Jorge Carrillo, segundo por la derecha, durante la presentación en Laviana. fernando rodríguez

Pola de Laviana,

J. A. VEGA

Santiago Carrillo no dejó indiferente a nadie en vida y continúa haciéndolo tras su muerte, como se comprobó en la presentación de su libro de memorias en la Casa de Cultura de Laviana. El acto estuvo organizado por la asociación cultural Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas y contó con la participación de su hijo Jorge Carrillo, Adrián Barbón, alcalde de Laviana, Tomás Fernández y Francisco Villar, miembros de Cauce. Los tres recordaron su intervención del 2 de febrero de 2007 en Laviana y coincidieron en definirle como «un político puro desde su juventud hasta el último momento, al que nadie puede negar su contribución a la democracia».

Jorge Carrillo comenzó su intervención haciendo un repaso a la elaboración del libro, cuyo título fue una decisión de su padre, sabiendo que iba a ser su testamento político. Comentó que al final de su vida tenía problemas de visión y que en el último año había comenzando a manejar programas de ciegos para leer y poder dedicar el tiempo de su vista a escribir. «Santiago nunca tuvo un asistente que escribiera por él» señaló, explicando al público cómo era el método de trabajo, que comenzaba con la escritura directa, al principio muy legible pero que se fue complicando. Su mujer Carmen las pasaba al ordenador, «yo hacía la corrección y le dábamos el texto para que él hiciera la última corrección antes de llevarlo a la imprenta».

En su intervención señaló que «mi padre siempre escribió para el futuro porque siempre estaba pensando en él». Puso el ejemplo la preocupación que tenía sobre la posibilidad de desmembración del estado español por el riesgo de una actitud centralista sectario desde Madrid que hiciera que Cataluña se separara de España, «nada bueno para ambas». También destacó sus reflexiones sobre el pensamiento político y lo que venía sucediendo en los últimos años. Jorge Carrillo explicó que su padre siguió muy de cerca el fenómeno del 15-M, «sintiendo que no eran un partido político para resolver el futuro, pero viendo en ellos a una juventud preocupada por el futuro y una alternativa». Algunos miembros del 15-M estuvieron visitándole regularmente y Santiago Carrillo les decía que «no existe movimiento con vocación de transformar que no tenga líderes». Jorge Carrillo planteó la necesidad de interrelación de esos movimientos con las fuerzas de izquierda «sin sectarismos entre unos y otros».

Carrillo comentó que ser político no es tener un título «porque los mejores políticos de este país no han estudiado ciencias políticas, han vivido la política en la calle». El hijo de Carrillo dedicó un tiempo de su intervención a hablar de la campaña feroz que se está haciendo contra su padre, como la edición del libro de Paul Preston. Denunció que «es un encargo que han hecho al historiador para destruir el personaje de Carrillo» disparando ahora su etapa en la clandestinidad. Indicó que la «frivolidad» de Preston le lleva a equivocarse en más de un mes en la fecha de la muerte del político, «inaceptable para un buen historiador, algo que revela claramente que se trata de un encargo directo».

Durante la extensa presentación hubo tiempo para repasar la relación de Carrillo con los últimos 35 años de nuestra historia. Uno de ellos fue el 23-F. «Algo que él olía junto a Gutiérrez Mellado y Suárez, por eso permaneció en su escaño y no se tiró al suelo». En relación a su dimisión como secretario General del Partido Comunista, Jorge Carrillo dijo que su padre tomó la decisión cuando Gerardo Iglesias le dijo que la ejecutiva de Asturias creía que debía dimitir. A partir de ese momento se liberó y pudo decir lo que pensaba, «siendo un referente de la izquierda hasta su muerte sin necesidad de liderar ningún partido». Carrillo terminó la presentación recordando una frase de su padre «no hay que resignarse nunca, hay que luchar hasta el final».