Homenaje antifranquista en Sobrepiedra (Parres)

El sabado 13 en Sobrepiedra, rendiremos un nuevo Homenaje a los 5 republicanos asesinados por el fascismo en Sobrepiedra, Parres.





El sabado 13 en Sobrepiedra, rendiremos un nuevo Homenaje a los 5 republicanos asesinados por el fascismo en Sobrepiedra, Parres.
http://www.jotdown.es/2013/12/gerardo-iglesias-estamos-marchando-a-pasos-agigantados-a-la-frontera-de-lo-que-fue-el-franquismo/
Aguantó los peores ataques de Santiago Carrillo y una fea campaña difamatoria de Felipe González y Alfonso Guerra. También los achaques del trabajo, cuando no le quedó más remedio que volver a la mina tras abandonar la política y sufrió un terrible accidente laboral. Tiene la salud muy delicada, pero Gerardo Iglesias (La Cerezal, 1945) aún conserva energías para investigar la represión franquista en su región y redactar sus memorias. También se ha sumado a la causa abierta en Argentina contra la represión de la dictadura aportando el caso de sus familiares. Mientras fue secretario general del PCE, sus ideas causaron el mismo rechazo de los poderes del mundo capitalista que de los Gobiernos de la URSS anteriores a Gorbachov. Esta forma de entender el mundo de su tiempo le llevó a formar Izquierda Unida, pero no pudo darle la continuidad que le hubiera gustado al espíritu original del proyecto. No quiere dar ya entrevistas, pero hace una excepción.
Es usted descendiente de una familia de comunistas.
Soy descendiente de una familia de personas; personas que en un momento dado pues, efectivamente, ingresaron en el Partido Comunista. Somos de un pequeño pueblecito, casi una aldea, que se llama La Cerezal y pertenece al Ayuntamiento de Mieres. Toda mi familia, sobre todo por parte materna, han sido militantes del partido. También mi padre. Y por ello han sufrido todos los embates de la represión franquista. Participaron en la guerra, mi padre estuvo en diversos frentes en Asturias. Y cuando acabó la guerra de trincheras, que aquí fue en el 37, fue hecho prisionero. Lo llevaron primero a un campo de trabajo en Teruel, luego estuvo en otros campos de concentración, en Guernica, también en la cárcel de Zaragoza. Toda una peripecia durante varios años. No tengo muchos recuerdos de cosas que me contara, salvo detalles del sufrimiento de los campos de concentración, de los batallones de trabajadores. Era horrible vivir bajo esas circunstancias cuando, además, la política del franquismo ya se sabe cuál era con los vencidos: el «exterminio por hambre o por fuego».
De niño ya tuvo relación con la guerrilla, con el maquis.
Mi padre después de regresar de los campos de concentración continuó militando en el Partido Comunista y, más concretamente, mi casa fue un punto de apoyo importante de la guerrilla asturiana. Éramos cuatro hermanos, yo el más pequeño, y estábamos muy imbuidos de aquella situación. No hacía falta ni que nos lo dijeran, en cuanto veíamos un guardia civil íbamos a avisar a los guerrilleros, que estaban en un refugio cercano y también paraban en nuestra casa. Ya con cinco años tengo recuerdos de todo esto. Me veo en brazos de alguno de ellos. Conservé también durante algunos años recuerdos que me dejaron, concretamente, durante mucho tiempo guardé una maqueta de avión que me hizo un guerrillero al que llamábamos Quirós, porque era de un pueblo de aquí de Asturias, aunque había venido de Francia. Pero sobre todo recuerdo que un buen día vino la Guardia Civil a picar a la puerta de casa y los teníamos a todos dentro en ese momento. Tengo la imagen de todos los guerrilleros apuntando a la puerta con sus armas. Ver a mi padre salir corriendo e inmediatamente pedirle a mi madre que sacase una jarra de vino para entretenerlos, porque si llegan a entrar se arma la marimorena…
A los doce años empezó a trabajar.
En el año 50 mi padre fue detenido. Mi madre se quedó con cuatro hijos. El mayor tenía doce años y a esa edad luego fuimos desfilando a trabajar. Las necesidades eran tremendas, no hacía falta que nos lo mandaran. Nosotros mismos tomábamos la iniciativa. Yo empecé a trabajar con dos albañiles, dos profesionales de la construcción que iban por su cuenta levantando casas. Hacían todo el trabajo, desde la preparación de la madera, la piedra… subían los edificios, hacían el trabajo interior. Eran muy completitos.
A los quince años, a la mina.
