«Éramos niños y hasta nos hizo ilusión cuando nos marcaban con números»

15/03/2010 por

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«Éramos niños y hasta nos hizo ilusión cuando nos marcaban con números»

07.02.10 – 02:32


José María García Peruyera tiene 82 años y no quiere olvidar. Dice que algunos no le creen, aunque poco le importa. A su edad, lo único que pretende es que su historia se sepa, la historia de un niño asturiano, que acabó en el campo de concentración de Mauthausen. Fue esclavo de los alemanes, le violaron en dos ocasiones y vio como tiraban a otros niños muertos por la borda del barco. Anda siempre con documentos bajo el brazo, papeles que «avalan» su historia. Más durante estos días que se conmemora el 60 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz.

-¿Qué es lo que quiere que se sepa?
-Que hubo niños asturianos que se quedaron sin familia y acabaron en Alemania. Fuimos muchos aunque ahora sólo quedamos dos, yo y un hombre que vive en Bélgica.
-¿Nació en Oviedo?
-Nací en el hotel de La Reconquista, que era sala cuna de maternidad y hospicio. Las mujeres de Asturias daban a luz allí.
-¿Recuerda la ciudad de su infancia?
-Viví en la calle Foncalada, y durante el asedio de Oviedo en la guerra civil cayó una bomba en la casa en la que nos refugiábamos, que hacía esquina entre Foncalada y Caveda. Entró una bomba por el patio de luces y mató a 120 personas, entre ellas a mi madre, mis hermanos y abuelos. Me quedé sólo y tenía ocho años. Había ido a hacer un recado, fue el 10 septiembre del 36, durante un bombardeo republicano a los 52 días de la guerra.
-Aún así luce un pin con la bandera republicana.
-Soy republicano porque quiero ser libre. Los pueblos tienen que elegir el mando de la nación. Y servicios sociales para los ciudadanos.
-¿Qué hizo cuando murió su familia?
– Caí enfermo y me metieron en la iglesia de Las Salesas, donde había camas. Había cogido el tifus. Cuando me curé, deambulé por toda Asturias. Fui a buscar unas familiares en Gijón. Estuve con otros niños huérfanos de la guerra hasta que decidieron que íbamos a Rusia. Al final nos llevaron a Francia.
-¿En barco?
-Íbamos 1.600 niños en un barco inglés. Allí nos pusieron en cuarentena, había sarampión, tifus y muchas enfermedades. Durante el viaje murieron cinco niños y los tiraron al agua. Eso nos quedó muy grabado. Como yo también estaba enfermo, me daba miedo que hicieran lo mismo.
-Y llegaron a Francia.
-Nos querían sólo tres meses. Rondamos por varios países hasta que volvimos a Francia, a Collioure. Antonio Machado venía a vernos porque vivía cerca, claro yo no sabía quién era. Nos decía: «Detrás de esas montañas está nuestra patria».
-¿Cuándo fue a Alemania?
-Empezó la guerra mundial y nos llevaron a las playas francesas. Dormíamos en colchones que hacíamos con hoja de maíz. Con la ocupación alemana me hicieron esclavo. Trabajé recogiendo leña para hacer combustible para los camiones alemanes; limpiábamos nieve, hacíamos balas y hasta retiramos cadáveres de las calles. Siempre estuve en campos de concentración exteriores, estábamos identificados por un número.
-¿Cuál era el suyo?
-(Muestra una cicatriz en la muñeca izquierda) El 15.919. Éramos unos niños y hasta nos hacía ilusión cuando nos ponían el número. Nos preguntábamos entre nosotros cuál nos había tocado. Fue cuando llegamos a Mauthausen.
-¿El tiempo en ese campo de concentración fue lo peor?
-Había ‘capos’ españoles a los que teníamos muchísimo miedo. Nuestra labor consistía en seleccionar las cosas de valor que había en las maletas de los judíos que llegaban al campo de concentración. Siempre vigilados por los españoles, uno de ellos me violó. Tenía 15 años y me violaron dos veces. Fue muy duro.
-Así hasta que terminó la guerra.
-Sí luego nos trajeron a Asturias, pero cuando pude volví a Francia y allí inicié una vida. Me acogieron como refugiado político y fui jefe de cocina.
-¿Se casó?
-Sí, con una mujer mexicana y tuvimos dos hijos, pero mi mujer murió en un accidente de tráfico cuando eran pequeños. Ahora ya soy bisabuelo.
-Y volvió a Asturias cuando se jubiló, ¿por qué?
-Porque quería estar en mi tierra y contar lo que pasé. Tenía que hacerlo. Así conocí a gente y ahora voy a participar en la creación a nivel europeo del partido de defensa de la tercera edad. Ya hay 14 países interesados. Nos reuniremos en primavera en Bruselas.
-Usted no deja de recordar su pasado, otros prefirieron olvidarlo.
-Sí, hay gente que prefiere borrarlo de memoria. Yo simplemente no puedo. Fue horrible, y tendré que vivir con ello hasta que me muera. Nunca se olvida y no estoy mal de la cabeza, como dicen algunos. Siempre hice todo lo posible por no olvidar. No puedo olvidar ni perdonar, mis ojos han visto lo que no le deseo a nadie.
http://www.elcomerciodigital.com/v/20100207/oviedo/eramos-ninos-hasta-hizo-20100207.html
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