Tres mil niñas y niños, de entre cuatro y quince años, fueron evacuados a la Unión Soviética, durante la Guerra Civil española y quedaron aislados de sus familias. Son conocidos como los “Niños de Rusia”. En ese país fueron lo que hoy llamamos “refugiados”.
¿Qué fue de ellos? ¿Qué de sus padres y hermanos, quebrados por la ausencia? ¿Qué de los que volvieron? ¿Qué de los que quedaron, para siempre, allí?
Cada cual sería merecedor de su propio relato. Esta novela nos lleva por el hilo conductor del periplo de uno de ellos: Tino, el primero en retornar a España.
Pocos días antes del golpe franquista del 18 de julio de 1936, con once años de edad, salió de su casa de Oviedo, para pasar una quincena de vacaciones en la Colonia de Salinas; un campamento de verano en Avilés. No volvió a reencontrarse con sus seres queridos hasta cinco años y medio después.
Los primeros catorce meses quedaría separado de su familia por el cerco de Oviedo. Después saldría, desde Gijón, en una épica navegación hacia el Mar Báltico con destino a la URSS. En la región de Moscú y en Leningrado viviría sus años de infancia y primera juventud. Combatiente voluntario del Ejército Rojo Soviético, en el frente de Karelia, fue hecho prisionero e internado en un campo de concentración finlandés, dirigido por los nazis, hasta su retorno a España.
La mayoría vivimos una vida pero hay unos pocos a quiénes, el azar, les depara vivir varias dentro de la suya. Aquellos “Niños” tuvieron ese destino.
Sirva esta narración para que, el recuerdo de estas otras víctimas de la guerra y el exilio, no quede en el olvido y porque, la memoria, al igual que la palabra, “es un arma cargada de futuro”.
Isolina Marinas, en el centro, emocionó a los presentes recordando el calvario que sufrió su padre antes de ser fusilado. / NEL ACEBAL
En el alto parragués fueron homenajeadas las hermanas Marinas Canteli, el niño de la guerra Maximino Roda y Balbina Rebollar, hija de una víctima de los nazis
Con un radical cambio en el planteamiento, más centrado ahora en la reivindicación de la tercera república que en la lamentación por todo lo que supuso el triunfo del dictador, ayer volvió a celebrarse el tradicional homenaje republicano en el alto del Fitu, en el concejo parragués. Organizado por la Federación Asturiana Memoria y República (Famyr), el acto cambió los discursos de líderes políticos por un reconocimiento a personas de la comarca oriental que se distinguieron por sus valores republicanos.
En esta primera ocasión los elegidos fueron las hermanas Tita e Isolina Marinas Canteli de Arriondas -hijas de un torturado y fusilado en la Guerra Civil cuyos restos aún siguen en la fosa común del Fitu-, el niño de la guerra piloñés Maximino Roda Zarabozo -en septiembre de 1937 embarcó en El Musel con destino a la Unión Soviética y con solo dieciséis años luchó en la II Guerra Mundial- y Balbina Rebollar, hija de una víctima de los campos de concentración nazis.
Otra de las novedades de este año fue la incorporación, en la presentación del acto, de una persona de trayectoria republicana, este año el presidente del Ateneo Republicano de Gijón, Alejandro Villa. Además, desde Famyr lograron recuperar el carácter unitario que siempre caracterizó al evento, hasta que hace unos años el PSOE comenzó a celebrar el suyo propio. Ayer varios representantes políticos socialistas, de Izquierda Unida y de Unidas Podemos se acercaron hasta El Fitu para asistir al acto.
El presidente de Famyr, Juan Cigarría, explicó los cambios aseverando que «entendemos que el mejor homenaje es construir aquello por lo que quienes están por las cunetas dieron su vida». Aunque siempre se seguirá recordando a las víctimas del franquismo, agregó, «el Día de la República no debe ser un acto de cunetas, triste ni lúgubre, pues fue un día alegre, fue la primera vez que había democracia en España». Por este motivo, continuó, «desde la añoranza y el recuerdo a los nuestros, consideramos que es preciso luchar por la tercera república como un estado que dé respuesta a las necesidades del pueblo». La jornada finalizó con una ‘comida de traje’ en la que los asistentes compartieron viandas y bebidas.
