Arrojando un poco de luz al pasado

12/09/2011 por

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Arrojando un poco de luz al pasado

11.09.11 – 02:39

Han pasado algo más de 72 años desde que finalizó la Guerra Civil y las heridas que provocó este conflicto armado entre hermanos siguen en muchos casos aún abiertas. Con el objetivo de arrojar algo de luz a parte de los hechos que ocurrieron en el Oriente de Asturias a finales de los años 30 y también a comienzos de la siguiente el geógrafo Simón de la Fuente y el periodista Rubén Norniella colaboran desde hace años en una investigación de la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR).

Del trabajo que están desarrollando estos dos investigadores se desprenden algunos datos llamativos. Uno de ellos es que se estima que el 3% de la población de Cangas de Onís tras la conclusión de la contienda armada fue sometida a juicios sumarísimos por parte del régimen. En total se cree que fueron cerca de 300 los vecinos del concejo los que se sentaron ante un tribunal de los aproximadamente 10.000 que residían en aquellos años en el municipio.
Pese a la gran cantidad de juicios al que se sometió a los residentes de Cangas de Onís el número de personas ejecutadas no fue tan abultado como en el vecino concejo de Parres donde, según estiman los investigadores, «hubo una gran represión» y se ajusticiaron a más de medio centenar de asturianos. La mayor parte de estos «consejos de guerra», se estima que más del 95%, se celebraron en Gijón, aunque también hubo causas que se trasladaron a Pontevedra o a Astorga.
El trabajo de la Fuente y de Norniella recoge que «hay catalogadas 4 fosas civiles en las que reposan una treintena de personas aunque la cifra de víctimas se incrementa a medida que avanzamos en la investigación. Se han hallado evidencias de la existencia de otras 11 fosas de combate en las que se encuentran los cuerpos de 40 milicianos, según afirman distintas fuentes orales».
Los investigadores señalan que estos primeros años que transcurrieron tras la contienda bélica fueron especialmente duros para los labradores, ya que muchos de los ejecutados fueron trabajadores del campo. Esto se debió en parte, según apunta Norniella, como respuesta a la reforma agraria que había puesto en marcha la República y que había eliminado los privilegios de los terratenientes.
Como limpiadoras o cocineras
Los investigadores asegura que «en los años posteriores a la represión a los familiares de los presos y ejecutados fue brutal. Les utilizaron como limpiadoras o cocineras de los afines al régimen».
El trabajo del periodista y el geófrago recoge también las historias de muchas personas que tuvieron que huir de sus casas al monte para no ser ejecutados. Hablan de los enfrentamientos que mantenían estos guerrilleros con los miembros de la Guardia Civil y de como la autoridad ejercía el uso de la fuerza sobre sus familias para tratar de dar con su paradero.
«Trabajamos a contrarreloj para poder avanzar en la investigación porque muchos de los testigos de aquellos hechos se nos están muriendo», explica Norniella, quien asegura con tristeza que «aquí existe un pacto de silencio brutal. Es como si asesinaran a aquellas personas dos veces: una la que se produjo en aquella época y otra hoy en día con los que callan. Lo más triste es que muchos de los que guardan silencio eran compañeros de partido o de organización de las víctimas».
Este periodista lamenta que «en este país llamado España pedimos que se juzgue a dictadores extranjeros como fue el caso de Augusto Pinochet pero, en cambio, lo que pasó aquí no se quiere remover. No interesa. Esto demuestra hasta que punto nuestra democracia desciende del franquismo».
Por último el investigador da un aviso a navegantes: «La gente que olvida su historia está condenada a repetirla y, por desgracia, eso es algo que se lleva mucho en España».
http://www.elcomercio.es/v/20110911/oriente/arrojando-poco-pasado-20110911.html
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