PRIMER GALARDON RAFAELA LOZANO

08/02/2020 por

PRIMER GALARDON RAFAELA LOZANO

PARA DISTINGUIR A MUJERES, O COLECTIVOS DE MUJERES, DESTACADAS EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS HUMANOS.

CONVOCADO POR LA FEDERACION ASTURIANA MEMORIA Y REPUBLICA (FAMYR), SERA ENTREGADO EL 28 DE FEBRERO DE 2020, A LAS 19:00 HORAS EN LA SEDE DEL ATENEO OBRERO DE XIXON, ANTIGUA ESCUELA DE COMERCIO.

            La FEDERACION ASTURIANA MEMORIA Y REPUBLICA (FAMYR) convoca la primera edición del galardón “RAFAELA LOZANO”, con el objeto de distinguir a mujeres o colectivos de ellas, que vinculadas a Asturies, hayan defendido ideas y sentimientos de respeto a los derechos humanos, con el objetivo de consagrar el principio básico de la igualdad, así como conceptos éticos y morales respetuosos con la dignidad de las personas.

Rafaela Lozano, fue una «madre coraje» vecina de la calle Cienfuegos, en El Coto (Gijón), que quería saber donde estaba su hijo asesinado por el franquismo. Rafaela Lozana era una de las numerosas madres y viudas de fusilados por los franquistas que visitaban de manera clandestina la supuesta tumba de sus seres queridos en El Sucu, cementerio de Gijón. A escondidas, este grupo de mujeres se desplazaban al camposanto para depositar flores en la fosa.

En una de esas ocasiones, las mujeres observaron cómo varios trabajadores, bajo órdenes del gobierno franquista, comenzaban a levantar la fosa y a exhumar huesos. Aquella visión traumatizó a las mujeres, pero no a Rafaela Lozana, que aquel día inició su lucha para que su hijo recibiera digna sepultura. Cuentan que pasó días y noches ante el Ayuntamiento, porque quería buscar en el cementerio de Ceares. Sin respuestas en Gijón, viajó a Roma, donde consiguió una carta del Papa Juan XXIII, ordenando al obispo que le permitiera acceder al camposanto. Dice Álvarez que no fue fácil llamar la atención del obispo, pero la carta del Papa lo consiguió.

De ahí nació la construcción del monumento en la fosa común de Ceares, después de que madres, mujeres e hijas de fusilados y ‘paseados’ desenterraran y unieran los huesos de sus muertos. Así, «Gijón se convirtió en la primera ciudad española en dignificar una fosa común de represaliados».

           

Este premio, de carácter anual, tiene por objeto homenajear la labor de las mujeres o colectivos de ellas, que entregadas a la colectividad luchan por alcanzar en la sociedad, la igualdad, la justicia y la libertad.

Se convoca por primera vez este año, coincidiendo con el primer aniversario de la aprobación de la ley de memoria democrática de Asturies, el 1 de Marzo de 2019.

            Podrá optar al premio cualquier mujer o colectivo de mujeres cuya candidatura haya sido presentada antes del 20 de Febrero, a las 17 horas, a través de cualquier medio, a la Federación Asturiana Memoria y Republica (FAMYR), sin perjuicio de las que puedan  presentar las miembros del Jurado el día que se reúna.

            El jurado estará anualmente designado por la citada entidad, y compuesto por personas relevantes en el ámbito de la cultura, el periodismo, la política o los movimientos sociales.

Formarán el Jurado en el año 2020:

A- Concha Masa, ex diputada de IU en el Parlamento asturiano, y ponente de la Ley de Memoria Democrática Asturiana.

B- Rosa Espiño, ex diputada de Podemos en el parlamento asturiano, y miembro de la comisión parlamentaria que redacto la señalada Ley.

C- Azahara Villacorta Sánchez, Periodista del Diario El Comercio.

D-Begoña Serrano, Directora General de Memoria Democrática del Gobierno de Asturias.

E- Eva Fernández, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Cultural Gijonesa.

F- Lola García, que hará de Presidenta del Jurado, integrante de la directiva de FAMYR.

            El Jurado se reunirá el 20 de Febrero de 2020, a las 19:00 horas, en los locales del Ateneo Obrero de Xixon, en la antigua Escuela de Comercio de Xixon, Calle Tomas y Valiente. El fallo será inapelable.

            El premio se entregará, también en el Ateneo Obrero de Xixon, el viernes 28 de febrero de 2020, a las 20 horas, en un acto publico de entrada libre.