El Salón del Té del Teatro Campoamor acogió ayer relatos, danza y experiencias en torno a la ley aprobada el pasado marzo
claudia granda
Oviedo
El abuelo de la exconsejera del Principado Laura González trabajaba como Guardia Urbano del Ayuntamiento de Avilés antes del inicio de la guerra. Tras su estallido, Ángel González fue apresado, trasladado a la Casa Pedregal y torturado. Su mujer le llevaba ropa y comida cada día hasta que un día le dijeron que su marido ya no estaba allí. «No lo volvieron a ver. Cuentan que cuando lo llevaban a fusilar se tiró del camión y lo acribillaron en la carretera», relata su nieta. Años más tarde, cuando González contaba con apenas tres años, en su casa se recogió a un huido de la cárcel del Coto. «La Guardia Civil nos rodeó con ametralladoras pero afortunadamente ya habíamos conseguido que escapase a Francia», explica. Este testimonio es tan solo uno de los miles que pueden llegar a extraerse de la memoria de los españoles que a día de hoy siguen en pie tras aquella época y que Laura González ha querido compartir con los ciudadanos en el inicio de la Semana Republicana de Oviedo organizada por Izquierda Unida, el Partido Comunista de Asturias, la Mocedá Comunista y la Asociación Cultural Isidoro Acevedo.
La historia de la exconsejera ha servido para contextualizar uno de los principales temas que ayer se trataron en el Salón del Té del Teatro Campoamor: la recién aprobada ley de Memoria Histórica. «Ya va siendo hora de que se abran las cunetas y podamos enterrar a la gente que tantos años nos faltó», aseguraba González que, haciendo referencia a la situación política de Andalucía, añadía que «nos vamos al desastre».
Durante el acto intervino también el profesor de historia del instituto Aramo Pepe García, quien repasó algunas de las reformas más importantes que Manuel Azaña, presidente de la Segunda República, trató de llevar a cabo durante su corto gobierno. «Hace 80 años del final físico de la República, pero del jurídico ni vivencial. Supuso un paréntesis extraordinario con un impacto tan fuerte que ha supuesto el hecho más trascendental de la historia de España en el siglo XX», explicaba el profesor. La reforma militar, agraria, educativa o la conversión del estado a no confesional, fueron algunos de los factores destacados por García. «Las fuerzas enemigas ahogaron en sangre a sus redactores, partidarios e indiferentes. Ahogaron la ilusionante esperanza republicana», lamentaba.
La tercera en intervenir en este acto fue la candidata a la alcaldía de Oviedo por Izquierda Unida Concha Masa, quien participó en la creación de la Ley de Memoria Histórica aprobada el pasado 1 de marzo y que aprovechó para hablar acerca de la misma. «Me siento muy orgullosa de haber podido contribuir en ello», afirmaba al comienzo de su discurso. Masa explicó a los asistentes el proceso de creación de esta ley que afirmaba tan necesaria para el Principado, la cual fue apoyada por PSOE, Podemos, Izquierda Unida y «de manera relativamente positiva, con limitaciones y recelo» por Ciudadanos. La propuesta, explicaba, fue rechazada desde un primer momento por Foro y PP.
La nueva ley establece diversas definiciones y abre un amplio abanico del concepto de víctima en aquella época: asesinados, reprimidos, expuesto a trabajos forzosos, entre otros. Ha supuesto, además, la creación de un banco de ADN para reconocer los restos que se vayan encontrando, así como establece protocolos de localización, extracción y protección de fosas. Se han creado también, según explicaba la candidata a la alcaldía, órganos expertos, un régimen sancionador y lugares de memoria.
Durante el acto ha intervenido también la Escuela de Danza y Circo de La Caracola de Corvera, que lleva a cabo un proyecto artístico llamado Tiraña en la memoriay del cual los allí presentes pudieron disfrutar de un pequeño fragmento en el que, en dos pases, los pequeños bailarines interpretaban piezas que representan sensaciones como la pérdida, el dolor, la tristeza, la fuerza o la impotencia vivida por tantos en aquella época. Este proyecto ha supuesto meses de trabajo e investigación para este colectivo cultural en el que han tenido la oportunidad de compartir experiencias junto a las familias de los desaparecidos en la fosa de Tiraña. La escuela presentará el proyecto al completo el próximo 10 de mayor en el teatro de La Felguera.
Programación de la Semana Republicana
La Semana Republicana continúa hoy en el Club de Prensa de la Nueva España donde Agustín Otxotorena, empresario residente en Venezuela, y Paco de Asís Fernández, presidente de PCA impartirán la conferencia Objetivo: Venezuela a las 20:00 horas. El miércoles 10 de abril, a las 19:00 horas en el salón de actos del Museo Arqueológico tendrá lugar la charla El auge de la extrema derecha: los «nuevos» reaccionarios.En ella intervendrán el historiador Faustino Zapico, el profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM y director de la FIM Eddy Sánchez y la Secretaria General del PCA Agustina Guglielmetti.
El jueves 11 de abril, en el mismo lugar y a la misma hora, el secretario general de CCOO José Manuel Zapico, el diputado de IU en el Parlamento asturiano Ovidio Zapico y el secretario de formación del PCA Fran de Asis Fernández intervendrán en la mesa redonda La industria asturiana en su laberinto: encontrando la salida. El viernes, a las 19:00 horas en la biblioteca de El Fontán tendrá lugar la proyección de la película El Rey, dirigida por Alberto San Juan y Valentín Álvarez.