A la mina me fui forzado por la mala situación que tenía con estos dos albañiles. Me pagaban poco. Trabajaba de sol a sol, me recogían a las siete de la mañana y no volvían hasta las diez, y al día siguiente, lo mismo. Por supuesto, sin seguridad social ni nada. Y encima no me trataban bien, particularmente uno de ellos. Eso me empujó a pedir trabajo en la mina, pero hasta los dieciséis años no se podía entrar ahí así que me tuve que falsificar el carné de identidad poniéndome un año más. Comencé a trabajar en la mina del Pozo Fondón, que está en la cuenca minera del Nalón. La vida en la mina era muy dura. Yo vivía a nueve o diez kilómetros y los tenía que recorrer caminando cada día. Y casualmente no era un terreno llano [ríe], en Asturias todo es cuesto. Por eso llegaba al tajo y ya estaba agotado. Y luego, la vuelta después de una larga jornada, a veces con horas extraordinarias.
Viví accidentes laborales, pero no los sufrí personalmente; los que sufrí fueron algunos provocados por mí mismo. Era una cosa bastante habitual, cuando te encontrabas en un trabajo extremadamente peligroso, tajos que ofrecían mucho riesgo, peligro de muerte por derrumbes o por gas, la única salida que tenías era accidentarte para escapar a la muerte. Y eso yo lo hice en dos ocasiones. Mira, te lo explico fácilmente (muestra los dedos meñiques de las dos manos, todavía visiblemente quebrados). Con la ayuda de un compañero, te daban un golpe fuerte, te rompías el dedo y te apartabas unos días de aquel infierno. He visto a bastantes morir. A bastantes.
La mina es muy dura y sobre todo en aquellos años. Empezando por que la alimentación, casualmente, no era buena. Sobre todo en familias como la mía. Sin embargo, las jornadas de trabajo eran largas y duras. Yo entré a trabajar con quince, pero a los dieciséis años ya estaba de picador, que es un trabajo muy duro, por la dureza en sí del trabajo, y por el riesgo permanente que corrías. El inmediato y el menos inmediato, que era la silicosis. Mi padre salió de allí también con bronquitis crónica, aunque murió a consecuencia de otros males derivados de las torturas que sufrió.
¿Cómo empezó su militancia?
Yo digo que ya nací militando en el PCE. Todos eran del PCE a mi alrededor. Pero mi ingreso formal se produjo justo cuando entré a trabajar en el Pozo Fondón. Me destinaron a un trabajo con un militante comunista que se llamaba Valeriano Lorenzo, que luego fue alcalde de Yermes y Tameza, un pueblo de aquí [Y que murió en 1995 por una neumonía ocasionada por la silicosis que padecía. N. del R.]. A los pocos días de trabajar juntos, charlando y tal, le resultó fácil convencerme para entrar en el PCE, entre otras cosas, porque ya estaba convencido [risas].
Los primeros años de mi militancia consistieron básicamente en llevar propaganda de un lugar a otro. Servir de enlace con los que dirigían el partido clandestinamente en Asturias, Horacio Fernández Inguanzo, Ángel León y otros. Las responsabilidades dentro de la organización me fueron llegando sin quererlo y sin esperarlo. Sin creer que yo estuviera capacitado para ello. Ya con dieciocho años formaba parte de la dirección provincial del partido, ya comencé a asistir a reuniones en París. Después de un periodo, pasé a ocuparme de la agitación social dentro del trabajo; agitación social porque no había sindicatos, solo el Vertical. Se creó uno, la Oposición Sindical Obrera, pero no tuvo repercusión. Luego, ya más tarde, llegó el momento de las Comisiones Obreras, y estuve muchos años dedicado al trabajo sindical.
¿Cómo fueron las huelgas de los años sesenta?
Llevamos a cabo pequeñas y grandes huelgas. La más importante que hubo en Asturias fue la del 62, en la que fui despedido por primera vez. Pero fue una huelga que se ganó, tanto en las reivindicaciones laborales como en la readmisión de los despedidos, por lo que el mío al final no se hizo efectivo. Las demandas laborales se basaban en la mejora de la seguridad del trabajo y los salarios, el precio de los destajos. Es decir, en la mina esencialmente se trabajaba, picadores y barrenistas, a destajo. Y eso incrementaba de manera importantísima los riesgos. Todos los días te medían cuánto carbón sacabas y si no llegabas, te pagaban menos. Si trabajas en un frente peligroso y además tienes que ganarte el pan esforzándote hasta el extremo, el peligro aumenta. Te ocupas más de sacar un buen rendimiento que de tu seguridad.
