«Creo que Negrín tenía la talla de Clemenceau y de Lincoln»






GABRIEL JACKSON Historiador, autor de «Juan Negrín»
J. L. ARGÜELLES
Autor de «La República española y la guerra civil», Gabriel Jackson (Nueva York, 1921) es historiador de referencia y uno de los estudiosos que más ha hecho, junto con Enrique Moradiellos, por la recuperación de la figura de Juan Negrín, presidente del Gobierno republicano entre 1937 y 1945, a quien Gijón acaba de dedicar el parque de Laviada. Hoy, en un acto organizado por la Fundación La Izquierda d’Asturies y presentado por Jesús Montes Estrada, portavoz de IU-BA-LV, hablará sobre el político socialista en la Escuela de Hostelería de Gijón (19 horas), junto a Carmen Negrín, nieta del estadista muerto en el exilio en 1956, y David Ruiz, catedrático emérito de la Universidad de Oviedo. Mañana, miércoles, Gabriel Jackson intervendrá en el Club Prensa de LA NUEVA ESPAÑA, en Oviedo.
-Usted reivindica claramente a Juan Negrín, uno de los políticos más controvertidos de la historia española del siglo XX.
-Toda la literatura de la época franquista, también la de los socialistas, se ha dedicado a repetir los tópicos negativos sobre el personaje. Yo he indagado en los archivos para establecer y recuperar la verdad. Estamos ante un estadista insólito en la historia de España.
-El partido de Negrín, el PSOE, sólo ha rehabilitado su memoria muy recientemente.
-Fue un hombre denostado durante setenta años. Creo que, por fortuna, ha llegado el momento de su recuperación.
-¿Qué destacaría de Negrín como presidente del Consejo de Ministros de la República?
-Su comprensión de la situación internacional. Fue la ayuda militar de Alemania e Italia la que decantó la guerra a favor de Franco.
-… Pero hay quien le reprocha justamente eso, su resistencia a costa de un enorme sacrificio para poder enlazar con la II Guerra Mundial.
-Es cierto que era a costa de más sufrimiento en España, pero estoy convencido de que si ingleses y franceses hubieran entendido las intenciones de Hitler, como lo hizo Negrín, se habría evitado la Guerra Mundial.
-Una de las acusaciones que más se ha repetido contra Negrín es que era un títere de la Unión Soviética y de los comunistas.
-La Unión Soviética fue el único país con una industria importante que podía dar armas para la defensa de la República. Ahora bien, Negrín siempre se opuso a la fusión de los partidos socialistas y comunistas. Nunca estuvo en manos de los comunistas, como prueban los libros que escribieron éstos.
-Otro de los episodios utilizados contra Negrín fue el de la entrega a Moscú del oro del Banco de España.
-Ha sido muy bien estudiado por Ángel Viñas. Ese oro constituía la única posibilidad que tenía la República para adquirir armas. Ingleses, franceses, holandeses, etcétera rechazaban cualquier talón del Banco de España. Desde el primer momento hicieron un boicot a la República, lo que obligó a negociar con la Unión Soviética.
-Negrín acaba enfrentado con el asturiano Indalecio Prieto, que había sido su mentor político.
-Fue una de las tragedias del campo republicano. Habían sido amigos hasta mediados de 1937. El problema es que Prieto, siendo ministro de la Guerra, habló de forma muy pesimista ante diplomáticos ingleses y franceses. Negrín llegó a la conclusión de que era imposible la resistencia si su ministro decía que la contienda estaba perdida. Después Prieto se haría enemigo mortal de Negrín y es el inductor de muchas de las falsedades que hemos tenido que corregir los historiadores. Negrín nunca contestó.
-¿Negrín es un político, a su juicio, con la altura de Azaña?
-Sí, aunque son muy distintos. Soy admirador también de Azaña. Yo diría que Negrín tenía la calidad de un Clemenceau, el primer ministro francés, durante la I Guerra Mundial, o de un Lincoln, que supo mantener la unidad y acabar con la esclavitud. Creo, honestamente, que tiene esa talla.
-¿Era el mejor político posible para presidir el Consejo de Ministros de la República durante la guerra?
-Estoy convencido de que era el más adecuado de los políticos disponibles para esa tarea. Pese a que llegó a decir que no era un político, creo que durante la guerra se dio cuenta de que tenía las calidades necesarias.
«La ruptura con Indalecio Prieto es una de las tragedias del campo republicano; fueron amigos hasta mediados de 1937»