JUNTA DIRECTIVA DE LA FEDERACION ASTURIANA MEMORIA Y REPUBLICA (FAMYR).

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El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado (Faulkner)

28/10/2019 por

No pasa solo en España, como muy bien nos recuerda William Faulkner, pero en España pasa de manera singular, como consecuencia de la Guerra Civil. El largo proceso de exhumación del general Francisco Franco culminado esta pasada semana es un indicador insuperable

Javier Pérez Royo 27/10/2019 –

Familiares de Francisco Franco salen de la Abadía portando el féretro a hombros

Santos Juliá abre su libro Transición con una cita de Juan Benet: «La Guerra Civil de 1936 a 1939 es el acontecimiento histórico más importante de la España contemporánea y quién sabe si el más decisivo de su historia». El historiador, fallecido el día anterior al traslado de los restos del general Franco del Valle de los Caídos a Mingorrubio, manifiesta su conformidad con la afirmación de Juan Benet, acentuándola todavía más: cuarenta años después de su muerte, hay que suprimir todas las cautelas. El «quién sabe» tiene que ser sustituido por «sin duda alguna».

La Guerra Civil fue un enfrentamiento a muerte entre los dos bandos a los que quedó reducida la extraordinaria complejidad de la sociedad española de las décadas anteriores, tras el cual «el vencedor nunca accedió a ningún tipo de pacto que posibilitara la reconstrucción de una comunidad política con los perdedores y volviera a integrarlos en la vida nacional». Por ello, «la Guerra Civil no fue la culminación de una historia, sino su quiebra brutal, un corte profundo infligido a la sociedad española que, desde 1939, quedó amputada para siempre de una parte muy notable de sus gentes y de su historia»

Francisco Franco fue la encarnación del bando vencedor, que consiguió no solo estabilizar un régimen político hasta su muerte, sino que consiguió condicionar de manera decisiva el futuro régimen que vendría a sustituirlo. Las piezas centrales del sistema de poder que articula jurídicamente la Constitución de 1978 no fueron definidas en el proceso constituyente que se inició tras las elecciones del 15 de junio de 1977, sino que provienen directamente o del General Franco: la Monarquía, o de las Cortes franquistas inmediatamente después de la muerte del dictador, que a través de la Ley para la Reforma Política, definirían la composición de las Cortes bicamerales que aprobarían la Constitución y que mantendrán dicha composición en el texto constitucional, o del Gobierno preconstitucional de Adolfo Suárez, que mediante Decreto-ley aprobó el sistema electoral del Congreso y el Senado.

Estos tres elementos, que son los decisivos en el ejercicio del poder juridificado en la Constitución de 1978, no son resultado de un proceso constituyente democrático, sino que son herencia del Régimen del General Franco. La Restauración de la Monarquía, la composición de las Cortes como órgano constitucional representativo del pueblo español y su sistema electoral, no han sido definidos por el poder constituyente del pueblo español, sino que se introdujeron sin debate constituyente de ningún tipo en el texto constitucional que se sometería a referéndum el 6 de diciembre de 1978.

Hay un cuarto. La Iglesia Católica, que también se incorporó de forma espuria al sistema de poder del 78, a través de la negociación de unos Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede, que fueron negociados por el Gobierno de Adolfo Suárez antes de que estuviera aprobada la Constitución, pero que fueron publicados el 4 de enero de 1979, unos días después de que la Constitución hubiera entrado en vigor. Materialmente son preconstitucionales, pero formalmente no lo son. Tanto la Iglesia como el Gobierno de Adolfo Suárez, sabían que esos acuerdos no hubieran podido ser aprobados en democracia, pero que para la democracia sería muy difícil, por no decir imposible, revisarlos. Y así ha sido.

La Monarquía, un Congreso de los Diputados ligeramente devaluado en su composición y un sistema de elección desde la perspectiva del principio de legitimidad democrática, un Senado incompatible con dichos principios de legitimidad y una Iglesia Católica que mantiene su posición privilegiada predemocrática, han encorsetado el proceso político y han condicionado fuertemente el esfuerzo por ir levantando las hipotecas heredadas de la Guerra Civil y de las décadas del Régimen de las Leyes Fundamentales.

Con un sistema de poder definido desde el pasado, ha resultado imposible enfrentarse a lo que ese pasado había sido. La «parte amputada» a la que se refería Santos Juliá, ha continuado siendo parte amputada. La sociedad española no ha podido o no se ha atrevido siquiera a mirar a ese pasado e intentar «integrarlo en la vida nacional».

