La ruta de la Guerra Civil






La ruta de la Guerra Civil
La Asociación Arama expone 26 mapas del conflicto en Valdecarzana
10.01.12 – 02:41 –
Lejos de agotarse, el conflicto armado que sacudió España entre 1936 y 1939 sigue ofreciendo sorpresas a historiadores y público interesado. Al margen de fenómenos editoriales que reescriben lo publicado hace décadas, o que exaltan el papel de uno u otro bando aportando pocas novedades, todavía es posible mostrar la historia desde ángulos apenas explorados.
Esto es lo que la Asociación Arama 36/37, dedicada al estudio arquitectónico de la Guerra Civil en Asturias, busca llevar a cabo con la muestra ‘Las cartas de 1937. La guerra civil en Asturias a través de los mapas’, que ayer fue inaugurada en el palacio de Valdecarzana. Una exposición cartográfica que recoge 26 paneles, datados entre el 20 de julio de 1936, momento en que se establecen las posiciones de los contrincantes en la región, hasta el derrumbe del frente norte en octubre de 1937.
Concebida a partir de los originales que se conservan en el Archivo Militar de Ávila, debidamente digitalizados y restaurados, la muestra es definida por Ramón Duarte, coordinador de la misma y fundador de Arama como «un recorrido inédito por los principales escenarios bélicos». Esto es debido a que en España «apenas se ha tratado el conflicto desde este aspecto, y eso que los mapas aportan mucha información». Algo que acentúa el hecho de que «son un elemento indispensable en la guerra moderna».
Los paneles ilustran un año de guerra desde la visión táctica de ambos bandos, aunque los de los sublevados son mayoría, en detrimento de los del Ejército de la República. «Es lógico, ya que estos objetos son los primeros que se destruyen cuando se pierde una posición, porque aportan mucha información al enemigo», refiere Duarte. A eso se suma una paradoja: «tras el golpe de estado del 36, los republicanos tenían muchos mapas pero pocos cartógrafos, mientras que a los sublevados les ocurrió justo al revés». Y José Enrique Menéndez, vicepresidente de Arama, lo aclara refiriendo que «el servicio cartográfico del ejército estaba en Madrid, que era zona republicana, pero los cartógrafos militares de carrera eran mayoritariamente partidarios del bando nacional; sólo a partir del 37, con el apoyo de italianos y alemanes, empiezan a tener una serie de mapas de buena calidad y definición».
Esto es visible en el primero de los mapas de la exposición, que refleja la línea defensiva del Nalón, que corre de San Esteban de Pravia a Grado. «A pesar de que no tiene curvas de nivel, porque está sacado literalmente de la ‘Guía Michelín’ y es un plano de carreteras, aporta muchos datos», indica Duarte. Las marcas anotadas avisan «de nidos de ametralladoras, alambres de espino y trazados de trincheras en la Sierra del Pedroso, en Candamo» refiere el experto, y el uso de trazos de distintos colores y detalles técnicos «da una idea de que en las milicias populares no había sólo ‘paisanos’ de pueblo, sino también ingenieros y diplomados universitarios», constata Menéndez.
Guerra urbana
Uno de los puntos fuertes de esta muestra son los planos de Oviedo, ciudad castigada por un largo asedio y que según los miembros de Arama «constituye el elemento decisorio de la guerra en Asturias». En concreto, el que elaboró el batallón de zapadores que defendían la capital «tiene interés no sólo bélico, sino urbanístico, al mostrar la ciudad en un momento en el que las ruinas habían cambiado su fisonomía». Lugares como el orfanato minero, el cuartel del Milán, el prao Picón, la fábrica de armas, el hospital de Llamaquique o La Argañosa, todos ellos arrasados por bombardeos, explosiones, fuego cruzado y todo tipo de irracionalidades propias de la lucha, detallan los elementos que se construyeron por parte de unos y otros. «De hecho, el patrimonio arqueológico de la guerra se sigue investigando según estos documentos», comenta Duarte.
El resto de frentes recogidos incluyen los puertos de la Cordillera, los avances de las columnas navarras por el oriente, la fase previa a la caída de las Cuencas y de Gijón y varias cartas del escenario bélico del Cantábrico. Un complemento este último «para situar el contexto de lo que pasaba en Asturias, y que incluye tanto al País Vasco y Santander como parte de León, Palencia y Burgos», relata Ramón Duarte. Y Enrique Menéndez añade que «la cartografía militar comienza a ser rigurosa y referencial en España a partir de 1937 y 1938».
‘Las cartas de 1937’, que ya ha pasado por Oviedo y por Langreo, estará abierta hasta el día 27 de 11 a 14 y de 18 a 21 horas. El ambiente de la misma lo enfatizan varios efectos militares como un goniómetro y demás artículos de época que simulan un puesto de mando. Y en él, como no podía ser menos, figuran auténticos mapas de la guerra.
http://www.elcomercio.es/v/20120110/aviles/ruta-guerra-civil-20120110.html