Las huelgas ya tenían cierto recorrido, habían empezado en los cincuenta. En la del 62 se paralizaron todas las cuencas mineras y en parte la metalurgia, lo que repercutió en los servicios. Por eso tuvieron que ceder. Ganamos. Aunque muy pronto se tomaron la revancha. En el 63 vino otra huelga y ahí ya comenzaron las deportaciones, enviaron a mucha gente a otras regiones de España, las citaciones al cuartel, las palizas, los interrogatorios, las detenciones preventivas. Todo esto pasó a ser el orden del día.
A mí la primera vez que me detuvieron me sacaron de la cama a las tres de la mañana en la aldea donde yo vivía. Me trajeron a Oviedo al cuartel de la Policía Nacional y me encontré con que había cientos de detenidos porque habían hecho una redada. De ahí me pasaron a manos de la Brigada Político-Social, frente al Hotel Reconquista. Allí estaba Pascual Honrado de la Fuente, cuyo nombre era una ironía. Formaba parte del grupo de Claudio Ramos, jefe de la Brigada. Era uno de los torturadores más terribles. Estaba especializado en tumbarte al suelo dándote puñetazos en el hígado. Te daban patadas, hostias de toda clase, sufrías todo tipo de ensañamientos, aparte de humillaciones. El sistema que seguían era darte una buena paliza, bajarte al calabozo, y sin que te hubiera dado tiempo a enfriar, te subían nuevamente. Era una técnica para situarte contra las cuerdas. Yo era un niño la primera vez que me detuvieron, tenía dieciséis o diecisiete años, y con esa edad me dieron muchas palizas. Fueron cuatro días en comisaría recibiendo. Pero como no solté prenda me tuvieron que liberar. Y esta no fue la época más dura. A mí no me aplicaron corrientes y otras técnicas brutales que hubo desde el final de la guerra hasta el año cuarenta y tantos, cuando las torturas eran técnicas puramente hitlerianas.
De ese periodo ha hablado en su libro Por qué estorba la memoria (Madera noruega, 2011). ¿Puede contar las historias que ha investigado que más le hayan impresionado?
Uno de los hechos más terribles que se produjeron bajo la dictadura fue el de Emilio Rubiera. Era un hombre viudo que tenía varias hijas y vivían con él. Económicamente se desenvolvía bien. Tenía una gran casería al lado de un pueblo de Gijón que se llamaba Quintes. Era un hombre muy generoso que ayudaba a todo el mundo, también a los que estaban huidos. Les daba de comer a los guerrilleros lo mismo que invitaba al cura del pueblo. En un momento dado se dieron cuenta de que su casa servía de punto de apoyo a guerrilleros y la noche del 27 de enero de 1948, en el marco de una gran redada, llegaron con camiones, cargaron todas sus pertenencias, que eran muchas y valiosas, era una familia muy pudiente, desvalijaron la casa, se hicieron con todo lo que pudieron, ataron dentro de la cocina a Emilio Rubiera y a sus dos hijas, Asunción y Carmina, y le prendieron fuego a la casa. Los quemaron vivos, allí perecieron carbonizados.
Aquella noche fue terrible. Aniquilaron también a todos los jefes guerrilleros de Asturias. Se habían infiltrado en la guerrilla algunos policías, se inventaron la monserga de una supuesta entrega de armas en distintos puntos, armas que supuestamente venían de Francia. Fue una operación de despiste, una trampa. Citaron a la guerrilla en lugares como Playa Franca, en el occidente de Asturias, en Santo Emiliano, o en la zona de Mieres. Una caravana de guardias civiles dejó en estos puntos cajas llenas de ladrillos que supuestamente eran las armas y, según llegaban al lugar los guerrilleros, los ametrallaban. Hubo mucha desconfianza ante esa entrega de armas, pero la extremada angustia en la que vivía la guerrilla, con armas obsoletas, con caídas de enlaces y puntos de apoyo, esta situación les condujo a agarrarse a un hierro ardiendo.
Otro caso tremendo fue el de Teresa Valles. Era la madre de un grupo de guerrilleros, eran socialistas, casi vecinos míos. De un pueblo que se llamaba Entrerrios, en la zona de Mieres. Arriba, en la montaña, donde yo nací. Esta familia sufrió una verdadera tragedia, porque al finalizar la guerra ahí varios hermanos se echaron al monte escapando de una muerte segura. Ya que, al acabar la guerra, lo más probable es que acabases en el paredón o con un tiro en la nuca. Entre la gente que se subía al monte había un espíritu de rebelión y de no aceptación de la derrota, pero también intentaban sobrevivir a una política de exterminio anunciada previamente con toda claridad. En los primeros escritos del general Mola se decía que había que aniquilar sin compasión a todo el que no pensase igual. Y eso hicieron desde un primer momento. Iban por los pueblos, cogían a civiles, los llevaban a los montes y los mataban a palos o les pegaban un tiro en la cabeza. En la zona donde yo nací hubo casos incontables. Pues, como decía, los hijos de Teresa Valles, Ursino, Segundo, Víctor y José huyeron al monte.
