«Vivimos tiempos muy similares a los de la Revolución de Octubre»

03/05/2013 por

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«Vivimos tiempos muy similares a los de la Revolución de Octubre»

«Si las izquierdas hicieran lo mismo que en 1934, dejar los dogmatismos y unirse, Rajoy se volvería a Galicia»

03.05.2013 | 02:16

Germinal Grossi, ayer, en la Casa de la Cultura de Mieres.

Germinal Grossi, ayer, en la Casa de la Cultura de Mieres. j. r. silveira

Mieres del Camino, Julio VIVAS Germinal grossi Hijo de Manuel Grossi Mier, «Manolé», que recibe un homenaje en Mieres

El mierense Manuel Grossi Mier «Manolé», fallecido en 1989, fue uno de los protagonistas más destacados de la Revolución de Octubre de 1934. Una lucha que acabó pagando primero con la cárcel y, tras la Guerra Civil, en el exilio. Su hijo, Germinal Grossi, residente en Francia, guardián de su memoria y orgulloso heredero de sus ideas, visita estos días la villa para asistir a los actos de homenaje que ha organizado la Fundación Andreu Nin y el Ayuntamiento de Mieres con la colaboración del club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.

-¿Qué supone este homenaje a la figura de su padre?

-Poder estar aquí y presenciar este homenaje es un gran orgullo, tanto desde el punto de vista emocional como el personal. Creo que estas jornadas también suponen un reconocimiento a todos los que en 1934 salieron a la calle para dar vida a una nueva sociedad, hechos de los que me siento también muy orgulloso como hijo suyo.

-Su padre fue uno de los principales protagonistas de la revolución de 1934.

 

-Y es todo un honor. Mi padre lo recordaba todo con una emoción profunda, sobre todo cuando venían a casa amigos suyos, también refugiados en Francia, y empezaban a contar historias de entonces. No era nada soberbio al relatar los hechos ocurridos, sino que era su modo de ser, su visión de la política y la nueva sociedad, algo que ocurrió de manera casi natural. De hecho, hasta sus últimos días se mantuvo en guerra interna contra la derecha y el capitalismo, nunca cambió de mentalidad.

 

-Uno de los hechos más destacados fue cuando proclamó la revolución desde el balcón del Ayuntamiento de Mieres.

-Tengo un vago recuerdo de aquellos días porque yo era muy pequeño, pero para él fue todo un orgullo presentarse en el balcón y proclamar la revolución, porque suponía la materialización de las ideas que había puesto en el camino.

-¿Cómo fue el tiempo que su padre pasó en la cárcel?

-Nunca contó esa experiencia con odio, ni contra los que lo metieron en la cárcel ni contra los que le torturaron, tan sólo afirmaba que ellos eran de un lado y él del otro. Eso a pesar de que las cosas no eran iguales en el otro lado, tal y como se muestra en el libro «La comuna asturiana. Revolución de Octubre de 1934», de Bernardo Díaz Nosty, los insurrectos se comportaron con la gente encarcelada de una manera más humana que los otros. Esa era la idea que tenía mi padre de la revolución, no era matar a diestro y siniestro, sino respetar a los otros aunque no tengan tus mismas ideas. Al final, son seres humanos que combaten por sus ideas, por eso hay que respetarlos como seres humano. Esa era su visión, aunque quizá no todos pensaban como él.

-¿Cómo fue la vida de su padre en el exilio?

-Mamá fue la primera en irse, se había escapado por los Pirineos porque la frontera estaba cerrada. Después se marchó él. Primero estuvo en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, que también era de reparto, donde le enviaron a otro cerca de Carcasona. Allí pedían hombres para trabajar en las minas de carbón y como era minero, se fue allí. Pero no aguantó mucho debido a su enfermedad y acabó en el sur de Francia, primero en el puerto de Marsella, donde también había mucho español refugiado, y más tarde en las minas de bauxita, donde acabó jubilándose. Fue una vida muy dura porque tenía que dar de comer a cuatro hijos, aunque al final consiguió asentarse y construir una casa en Vignoles que, de forma irónica, llamó «El exilio».

-¿Tuvo mucha pena su padre de no poder regresar a España?

-La verdad es que sí, aunque logró hacer un viaje una vez que falleció Franco. Pidió el pasaporte inmediatamente, aunque no sé por qué, el documento se le retrasó un poco y echaba chispas. Recuerdo que decía «cómo puede ser que Carrillo tenga un pasaporte y yo no». En cuanto le llegó a casa el documento, cogió el coche y cruzó la frontera.

-En la situación actual, con tantos recortes y paro, ¿podría estallar una revolución?

-Creo que vivimos tiempos muy similares a los de la revolución de 1934, hay muchas semejanzas. Llegaría si la gente lograra dejar de lado algunas reglas dogmáticas y de ambición personal. La revolución se pudo llevar a cabo porque todo el mundo quería luchar por lo mismo y conjuntamente. Dejaron de lado los dogmas socialistas y anarquistas, y se unieron para una sola causa. Hoy, si las izquierdas hicieran lo mismo que en 1934, Rajoy se volvería a Galicia, pero están divididas y hace difícil la revolución.

-De llevarse a cabo, ¿sería una revolución como la de 1934?

-No lo sé, porque mantener una posición contraria es muy sencillo, pero coger las armas y salir a la calle es algo bien distinto. Es fácil decir que vamos a hacer la revolución, pero es muy difícil dar el pecho para defenderla.

-¿Afectan los recortes y el paro de igual manera en Francia?

-La situación es muy similar, las fábricas están cerrando y el paro aumentando, con lo que las personas tienen cada vez menos que comer. La izquierda en Francia está muy débil, pues allí el Partido Comunista casi ha desaparecido. Además, los que votaron al socialista Hollande están muy descontentos porque no está cumpliendo lo que prometió, incluso en su partido hay personas que dicen que tiene que despertar, aunque otras le sugieren que no vaya tan deprisa.

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