De ahí viene la permanencia durante 44 años de los restos del general Franco en El Valle de los Caídos; de ahí viene la incapacidad de abordar la nulidad de las sentencias dictadas por los tribunales militares o de excepción después de la Guerra Civil, de ahí vienen los más de cien mil ciudadanos desparramados por las cunetas y un largo etcétera.

La exhumación del General Franco era un primer paso indispensable para que la sociedad española empiece a mirar a su pasado e intentar una auténtica reparación. Ya hemos visto lo difícil que ha sido. No menos difícil va a ser el camino que queda por recorrer.

El pasado en España nunca ha sido pasado. Kant decía que España es el reino de los muertos, que los muertos la poseen, que los muertos la dominan. Lo hemos visto con la exhumación de Franco. Pero también lo podemos ver con la utilización del terrorismo como instrumento de represión años después del fin del terrorismo y de la disolución de ETA. La utilización de un pasado terrorista para reprimir conductas que no pueden ser calificadas de tales. En la Audiencia Nacional no dejan de multiplicarse los procesos por terrorismo en estos últimos años. Ahí está el caso de Alsasua. Parece que ahora se está iniciando la traslación de dicha estrategia para hacer frente al nacionalismo catalán.

¿Hasta cuándo?

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El exilio republicano asturiano se niega a seguir en el olvido

05/07/2019 por

Enriqueta Ortega y Rosa Calvo, del grupo Eleuterio Quintanilla, recuperan 18 historias de familias que tuvieron que dejar Asturias por combatir el franquismo a través del testimonio de supervivientes y sus descendientes: «Cada una daría para un libro»

En primer término, Enriqueta Ortega, Conchita Francos y Rosa Calvo. Detrás, Delfina y Manuel Blanco Fanjul y Rita Obaya.
En primer término, Enriqueta Ortega, Conchita Francos y Rosa Calvo. Detrás, Delfina y Manuel Blanco Fanjul y Rita Obaya.
E. G. Bandera
Gijon

José Antonio Fernández, ferroviario de Oviedo, era un gran lector. «Te lo gastas todo en libros», le decía continuamente Concepción, su mujer. «Es la mejor herencia que les puedo dejar a mis hijos», replicaba él. Cuando fue represaliado por ser de izquierdas, sacaron todos los libros de su casa y los quemaron. La familia al completo decidió exiliarse a Francia. José Flórez Alonso, el guajín del Naranco, tuvo una infancia feliz hasta que tuvo que exiliarse a Francia. Fue uno de los niños evacuados con sus madres y otras mujeres, a las que siempre reivindicó por la lucha que emprendieron para sacar adelante a sus hijos.

Ambos son dos de los protagonistas de las 18 historias que se recuperan en el libro Exilio republicano asturiano. Historias de vida, editado por el Ateneo Obrero de Gijón y la editorial Impronta, cuyas autoras son Enriqueta Ortega y Rosa Calvo, del grupo Eleuterio Quintanilla. «En Asturias el tema del exilio está abandonado e ignorado«, introdujo el historiador Leonardo Borque, que aprovechó su intervención ante el público que ayer dejó pequeño el salón de actos de la Escuela de Comercio para recordar que en comunidades autónomas como Andalucía o Galicia se ha hecho un inventario oficial de todos sus exiliados que no existe en Asturias.

Maricuela, en el centro con bufanda azul, rodeada de las autoras y el resto de protagonistas.
Maricuela, en el centro con bufanda azul, rodeada de las autoras y el resto de protagonistas.

«En Bilbao, ahora mismo, hay una exposición abierta sobre los exiliados vascos e incluso en los últimos días en los puertos de Normandía y Bretaña, a donde iban principalmente los barcos que salían de El Musel, se han organizado recuerdos de homenaje. Y aquí, en Asturias, nos encontramos con un gran olvido», añadió Borque, que tampoco pasó por alto que, a ese olvido institucional, se añade la gestión del trauma en las víctimas, que se aborda en la introducción del libro: «Esa gestión del trauma se transmite a los hijos y a los nietos, y se prolonga demasiado en el tiempo».