Con la represión ocurría siempre lo mismo. Se lanzaban directos sobre las familias de los guerrilleros. Muy pronto detuvieron a una de sus hijas, la encerraron en el convento de los frailes de Mieres y de ahí desapareció. A la gente que recluían en ese convento, por la noche la cargaban en camiones de prisioneros y los arrojaban a los pozos, en este caso fue Pozo Turón. En esta familia empezaron por ella. Luego fueron a por la madre, Teresa. Le dieron una monumental paliza en la calle, en presencia de todo el mundo, y con uno de sus hermanos delante, un falangista, un tal Orgonio, que mientras la apaleaban y la pisaban le decía «Dinos dónde están los guajes». Los guajes eran los guerrilleros. A consecuencia de aquella monstruosa paliza, inmediatamente la mandaron al campo de concentración de Figueras, en la parte occidental de Asturias, en Castropol. Llegó, vomitó sangre y al poco tiempo se moría. Después cayó uno de los guerrilleros, Víctor… bueno, al final la tragedia se cerraba con el padre, que ya llevaba muertos a su esposa y cinco hijos, unos en el monte, otros en la propia guerra, y otro en la revolución de octubre, y terminó ahorcándose en la puerta de su casa.
Me han dicho que cuesta leer mi libro, pero fue la realidad. Todo lo que cuento es información contrastada acompañada de testimonios directos. No hay literatura.
Cuando el dictador empieza a agonizar, ¿cuáles eran sus expectativas?
Ahora veo todo aquello de forma muy distinta. En aquel momento el PCE luchaba por provocar la ruptura con el régimen fascista. El régimen se agotaba por la lucha obrera, por la presión internacional, pero los hechos han demostrado que no reunimos fuerzas suficientes para provocar aquella ruptura. Entre otras cosas, porque ni la oposición estaba unida. Teníamos un primer intento que fue la Junta Democrática, con el PCE, el partido de Tierno Galván y una serie de personalidades y pequeños partidos. Pero uno que era fundamental, el PSOE, no quiso unirse a aquello y formó otra instancia, la Plataforma Democrática. Para cuando las dos se unieron, los propósitos de ruptura ya iban desapareciendo.
Yo era miembro de la dirección del PCE, pero no tuve un papel decisivo en el proceso. El problema fue que el partido llegó un momento en que temió verse marginado, porque de hecho se intentó, el PSOE aceptaba nuestra no legalización. Ahí centró el partido sus fuerzas y entró en una negociación que nos condujo finalmente al reconocimiento de la monarquía y de la bandera. Yo estuve en la reunión del Comité Central en la que se tomó esa decisión. Fue algo improvisado, sobre la marcha, presionados. Era la primera reunión que celebrábamos en Madrid a la luz del día. De repente, hubo una llamada de Suárez y Carrillo salió de la reunión. Llegó al cabo de un par de horas con una declaración redactada y nos comunicó que había una amenaza del Ejército de entrar a por nosotros, así que todos votamos afirmativamente sin discusión. Asumiendo que en aquel momento la única salida que hubo fue esa Transición, hay que decir que, cuidado, fue con la pistola apuntando a la cabeza.
Además, también hubo otros muchos hechos, los asesinatos de la calle Atocha, los secuestros de varios generales por un grupo organizado por la propia policía, los GRAPO. Una serie de sucesos que, en suma, de transición pactada, nada; transición impuesta y aceptada. Todo debido a la enorme voluntad de poner fin a aquella sangría que se había prolongado durante cuarenta años. Por eso no hubo ruptura. La Transición la dirigieron elementos provenientes del régimen, de la dictadura, y la conformaron a su medida. Esa es la verdad. Empezando por una ley de amnistía que sin pedir perdón a nadie asumía que todos los perdonábamos. Fue una ley sumamente escandalosa, sobre todo viéndola hoy, desde la distancia. Suponía la liberación de los que estábamos en la cárcel, en la clandestinidad, en el exilio, pero visto con cierta distancia es una auténtica aberración que fueran los criminales los que nos perdonaron la vida; los que nos permiten volver a la legalidad cuando ellos son los que tenían que haber ido directos a los tribunales.
