar y a dar golpes con los tacones de sus zapatos en la puerta de chapa del calabozo obteniendo como respuesta una lluvia de golpes; luego fueron interrogadas en medio de graves amenazas y como ambas se negaron a proporcionar ninguna información, las raparon. Caro Leiva y sus hombres se ensañaron de tal forma que hubo quién sufrió consecuencias físicas durante meses y ella misma quedó para siempre sorda de un oído con el tímpano reventado por un bofetón.

Poco después de salir de prisión uno de sus zapatos sirvió como arma arrojadiza en un enfrentamiento surgido tras una concentración en la Casa Sindical de Sama que fue disuelta por la policía. Lo llevaba dentro de un bolso por si hacía falta emplearlo como defensa, y no se equivocó al tomar esta precaución: cuando se procedía al desalojo del piso alto del local, los uniformados formaron un pasillo para ir golpeando con sus toletes a quienes iban saliendo, y ella cayó rodando escaleras abajo, pero antes de que un policía le pusiese la mano encima logró zafarse lanzando el zapato a su cabeza. Desgraciadamente fue la última vez que pudo ver a Tina Pérez, quien sufrió entonces otra detención; en cambio Sirgo tenía la orden del partido de coger aquella misma noche el tren hacía París y con el billete en el bolsillo no podía arriesgar tanto, así que se refugió en casa de una amiga hasta que la fueron a buscar para llevarla a Puente los Fierros, donde pudo subir al tren que la llevó hasta la frontera.

De esta manera inició una estancia de dos años en París y allí conoció la noticia de la muerte de su compañera que nunca se pudo recuperar de las torturas que había recibido. Actualmente una calle del barrio de La Camocha une los nombres de las dos amigas para siempre. En Francia aprendió a leer y escribir, y conoció a algunos dirigentes como Santiago Carrillo. Volvió a Asturias en 1966. Consulta aquí todas las noticias de Las Cuencas

Con la llegada de la Democracia, Sirgo siguió fiel a sus ideas y a sus convicciones políticas, militando en el PCE y en CC OO. En 2013, junto a Gerardo Iglesias, fue una de las personas que se sumó a la querella argentina contra el franquismo. El pasado mes de junio recibió un homenaje en su pueblo, Lada, al que acudieron cientos de personas. Allí, en silla de ruedas, la langreana siguió mostrando su indomable carácter. «Dejar la lucha, nunca», afirmaba, «hay que pelear por los derechos, por las pensiones, ahora más, visto el panorama que viene».

https://www.lne.es/cuencas/2024/01/15/fallece-anita-sirgo-historica-militante-96914730.html
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