Las autoras, que insistieron en que la publicación es un trabajo colectivo del grupo al que pertenecen, explicaron que el origen fue el proyecto Asturias 1936-1937. Sufrir la guerra, buscar refugio, una exposición con la que en 2017, con motivo del 80 aniversario de la caída del Frente Norte y el final de la guerra en Asturias, se pretendía visibilizar la historia del exilio republicano  para llegar al gran público y, sobre todo, al mundo educativo. «Entonces la magnitud del exilio asturiano nos impactó y, tirando del hilo, nos vimos desbordados. En las presentaciones de la exposición, la gente se acercaba dando su contacto. Fue una auténtica lluvia de información y teníamos que hacer algo más», indicó Rosa Calvo.

Olvido Fanjul, la gijonesa olvidada

La mitad de los testimonios que aparecen en el libro proceden de víctimas directas de la guerra y el exilio  y, el resto, de desdendientes que, en su mayoría, residen en Francia. «Cada una de las historias daría para un libro. Algunas familias ya habían empezando a recogerlas, otras nos decían que querían escribir sobre sus padres y otras vieron la excusa perfecta para transmitirla a sus nietos». En las historias del libro hay mujeres, niños evacuados solos o con sus madres, familias completas con niños, jóvenes y mayores, combatientes que se escapan en los últimos momentos o familias represaliadas por quedarse.

La primera protagonista es la gijonesa Olvido Fanjul, que fue trabajadora de la fábrica de La Algodonera y cuya historia ha estado en el olvido en Asturias hasta este año, en el que también se le rindió homenaje en una exposición organizada en el Ateneo de La Calzada.

Su hija Delfina Blanco, muy emocionada, recordó que dejó atrás Gijón el 23 de septiembre de 1937 rumbo a la antigua Unión Soviética como educadora en el barco de los 1.100 niños de la guerra. Se casó con un militar ruso y fue apresada en 1942 por los nazis, cuando estaba embarazada. Dio a luz en la cárcel y le quitaron a su hijo. «Le dijeron que era para Hitler. Nunca volvió a ver su marido y fue la española que más tiempo estuvo en el campo de concentración de Ravensbrück», indicó su hija.

Olvido Fanjul se encontró en Francia con otro de los protagonistas de las 18 historias, Gerardo Blanco, también exiliado de La Calzada. Tuvieron tres hijos. «En 1963 volvieron a España en pleno franquismo. Ella siempre vivía con miedo. Con terror. Vivíamos al lado del cuartel de la Guardia Civil y se presentaban a cualquier hora. Los comienzos en Gijón no fueron fáciles», dijo Delfina, «en Francia éramos los españoles y, en España, los franceses. No tenemos patria». El deseo de su madre era escribir un libro con su vida. «No hay que ocultar ni callar. No queremos que esto se vuelva a repetir, pero tampoco queremos que se olvide».

Su hermano Manuel Blanco también explicó que sus padres, en Francia, no estaban casados ni sus hijos bautizados «porque no estaba mal visto». «Les convencieron varios familiares que vinieron a visitarles a Francia de volver a Gijón. Y en diciembre de 1962 se casaron y nos bautizaron en una iglesia. Mi padre, que estaba afiliado al Partido Comunista desde 1929, tuvo ayuda para conseguir los avales que le pidieron al volver». Entre otros, le exigían uno de buena conducta firmado por un párroco.

De Dinamarca de vuelta al hambre y la miseria de Asturias

De Noreña eran los tres hermanos Juan, Rafael y Manuel Cabanas Fernández. De familia numerosa, su padre había muerto en la guerra y la familia decidió que se fueran en uno de los barcos de El Musel rumbo a Dinamarca. «Fueron felices, queridos y tuvieron una experiencia gratificante», explicó Ortega, «a su vuelta a España les dieron maletas llenas de ropa y álbumes con las fotos que les hicieron en Dinamarca. Pero tuvieron que dejarlos antes de llegar a la frontera porque tenían la bandera republicana en la portada». Rafael, el único superviviente, les contó que la situación en Asturias era dramática cuando regresaron. «Hambre, miseria… Con las ropas que les dieron se pudieron vestir todos sus hermanos y las maletas las vendieron para comer».

Es otra de las familias asturianas que aparecen el libro que fueron «brutalmente» represaliadas. Como la de Rita Obaya, cuyo tío Germán se exilió, luchó contra los nazis y tuvo que renunciar a su nacionalidad española para poder entrar en España como francés «sin problemas». «Me pidió que le fuera a buscar porque quería morir siendo español. Se vino a vivir conmigo e iniciamos dos años de excursiones para que recuperase la nacionalidad. Murió cuando le quedaban cinco meses para cumplir 100 años sin saber que ya era español. La documentación llegó al día siguiente», relató Obaya.