En Miseria y grandeza del PCE, de Gregorio Morán, dice que Carrillo llevó todas las negociaciones de la Transición a título personal, que informaba al Comité Central de lo que juzgaba necesario y que, de hecho, en los archivos del partido no había prácticamente actas entre el año 76 y el 77.
Sí, la llevó muy a nivel personal. He ojeado un libro recientemente escrito por José Sandoval, que murió no hace mucho, un dirigente histórico del PCE, y cuenta, efectivamente, que en un momento dado le pidieron a Carrillo que informara de sus contactos y contestó que solo informaría de lo que considerase oportuno. Lo llevó como algo personal, pero de otro modo ya digo que no reuníamos fuerzas suficientes para provocar una ruptura. Lo que sí es cierto es que esa transición divulgada como modélica, vista retrospectivamente, fue un completo despropósito.
¿Cómo llegaron al eurocomunismo, a anteponer la democracia y los derechos fundamentales al socialismo?
El eurocomunismo fue un intento de superar el enorme desprestigio en el que habían caído los partidos comunistas sobre todo por el papel que había jugado Stalin al frente del PCUS. Todo el prestigio de la URSS al salir victoriosa de la II Guerra Mundial se vio empañado por las prácticas criminales de Stalin, por los asesinatos, los gulags, en fin, todo lo que hizo. Entonces los partidos comunistas eran satélites del PCUS y el eurocomunismo intentó desmarcarse de todo aquello. Creo que no tuvo mucho recorrido porque ya era algo tarde. Recomponer la imagen de un partido comunista para mostrarlo como un partido democrático antes que nada ya era harto difícil, particularmente en España donde había habido cuarenta años de propaganda férrea contra el comunismo. Pero el intento fue bienintencionado. Los franceses se descolgaron muy pronto, pero no así el Partido Comunista Italiano que mientras vivió Berlinguer apuntó en una dirección muy positiva todos sus escritos y reflexiones. Eso sí, muerto él las cosas cambian.
Todos estos acuerdos, pactos y consensos a los que llegó Carrillo a título personal neutralizaron a la militancia del partido. ¿Se puede achacar a estas prácticas la disminución de militantes de hasta un 50% que hubo luego en los años ochenta?
El PCE tuvo en sus filas a la flor y nata de la intelectualidad, de los profesionales, de la gente más cualificada de este país. Mucha de esta gente vino al PCE porque era lo único que existía que le estaba plantando cara al franquismo. Era lógico que una vez llegada la democracia, emergieran otros partidos con fuerza y cada uno buscara su sitio más natural. Admito que una parte de esta gente tan importante se fue del PCE porque su sitio fue ese solo en la medida en que querían luchar contra la dictadura, pero ideológicamente estaban en otra parte. Muchos abandonaron por eso.
Sin embargo, no hay duda de que otros abandonaron porque en un momento dado Santiago Carrillo plantea aquello de la Alianza de las Fuerzas del Trabajo y la Cultura y lo hizo con métodos instrumentales. Cuando quieres la alianza con un sector social, no quieres atraerlos a ellos sino a sus ideas. Incorporar esas ideas al proyecto, y eso fue lo que no se hizo. Mucha alianza, pero sus ideas se quedaron fuera. Y en la medida en que sus propuestas no encontraban espacio dentro del proyecto comunista, pues se fueron.
Cuando hice la propuesta de Izquierda Unida era consciente de que era difícil llevar a cabo un proyecto así, porque la cultura del pasado, un pasado forjado en la guerra, la clandestinidad, un pasado con inspiración estalinista, es muy difícil cambiarla. Es como una religión: habla el pope y «sí, bwana».
En el Partido Comunista de Asturias, cuando se decide presentar a Dolores Ibárruri, Pasionaria, de número uno en la lista electoral, se dijo a los militantes que «estaba como una niña», pero luego hubo quejas de su capacidad con la edad que tenía.