La Semana Republicana termina el domingo 14 de abril, día de la República con una ofrenda floral en el cementerio de Oviedo a las doce del mediodía y la manifestación por la tercera república convocada por Asturias por la República, que se iniciará a las 13:30 horas en la estación de Renfe.
Familiares y miembros de asociaciones, el año pasado, en el cementerio de La CarrionaRicardo Solís
El Muro de la Memoria del Cementerio de La Carriona de Avilés honrará a 612 hombres y mujeres asesinados y desaparecidos por la represión franquista entre 1937 y 1953. Todos ellos eran naturales o vecinos de Avilés, Castrillón, Gozón, Corvera o Illas o fueron asesinados o desparecidos en la comarca por defender la República. Este muro también recordará a los 8 hombres de Avilés, Cancienes y Salinas que murieron en los campos nazis de concentración Mauthausen- Gusen, en Austria, entre 1941 y 1943. La inauguración será este domingo, 14 de abril, con la presencia de familiares y representantes institucionales y de la memoria histórica.
La relación de personas recordadas en este memorial está verificada por el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo a partir de un listado gestionado por los investigadores e historiadores de diversas asociaciones memorialistas. Este listado es un punto de partida y se establecerá un sistema para que las personas que echen en falta a un familiar asesinado o desaparecido, puedan aportar documentación para que su nombre pueda añadirse al Muro de la Memoria.
El muro está formado por 4 placas negras de aluminio resistente a la intemperie; suman 6 metros de largo y 2 metros de alto. El listado de nombres se encuentra ordenado alfabéticamente a partir del primer apellido de cada persona.
El Muro de la Memoria está situado en las inmediaciones de la antigua tapia del camposanto avilesino donde tenían lugar los fusilamientos durante la Guerra Civil y el franquismo. En concreto, ocupa el muro izquierdo del acceso a la zona de osarios y horno crematorio del Cementerio de La Carriona.
Otros hitos de memoria histórica en Avilés
Un monolito construido por las mujeres víctimas de la represión franquista en el Cementerio de La Carriona. Tres monolitos conmemorativos de las Fosas Comunes de la Guerra Civil. Están ubicados en la entrada Cementerio de La Carriona -que albergó la mayor fosa común de Avilés-, en La Piñera (Llaranes Viejo) y frente a la Quinta Pedregal (C/José Manuel Pedregal), lugar de tortura y represión durante la guerra.
También hay una placa que recuerda la ubicación del Campo de Concentración de Prisioneros Republicanos de La Vidriera de la Guerra Civil y la posguerra. Fue uno de los más importantes del Norte de España tanto por el número de prisioneros que albergó como por la permanencia de sus instalaciones, hasta los primeros años de la década de 1940. Situado en la confluencia de la avenida de Gijón con la calle Llano Ponte en el solar en el que actualmente se sitúan los bloques de viviendas cuyos bajos ocupa parcialmente el CMAE. La leyenda de la placa -descubierta el 4 febrero 2015- es: La Vidriera. Campo de Concentración de Prisioneros Republicanos. A los que dieron su vida por la libertad y la democracia»
Señalizar todas las fosas comunes del concejo de Siero, donde yacen las víctimas de la guerra civil y de la posterior represión franquista, es el objetivo de una nueva plataforma ciudadana, que se presentó ayer en la parroquia de Lieres junto a una de esas fosas, la de la Cabaña de Ferma, situada bajo un camino sin asfaltar.
Este colectivo, formado inicialmente por unas diez personas y abierto a cualquier vecino que quiera colaborar en ese fin, ha abierto ya una cuenta en la Caja Rural (ES44/3059/0006/2430/7024/1827), donde los interesados podrán realizar sus aportaciones económicas individuales. La idea es que, en el plazo de un mes y medio, se pueda colocar la primera placa identificativa y completarlas todas a lo largo del presente año, según apuntó uno de sus impulsores, Xosé Firmu García Cosío. También deberán elegir un modelo uniforme de placa, que será muy sencilla.
La plataforma se guiará por el censo elaborado por la Universidad de Oviedo y el Principado de Asturias, que registra doce fosas comunes en el concejo de Siero, de la que tan solo estaba señalizada la existente en San Miguel de la Barreda. Con posterioridad, se señalizó la fosa del Pozu Tartiere, en la parroquia de Lieres, a raíz de una moción que presentó Somos Siero, y que fue aprobada por el Pleno en diciembre de 2016.