El libro refleja también que los familiares de quienes se exiliaron, al quedarse en Asturias, lo pagaron muy caro. «Los que sufrieron fueron los que se quedaron. Algunos lo pagaron con su vida, a otros con 11 años los llevaron a colegios de monjas a que los reeducaran y nunca más se supo de ellos. Mi padre fue el que peor lo llevó. No hablaba mucho del campo de batalla. Cuando regresó de la guerra se ocultó en una cueva que sus hermanos le habían hecho debajo de la tierra. En un zulo. Cada poco venían a acosar a la familia: a mi abuela le cortaron el pelo, a mi abuelo le obligaron a cavar y probar tumbas y jugaban con ellos a la ruleta rusa. Querían que delataran a mi padre y acabó entregándose voluntariamente».

Tras pasar por varias cárceles e incluso con una orden de alejamiento de Asturias de por medio, su padre pudo regresar en los años 50. «Nadie se atrevía a darle trabajo y la Guardia Civil aparecía por casa a cualquier hora». Era el principal sospechoso siempre que alguien osaba rebelarse contra la dictadura franquista, por ejemplo mediante unas simples pintadas. «Siempre nos contaba lo que le había pasado como si fuera un cuento para niños. Nunca intentó que sintiéramos rencor ni afán de revancha. Cuando murió sentí una enorme necesidad de contar la vida que había tenido». 

Héroes en Francia, olvidados en su tierra

La historia de su familia ya está sobre el papel. Como la del gijonés Emilio Álvarez Mongil El Manco, que se tiró al mar para alcanzar uno de los barcos que partían de El Musel, recibió un tiro en el brazo y tuvieron que amputárselo cuando ya estaba a salvo. Este combatiente republicano acabó en Burdeos, en la Resistencia francesa, sobrevivió al campo de concentración de Buchenwald y tuvo nueve hijos en Francia. «Al morir Franco, vuelve para ver su casa familiar de El Natahoyo, que fue derribada. Quiso que tiraran sus cenizas a las aguas de El Musel. Vamos a pedir que el Ayuntamiento de Gijón le ponga su nombre y también el de Olvido Banjul a alguna de las nuevas calles». 

Emilio El Manco no se atrevió a volver a España hasta que murió Franco porque, como otros combatientes, su nombre tenía un expediente abierto al menos hasta 1958. Al igual que el ovetense Antonio Lantarón Torner, otro combatiente que rehizo su vida en Francia y hablaba poco de su experiencia como exiliado. «Lo hemos escuchado decir a más personas, los padres querían proteger a sus hijos, y las madres parece ser que eran más comunicativas», indicaron las autoras. El hijo de Lantarón les explicó que también la familia que quedó en Oviedo recibía visitas continuamente para preguntar por el paradero de Antonio. «Pero como eran o apolíticos o de derechas, acabaron dejándoles en paz».

Otro de los protagonistas, recientemente fallecido, es Vicente García Riestra. Un héroe en Francia, «ignorado en Asturias», que nunca dejó de reivindicar el papel de los españoles republicanos en el exilio y en España. «Nunca renegó de ser español y pedía la nacionalidad».

También Ángeles Flórez Peón, Maricuela, con sus 100 años de «memoria, historia, lucidez y compromiso», que estuvo presente en la presentación, vuelve a contar su lucha en esta publicación. «Conozco todos los sufrimientos de la gente y sigo traumatizada por aquello, pero tuve suerte porque me salvé de la pena de muerte». Y ha vivido un siglo para que su memoria y la de la de otras familias no sigan en el olvido.

 

https://www.lavozdeasturias.es/noticia/gijon/2019/07/02/exilio-republicano-asturiano-niega-seguir-olvido/00031562096849587845839.htm?fbclid=IwAR2gG7uFdFAnTpkE7gN3qNMtCW4EZMv50Xb-iNoPSO5P3kdngSwFizXlGxE

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«Aún vivimos en un país de silencio»

04/06/2019 por

Carlos Hernández de Miguel, autor del libro. / LVA
Carlos Hernández de Miguel, autor del libro. / LVA

Carlos Hernández presenta hoy su libro ‘Los campos de concentración de Franco’ | El periodista madrileño ha documentado tres centenares de estos centros, doce de ellos en Asturias y uno en Avilés, el de La Vidriera

ALEJANDRO L. JAMBRINA AVILÉS.
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«Una vez dentro del campo, quienes hasta entonces éramos pacíficos ciudadanos pasamos a convertirnos, por obra y gracia de las autoridades franquistas, en delincuentes peligrosos y prisioneros de guerra». Son palabras de Manuel Vega, un vecino de Infiesto que fue prisionero, junto a miles de personas, en el campo de concentración ‘La Vidriera’ de Avilés. Su testimonio, como el de muchas otras víctimas, se recoge ahora en el último libro del periodista Carlos Hernández de Miguel, titulado ‘Los campos de concentración de Franco’ y que el autor presenta esta tarde, a las 19.30 horas, en el palacio de Valdecarzana.