Yo no creo que nadie se haya sentido engañado ni que se haya pretendido engañar a nadie. A algunas personas no les gustó la idea de Dolores, pero por lo demás la Pasionaria era un símbolo para nosotros y tampoco en la práctica eso creó mucho problema. Lo que sí creo ahora, pero soy lo suficientemente honesto para decirle que en aquel momento no lo vi, y me di cuenta hace mucho tiempo, es que fue un error tremendo comparecer a las primeras elecciones con la imagen al completo de todos los líderes de la guerra. Recuerdo una entrevista con Alfonso Guerra en la que me confesó que ellos estaban muy preocupados de cuáles iban a ser los resultados electorales habida cuenta de que el PCE había estado aquí cuarenta años dando la cara, mientras que ellos ocuparon un lugar mucho más discreto. Pero cuando vieron la presentación de nuestra campaña, con aquellos carteles fúnebres, en blanco y negro, con las caras de Dolores, Carrillo… se dieron cuenta de que aquello era pan comido. Creo que si el PCE en aquel momento, sus dirigentes, con Santiago Carrillo a la cabeza, hubieran tenido la generosidad de haber presentado un Partido Comunista renovado con tan importantes figuras de la actualidad, de los profesionales, como teníamos entonces, las cosas hubieran sido distintas. Teníamos militantes impresionantes, que encima luego fueron los que nutrieron al PSOE, porque no tenía cuadros. Esa es la realidad.
¿Hubo convulsiones al borrar el término leninista de la descripción del partido?
No hubo mayores problemas, igual determinados sectores. Las trabas vinieron de la embajada soviética.
¿Cómo se producían las injerencias o intentos de injerencia de Moscú en el PCE?
Bueno, hasta donde yo conozco, y no conozco mucho, nada más llegar yo a Madrid a la Secretaría General me organizaron una escisión, la de Ignacio Gallego y el PCPE (Partido Comunista de los Pueblos de España). Se la podían haber organizado a Carrillo, pero no, fue a mí, y nada más llegar. Se dieron cuenta de que yo no era una persona a la que iban a poder enviar por caminos ya muy trillados.
Su primer año como secretario general se lo pasó peleando con Carrillo más que con el Gobierno o la derecha.
Llegué a la Secretaria General en condiciones muy complicadas. Para empezar, solo sacamos tres diputados en el 82. Pero en el terreno más personal, yo no quería ser secretario general del PCE. Del mismo modo que no quería desplazarme a vivir a Madrid para estar en la dirección de CC. OO., en la que estuve muchos años pero viviendo en Asturias. En algún momento me quisieron llevar a Madrid como secretario de organización y no quise. Yo nací en La Cerezal, que eran cuatro casas, rodeado de selva. ¿Qué hacía yo en la Castellana? Ni siquiera me consideraba capacitado para asumir tamaña responsabilidad, instituida a una figura como la de Carrillo, y justo en uno de los momentos más bajos para el PCE.
Acepté porque quien más influyó fue Horacio Fernández Inguazo, una persona a la que yo quería enormemente, porque era un monumento a la humanidad y a la dignidad. Así que para allá que me fui. No sé si tiene alguna importancia contar cómo sucedieron los hechos, porque luego Carrillo los presentó a su manera y yo nunca quise responderle. Casi hasta su muerte no perdió ocasión para hablar de mí como que le había traicionado, y desde luego no había nada de eso.
Tras las elecciones, en la sede del PCE de Santísima Trinidad, me dijeron que Carrillo quería hablar conmigo. En su despacho estaban presentes Belén Piniés, Adolfo Piñero y no sé si Jaime Ballesteros, eran varios. Y Carrillo me dice que llevan varios días de reunión en el ejecutivo, que cada vez ve más claro que no quieren que siga y considera que el mejor candidato a sucederle soy yo. Me pareció una locura. Volví a Asturias, a recuperarme de una gripe, y allí me convenció Horacio, como he dicho. También reflexioné, si me lo estaban pidiendo y no había más candidatos y los que había no se proponían o no los proponía nadie, pues decidí coger el toro por los cuernos. Al llegar al Comité Central le dije a Carrillo que aceptaba con estas palabras más o menos: «Santiago, primero: finalmente, voy a aceptar hasta el próximo congreso, que me volveré a Asturias; segunda cuestión: me temo mucho que te engañes conmigo, porque me has conocido de toda la vida como un militante muy disciplinado, pero soy una persona que cuando asume una responsabilidad, la ejerce. Y no la ejerzo a través de otros».
Tuve muy claro que Carrillo quería colocarme ahí para dirigir el partido a través de mí. Y se lo dejé clarísimo, y está grabado. En los archivos del PCE tiene que estar. Entonces al Comité Central le dije al aceptar el cargo: no sé lo que voy a hacer, no he tenido tiempo de reflexionar, pero seguro que no voy a hacer lo que hasta ahora porque dio muy mal resultado, quiero deciros en todo caso que si me elegís, yo voy a ejercer, no voy a ser instrumento de nadie. Salí elegido en aquella reunión y el primer día que bajé a comer al comedor del PCE, comí solo en una mesa [Risas]. Los llamados renovadores no se fiaban de mí porque había sido carrillista, y los carrillistas estaban que fumaban en pipa por lo que había dicho en el Comité Central.