En esa moción se solicitaba adecuar y señalizar todas las fosas del concejo, además de colgar todos los datos disponibles en la página web municipal, estudiar la existencia de otras fosas no inventariadas o habilitar ayudas económicas a las familias de esas víctimas para proceder a la exhumación e identificación de los cuerpos. Sin embargo, desde que se produjo ese acuerdo plenario hace más de dos años, tan solo se señalizó la mencionada del Pozu Tartiere, por lo que quedarían otras diez fosas pendientes y que están diseminadas por varias parroquias del concejo.
Su padre desaparecido
Otro de los integrantes de la plataforma, José Antonio Piquero, vecino de Lieres y que trabajó treinta y un años en la mina de Solvay, comentaba que se había sumado a esta iniciativa, porque su padre fue una de las víctimas desaparecidas durante la guerra civil. El único dato del que dispone es que está enterrado en algún lugar de Bilbao. Del Pozu Tartiere comentó, según escuchó a la gente del lugar, que traían los cadáveres «por camiones» y que alguno incluso fue arrojado vivo.
El portavoz del grupo municipal de Somos Siero, Javier Pintado, también presente en el acto, comentó que respaldará «ese movimiento de la sociedad civil», al que ofrece «toda la colaboración, apoyo e información».
Una investigación cataloga los 300 centros de reclusión de presos en España
oviedo, m. p. / agencias 17.03.2019 | 00:16
Un cálculo muy aproximado cifró en 30.000 prisioneros la capacidad de los doce campos de concentración que tuvo Asturias entre los últimos años de la Guerra Civil y los primeros de la posguerra. De Arnao (Castropol) a Celorio (Llanes), la geografía asturiana de la represión franquista tiene una docena de paradas en la investigación recién publicada del periodista y escritor Carlos Hernández de Miguel, que ha inventariado en el libro «Los campos de concentración de Franco» (Ediciones B) los cerca de trescientos en los que el franquismo diseminó por España a entre 700.000 y un millón de cautivos, estima el autor.
De los doce asturianos, solo el de la costa de Arnao, cerca de Figueras, tiene en la documentación del investigador la consideración de campo «de larga duración» por el tiempo que estuvo abierto, al menos desde agosto de 1937 a febrero de 1943. Únicamente este, en el que, por cierto, se conocieron los padres del presidente del Principado, Javier Fernández, respondía al concepto canónico del campo, con barracones levantados a propósito para hacinar prisioneros en la rasa costera, frente al mar, junto a la ría del Eo; los demás, que la investigación cataloga como «estables», se usaron durante menos tiempo -con duraciones variables entre 1937 y 1939- y reutilizaron edificios ya existentes de la más diversa índole. Figuran aquí el desaparecido psiquiátrico de La Cadellada, en Oviedo; en Gijón la también derruida fábrica Harinera y la plaza de toros de El Bibio; la antigua Vidriera de Orobio de Avilés; la perdida conservera Portanet, en Candás; el cine y varios edificios de Navia y Andés, diversos emplazamientos de la parroquia de Canero (Valdés) y el cine de Luarca; el monasterio de San Salvador de Celorio (Llanes) y algunas ubicaciones no precisadas en Ortiguera (Coaña) y Grado. La lista se completa con dos campos «provisionales o de evacuación», que operaron únicamente durante algunos meses de 1937 en Pola de Siero e Infiesto.
En el macabro catálogo de Hernández de Miguel, Asturias es la novena autonomía con más emplazamientos inventariados y la segunda de las uniprovinciales, tras Madrid, en una clasificación que encabezan los 52 campos de Andalucía. Estas prisiones fueron, señala el autor en una entrevista a «Efe», «una de las patas de la enorme mesa que fue la represión franquista», una práctica de la que hay poca documentación derivada «de la destrucción masiva de ficheros que se realizó durante la dictadura y los primeros años de la Transición».
Según su tesis, a pesar de las diferencias hubo una analogía y existieron algunos elementos en común entre estos campos de concentración españoles y los implantados en la Alemania nazi, que explica que incluso dirigentes de la Gestapo participaron en el adiestramiento de las fuerzas policiales españolas. El sistema franquista de estos campos fue diseñado de acuerdo a las necesidades de la dictadura, que eran, recalca el escritor, el «exterminio» de los elementos «más activos» del entorno republicano y la consecución de mano de obra a través de los «batallones de trabajo». «En los campos de concentración franquistas no hubo cámaras de gas, pero se practicó el exterminio y se explotó a los cautivos como trabajadores esclavos», señala.
Nació en Xixón el 7 de agosto de 1894 y murió el 27 de marzo de 1938 en Woodstock (EE.UU.) en un accidente automovilístico cuando hacia tareas de solidaridad internacional antifascista. Se afilió a la CNT en 1911, siendo un destacado militante del anarquismo asturiano y defensor de la Alianza Obrera. Fue alcalde de Xixón durante el periodo de Guerra civil, del 15 de octubre de 1936, al 20 de octubre de 1937.