«Mi abuelo fue el claro chivo expiatorio de la derrota»






ARMEN NEGRÍN Nieta de Juan Negrín
J. L. ARGÜELLES
Carmen Negrín, nieta de Juan Negrín y presidenta de la Fundación que lleva el nombre del político republicano, tenía nueve años cuando su abuelo, con quien vivía desde los tres años, murió en París, en 1956. Fue la encargada de recoger el pasado 24 de octubre el carné con el que el PSOE rehabilitada al ex presidente del Consejo de Ministros de la II República española.
-¿Qué recuerda de su abuelo?
-Era el abuelo ideal, encantado con sus nietos. Aunque cuando murió tenía sólo dos años más que yo ahora, se le veía muy gastado por la historia. Ya había tenido dos ataques al corazón; no resistió el tercero. Era una persona muy curiosa, ávida de información; siempre le recuerdo con los bolsillos llenos de periódicos. Sabía de todo…
-Es un político atípico para la época, con una formación científica universitaria de muy alto nivel.
-Los políticos que yo conocí, que eran amigos suyos, tenían una gran cultura, científica y literaria. Ese núcleo estaba formado por gente muy abierta a más cosas que la política. Él, además, tenía una gran facilidad para los idiomas y había viajado mucho.
-Fue un político muy criticado. ¿A qué cree que se debe esa acrimonia?
-Gabriel Jackson utiliza la palabra «envidia». Yo no puedo decir eso mismo, pero tal vez existía un sentimiento de ese tipo, porque no todo el mundo podía pasar de la medicina a la política, y a otras cosas. Pertenecía a una familia muy holgada, que aun con la guerra supo conservar cierto patrimonio. Creo también que políticamente hacía falta un culpable, y él fue el claro chivo expiatorio de la derrota republicana.
-¿La rehabilitación hecha por el PSOE llega tarde? Usted llegó a declarar que no estaba segura de que su abuelo hubiera recogido el carné que le ofrecían
-Tanto como eso… Es cierto que mucha gente lo leyó así. Lo que dije es que tenía dudas, porque, obviamente, no puedo hablar por alguien que está muerto. Si fui a ese acto fue porque consideré que era necesario, pero una nunca sabe. Él estaba muy dolido, porque fueron muchos años no ya de silencio, sino de maltrato. Como político creo que hubiera aceptado ese carné, pero tal vez como persona, después de tanto daño, hubiera dicho que era tarde. No lo sé, yo fui pensando que él hubiera aceptado; no hay que darle más vueltas.
-Esa expulsión del PSOE llega tras el enfrentamiento con Indalecio Prieto, que era su amigo. ¿Cómo vivió esa ruptura?
-Prieto lo metió en el partido, pero hay cartas de mi abuelo, con quince años, donde habla de su republicanismo. Ese episodio de la ruptura fue especialmente doloroso. Recuerdo una escena: mi abuelo y su compañera Feli (López) se habían cruzado en un restaurante con Prieto y su hija Blanca, que había sido muy amiga de Feli. Ambos pasaron como si mi abuelo y su compañera no existieran . A partir de ahí no intentó ya reanudar la relación. También le dolió no ser entendido por Prieto.
-Gabriel Jackson afirma que la única política posible fue la que hizo Negrín.
-Creo que tiene razón. De Gaulle tuvo exactamente la misma posición en Francia: se fue para resistir desde fuera, como hizo mi abuelo. La diferencia es que uno tuvo aliados y el otro no. Mi abuelo tenía contactos en Alemania y sabía lo que estaba pasando, que la Guerra Mundial estaba próxima.
-¿Cómo vive la familia de un personaje tan prominente de la República el exilio, y, además, en las circunstancias de enfrentamiento con sus compañeros de partido?
-Me enteré muy tarde de su expulsión del PSOE. Es cierto que sufrió un aislamiento, pero, afortunadamente, siguió interesado por su actividad científica. Tenía una vida muy activa.
-Tenía fama de que le gustaba la buena vida.
-¿Y a quién no? Sí, le gustaban las buenas cosas: vestir correctamente, la buena mesa… Si uno sabe y uno puede, ¿por qué no? A mí, por ejemplo, aprender la diferencia entre un buen vino y otro me parece un signo de curiosidad.
-¿Cómo era su convivencia con Feli López?
-No llegaron a casarse, pero vivieron treinta años juntos. Ojalá hubiera muchos hogares como aquél; yo no recuerdo más que cosas agradables. Era una pareja excepcional, que se entendía con una mirada. Tenían una relación muy profunda y muy complementaria, aunque eran diferentes.
«Negrín tuvo la misma posición que De Gaulle en Francia; la diferencia es que uno tuvo aliados y el otro no»