Otro hecho curioso es que después de ser elegido secretario general volví otra vez a Asturias y al regresar de nuevo a Madrid, al despacho de Carrillo, al que iba a ser mi despacho, Santiago me recibió así, con estas palabras: «Eres un guarro». Y después me lanzó todos esos ataques a lo largo de los años a los que no quise responder, porque mi actitud estuvo siempre muy clara. Se lo advertí desde el primer momento. Ni en mi familia, ni en el partido, nunca fui dócil ni manejable. Soy reflexivo y tolerante, y no me importa, todo lo contrario, que la gente piense de distinta forma, pero mis ideas yo las defiendo con la fuerza que sea necesaria. Así comenzó la batalla.
Vázquez Montalbán escribió sobre todo esto en una columna llamada «Carroñismo»: «Gerardo Iglesias ha demostrado que aportaba nuevos usos y costumbres de agradecer dentro del marco cultural comunista. Para empezar, una paciencia con sus adversarios que no habría existido de invertirse la situación. De estar Carrillo donde está Iglesias y viceversa, a estas horas Gerardo Iglesias estaría de minero en una mina siberiana».
Creo que esta es la primera vez que hablo en estos términos con un periodista. Una de las primeras propuestas que me hizo Carrillo, que no sé si realmente se la creía él o no, o simplemente me lo sugería para que me estrellara, fue que tenía que organizar la dirección del partido incorporando a los prosoviéticos, porque había llegado a la conclusión, estaba convencido, decía, de que era imposible que un partido comunista sobreviviera habiéndose enfrentado a la matriz, la Unión Soviética. No sé si a esas alturas, el año 82 u 83, se lo creía, una época en que los regímenes comunistas estaban ya en un estado que… Y yo le dije: lo siento, pero la dirección en la que me oriento es la contraria.
Fue una lucha dura, porque Santiago era una persona muy tenaz. Más o menos ya conoces cómo fue el proceso posterior, pero únicamente contaría una anécdota de cómo rompo con él, porque tenía muchas dificultades para reorganizar el comité ejecutivo, reorganizar el secretariado y hacer una conferencia, y con la situación que me estaba creando él era muy difícil. La ruptura definitiva vino cuando llamaron de la casa real pidiendo que un representante del partido acudiera a la Zarzuela. Conscientes de cuál era la situación en el PCE, no llamaron al secretario general, que sería lo lógico. Llamé a Carrillo al Congreso, él era diputado y yo no, le conté lo que pasaba, le pregunté quién creía que tenía que ir y contestó sin dudarlo un momento: «Yo». Le dije que de acuerdo con que fuera él, pero que le sugiriera al rey que en otro momento me recibiera a mí. Y efectivamente así lo hizo. Concertó una entrevista con el rey, pero no mía con él, sino suya para presentármelo. Aquello me sentó fatal. Además, ocurrió en el transcurso de la conversación otra anécdota. Coincidieron dos homenajes, uno de Falange a Don Juan, padre del rey. Y otro a mí en Asturias para despedirme porque me iba a Madrid, que fue un éxito y vino gente de todos los partidos. Carrillo dijo: Majestad, los homenajes siempre se hacen en contra de alguien. Pero no pensaba en el de Don Juan, sino en el mío. Ahí a la vuelta de la Zarzuela le dije: Santiago, vamos a comer y a hablar porque esto no puede ser. Voy a emprender los cambios que considere oportunos.
En esos años España sufrió la reconversión industrial. Un proceso que afectó muy duramente a su tierra, Asturias. Siempre se han vendido estas medidas como que no había alternativa. ¿Cree que la había? ¿Y cree que su partido supo plantearla en ese momento?
No me atrevería a afirmar que teníamos una alternativa completa. Evidentemente, se plantó cara y hubo luchas importantes en contra de aquel modo de reconvertir la industria asturiana. Yo ya había vivido la reconversión de la minería en una primera etapa, no en esta, cuando se pasó a la acción concertada de las minas, el embrión de Hunosa. Previamente, se ingresaron cantidades de dinero a la empresa pública y yo que estaba trabajando allí vi verdaderas barbaridades. Se abandonaban explotaciones a pleno rendimiento, se gastó el dinero, se desbarató y al final tuvo el Estado que cargar con unas minas desatendidas y medio desmanteladas. En la reestructuración fuerte, la de los ochenta, ofrecimos alternativas. Decir si teníamos una, digamos, integral, no sé si la teníamos lo suficientemente hilvanada. Tampoco tuvimos fuerza para oponernos a todo esto que nos ha llevado adonde estamos.