Después de tres largos años, Hernández presenta en esta obra una investigación que revela la existencia de trescientos campos de concentración franquistas, doce de ellos en Asturias, por los que pasaron entre 700.000 y un millón de españoles. «Conocemos los males de otros pero desconocemos nuestro propio pasado. La Dictadura se pasó cuarenta años intentando borrar sus crímenes y el resultado es que vivimos en una España del silencio», señala el autor en relación al desconocimiento de la gente sobre la existencia de campos de concentración en muchas localidades españolas.

Situado a la entrada de Avilés, en la confluencia de la avenida de Gijón con la calle Llano Ponte, donde hoy se encuentra el Centro Municipal de Arte y Exposiciones, el campo de concentración de La Vidriera fue uno de los más importantes del Norte de España, llegando a acoger a más de 1.200 prisioneros entre 1938 y 1939.

Según la investigación del autor, Asturias fue una de las regiones con más campos de concentración en relación a su tamaño. Un total de doce, ubicados en instalaciones de lo más común como la fábrica de conservas de Candás, la plaza de toros de Gijón o el manicomio de La Cadellada, en Oviedo. «Los medios con los que contaba el régimen eran deficientes y por eso se decidió habilitar este tipo de espacios para hacinar, ejecutar y reeducar a miles de españoles», sostiene Hernández.

«Las autoridades dentro del campo eran un sargento, conocido como ‘La Aviación’, por el revuelo que se formaba cada vez que aparecía por la nave; un brigada que tenía una pierna de palo y un teniente, al que los prisioneros habían puesto el apodo de ‘El Ferruchu’ por lo severo que era», recuerda en el libro Manuel Vega, prisionero en Avilés en el año 1.939.

«Hay españoles engañados»

Con su último libro publicado, Carlos Hernández pretende dar a conocer una gran mancha en la historia del país, una mancha que no se debe olvidar. «Lo triste es que a partir de la Transición no se empezase a corregir este silencio. Hoy en día te sigues encontrando a gente en pequeñas localidades que temen contar lo que recuerdan de aquellos años», destaca el autor, que alude a «generaciones de españoles engañados».

El libro también recoge el testimonio de María Ángeles Ovies, hija de otro prisionero de La Vidriera, que recuerda «que los soldados sacaban a los hombres atados por la villa y las familias aprovechaban para verlos pasar y poder hablarles a distancia». Son duros recuerdos de algo que pasó en nuestras calles hace tan solo ochenta años, pero que ya nadie parece recordar. «Así eran las cosas, los prisioneros sufrían un trato denigrante por parte de los soldados. Ya les habían derrotado en el campo de batalla y también querían derrotarles ideológicamente».

El libro de Hernández relata muchas más historias, cientos de voces olvidadas que ahora salen a la luz. De la historia más triste de Avilés y de muchas otras localidades españolas, estará hablando el periodista e investigador esta tarde en el Valdecarzana.

https://www.elcomercio.es/aviles/vivimos-pais-silencio-20190603005544-ntvo.html

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Eduardo Abad: «La violencia política estuvo muy presente en Asturias durante la Transición»

02/04/2019 por

El historiador contabiliza múltiples víctimas mortales por el carácter represivo de los cuerpos policiales o por la actuación de bandas ultraderechistas

j. m. requena 02.04.2019 | 02:42

Parte del público asistente a la conferencia.

Parte del público asistente a la conferencia. MARCOS LEÓN

«La Transición española no es un periodo tan modélico ni pacífico como se enseña en los colegios». Así lo defiende el joven historiador asturiano Eduardo Abad, que ayer ofreció en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón una charla bajo el título «Las caras ocultas de la transición asturiana».

Y es que, asegura Abad, «Asturias no fue una excepción, la violencia política estuvo muy presente» dentro de un país donde se contabilizan al menos 714 muertos durante ese periodo por estos hechos, «el doble que en los años del plomo en Italia», incide. Para Abad, «la Transición, vista como un periodo intachable, es un mito creado con fines políticos y legitimadores».

Porque lo que ocurrió en aquellos años no siempre es lo que ha llegado hasta la actualidad. Represión policial, una escalada de violencia protagonizada por grupos de ultraderecha, la vía lucha protagonizada por la izquierda o los motines carcelarios, dejaron en Asturias varias víctimas mortales entre 1975 y 1982. A ello hay que sumar la «constante violación de los Derechos Humanos» o «el castigo, el control y el miedo, porque no solo hubo violencia física».

La primera tipología que se dio en el Principado es la violencia policial, «con un alto grado de impunidad para sus prácticas más comunes, desde detenciones violentas a torturas». Fruto de ello llegaron a morir varias personas y otras muchas resultaron heridas de gravedad.

La violencia ultraderechista llevó en Asturias varias firmas y acciones, como opresión en la universidad tiroteos, incendios o explosiones en locales de partidos de izquierdas o relacionados con sus militantes. «Sus objetivos no eran aleatorios y sus estrategias concuerdan con las que se desarrollan a nivel estatal», explicó Abad.

La violencia en las cárceles se endureció en estos años, llegando a ejercerse una gran presión a los presos «que son rehenes del estado y el castigo era algo cotidiano».

La resistencia armada de la izquierda en Asturias se centró en acciones reivindicativas y otras, como robo de bancos o propaganda armada, sin víctimas mortales.

https://www.lne.es/gijon/2019/04/02/eduardo-abad-violencia-politica-estuvo/2451014.htmlFacebooktwitterlinkedinrssyoutube

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Asturias aprueba su ley de Memoria Democrática

01/03/2019 por

El presidente del Principado, Javier Fernández, interviene ante el pleno de la Junta General
El presidente del Principado, Javier Fernández, interviene ante el pleno de la Junta General
La VOz
Oviedo

Asturias cuenta ya con una Ley de Memoria Democrática que obligará al Principado a asumir los gastos de inhumación de las fosas comunes de la Guerra Civil y del franquismo y que contempla sanciones de hasta 150.000 euros para quienes destruyan dichos enterramientos.

Esta nueva normativa ha salido adelante en el pleno de la Junta General del Principado con el voto de IU -que impulsó la iniciativa- PSOE, Podemos y Ciudadanos, mientras que Partido Popular y Foro votaron en contra por considerarla innecesaria y porque ven en ella un uso interesado de la historia que, más que propiciar la reconciliación, ahondará en la división de la sociedad, informa EFE.

De hecho, el portavoz de Foro, Pedro Leal, se ha referido a la ley como la de «Desmemoria democrática» y ha asegurado que supone «la antesala de la próxima ley de memoria de pensamiento único» en la que se parte de «la gran mentira que es decir que se es de izquierdas o no se es democrático»

«Nos quieren imponer la ideología y la historia. No existe la memoria democrática, existe la democracia, y no existe la memoria histórica, existe la historia, y por más que quieran eso no se va a cambiar», ha afirmado el parlamentario forista, para quien «este despropósito y chapuza legislativa» sólo busca «la venganza, la división y el odio y no la reconciliación».

Para el popular Rafael Alonso se trata también de una ley «innecesaria e ideológica» porque «no aporta nada y sólo va dirigida a una parte de la sociedad» ya que, según el parlamentario del PP, es producto del «consenso de la izquierda» y, más que una reconciliación «que ya tenemos», propicia la división y polarización de la sociedad.

Por contra, la portavoz de IU, Concha Masa, ha afirmado que intervenciones como la de Leal, «por sí, ya deja clara la necesidad de esta ley» que, a su juicio, sí que busca restañar heridas, la concordia y reconciliación, que cuenta con amplio consenso y que debe ser motivo de orgullo «como reflejo de madurez democrática».

El socialista Marcos Gutiérrez Escandón ha compartido que esta ley es necesaria porque sirve para fortalecer la democracia y no para poner la historia al servicio de la batalla ideológica. El texto no incorporó las enmiendas que había reservado Podemos, y que ha defendido la diputada Rosa Espiño, con el objetivo de que la ley incluyese también a las víctimas de robos de bebés entre los años 1979 y 1990 investigación del robo de bebés.

El texto «impulsa y refuerza» el papel de la administración autonómica respecto a lo previsto en la ley estatal para salvaguardar los derechos de las víctimas del franquismo.

Normativa

Así, la nueva normativa reconoce a los ciudadanos el derecho a localizar a las personas desaparecidas en Asturias y atribuye al Principado la obligación de tomar las medidas necesarias para hacerlo y asumir los gastos derivados de la identificación de los cadáveres y de su sepelio e inhumación así como de trasladar a la autoridad judicial las pruebas de los posibles delitos.

Los terrenos que ocupan las fosas podrán tendrán consideración de fines de utilidad pública o interés social para permitir su ocupación temporal durante dos años y en los que sean de titularidad privada se buscará un acuerdo con sus propietarios y, en caso de no alcanzarse, se procederá a su expropiación.

En este sentido, el régimen sancionador de la ley considera infracción muy grave -con multa de entre 10.000 y 150.000 euros- la construcción o remoción de terrenos sin autorización donde haya certeza de la existencia de desaparecidos; las excavaciones sin autorización; la destrucción de zonas ya incluidas en el mapa de fosas o de aquellas que constituyeran un hallazgo desconocido.

Como infracción grave -con multa de entre 2.000 y 10.000 euros- se tipifica la no conservación de lugares de la memoria democrática; trasladar restos sin autorización; no comunicar el hallazgo de restos o no retirar elementos conmemorativos del franquismo, incluidos los que estén en propiedades privadas que den a la vía pública.

La ley contempla también la elaboración de un censo de víctimas o desaparecidos con datos aportados por las familias así como la creación de un banco de ADN que permita cotejar los restos de personas desconocidas y exhumadas de una fosa con los de los familiares que se incorporen a dicho registro.

Asimismo, obliga al Principado a dar a quienes formaron parte del Consejo Interprovincial de Asturias y León y del Consejo Soberano de Asturias y León durante la Guerra Civil un trato «análogo» al que reciben quienes han formado parte de los gobiernos autonómicos, un reconocimiento extensible a quienes trabajaron para esos órganos y que deberá será desarrollado por vía reglamentaria.

 

La posición de FAMYR la hemos manifestado en este documento:

«Un paso para seguir avanzando»

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Gijón: Presentación del documental «Comandante Robert: comunista, republicano, antifascista»

29/11/2017 por

Gijón: Presentación del documental «Comandante Robert: comunista, republicano, antifascista»

LUNES 11 DE DICIEMBRE A LAS 20 HORAS

Presentación del documental José Antonio Alonso Alcalde, Comandante Robert: comunista, republicano, antifascista de José Constantino García Medina.

La Federación Asturiana Memoria y República, FAMYR, edita este documental, realizado por José Constantino García Medina, recordando la figura de José Antonio Alonso Alcalde, Comandante Robert, (El Entrego, Asturies 1919-Angen, Francia, 2015) que a los 17 años era militante de las Juventudes Socialistas Unificadas y que, tras la Guerra Civil, fue ingresado en varios campos de concentración para luego, miembro del PCE, integrarse como guerrillero en la resistencia  europea al nazismo. Caballero y Oficial de la Legión de Honor de Francia es uno de los  honores recibidos en vida, y desde el día 27 de octubre de 2010 una zona verde en Montevil lleva el nombre de Parque del Comandante Robert.

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Laviana celebrará los sextos encuentros sobre la ‘Memoria y Futuro, Manolín el de Llorío’

24/08/2017 por

M. VARELA LAVIANA.

Laviana acogerá el próximo 10 de septiembre, el sexto encuentro denominado ‘Memoria y futuro: Manolín el de Llorío, memoria viva’ que estará organizada por IU. Será una jornada en la que cada año participan decenas de militantes y que, en esta ocasión, arrancará a las diez de la mañana en la zona del complejo hostelero de Cañal en El Condado. Está previsto la subida a la cueva del Raposu, en donde en torno al mediodía tendrá lugar al acto de memoria histórica. En este lugar están las cenizas de uno de los últimos maquis asturianos en el lugar donde luchó por la libertad.

En torno a las dos de la tarde se celebrará una comida y está previsto un encuentro en la pista Fontoria de Pola de Laviana abierta a la militancia y simpatizantes. Se trata de un acto en el que se homenajea a Manuel Alonso González, uno de los últimos guerrilleros asturianos, que llegó a ser concejal en el concejo de Laviana por el Partido Comunista y que falleció en este concejo en el año 2011.

http://www.elcomercio.es/asturias/cuencas/laviana-celebrara-sextos-20170823000528-ntvo.html

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