En Asturias hemos tenido muy mala suerte. Yo estaba en Madrid y entonces se conocía el Gobierno de Murcia, el de Cantabria, no digamos el andaluz o el catalán, pero el de Asturias era como si no existiera. Porque aquí hubo una serie de Gobiernos, el primero presidido por Rafael Fernández que, bueno, trató de poner algunos cimientos. Pero luego vinieron otros presidentes, quizá con la excepción de Pedro de Silva, siempre muy dóciles y muy sometidos a los mandatos de Madrid. Las propuestas que se hacían desde Asturias pronto se quedaban en el baúl de los recuerdos en cuanto llegaban a Ferraz. Nunca hubo una tensión dialéctica.
Por citar un ejemplo, se instituyó una plataforma en defensa de la variante del Pajares, ya que uno de los grandes problemas históricos de esta comunidad es la comunicación con el resto del mundo. Y el PSOE estaba en contra porque se lo ordenaban en Madrid.
Por eso la reconversión industrial no tenía detrás una política bien pensada. Se hizo a golpe de improvisación. Una de las medidas fueron las prejubilaciones. Eso solo tenía el fin de evitar el conflicto social. Una gran inversión que no era productiva. Cuando el prejubilado se va a su casa con una buena pensión, su hijo se queda en la calle. Y el hijo del otro. Y cuando el prejubilado llega a los sesenta y cinco se queda con la pensión que le toca como a todo el mundo y ahí se acabó todo. E incluso las inyecciones que se metieron en polígonos industriales fueron muy mal administradas. A los sucesivos Gobiernos de Asturias, no voy a entrar en el último que no tiene recorrido, no les podría poner buena nota.
Empezó el vaciado del tejido productivo de España…
No sé si recuerdas aquella frase de Solchaga, de que este era el país donde más fácil era hacerse rico. Ese era el fin de la política económica española, ponerse en manos de los tiburones financieros y no articular un proyecto industrial, de carácter integral, con perspectivas de futuro.
¿Pero realmente era factible en aquel momento ponerse a trabajar a largo plazo con todas las dificultades inmediatas que atravesaba el país?
El PSOE pudo hacer muchas cosas porque tuvo mayorías para ello. Estuvo mucho tiempo en el Gobierno. Hizo cosas importantes, incluso en la etapa de Zapatero, pero ni González ni Zapatero, en el meollu de la cuestión, la política económica, la que hicieron fue tanto para un rotu como para un descosiu. Puedes llamar a ese rotu PSOE y a ese descosiu PP. Es decir, lo mismo. A lo que el PSOE nunca estuvo dispuesto y parece que sigue sin estarlo es a orientarse hacia un modelo económico distinto, plantando cara a los que nos dirigen desde «los mercados», que no sé yo qué es eso de los mercados, aunque sé sus nombres y apellidos. Empezaron a llevárselo todo a China, Vietnam, a Singapur donde la mano de obra era tirada y ahora quieren traernos el modelo laboral de allí, que trabajemos largas jornadas por cuatro pesetas o euro y medio, y dejándonos en el camino importantísimos derechos sociales. A esto hay que plantarle cara, pero no parece que…
Mientras fue secretario general del PCE, al PSOE le acusó de que en España se habían sentado las bases para permitir «el fraude fiscal de los que más tienen», y que no se había calculado el impacto real del ingreso en la CEE.
La política fiscal de este país es la que es. La recaudación del Estado sale de las nóminas. Los demás, sus paraísos fiscales, sus inventos… Que en aquel entonces había una política fiscal completamente regresiva era palmario. Lo de que se iba a marchas forzadas a ponerlo todo en manos de la empresa y de los poderes privados, era claro. Aquí se privatizó hasta el gatu. Fíjate lo importante que hubiera sido tener ahora una banca pública, aunque fuera Argentaria, pero se lo llevaron por delante. Tenemos la curiosa circunstancia de que los bancos cogen dinero del Banco Central Europeo al 1% y se lo venden al Estado al 7%. Es una broma de muy mal gusto y con muy malas consecuencias.
En cuanto a la UE, siempre nos preocupó que se construyera la Europa de los mercaderes, que en realidad es lo que es ahora. Nosotros apostamos seriamente, desde luego, por la construcción europea, pero una Europa de los pueblos, de los trabajadores. Una Europa que asumiera el pensamiento de los que lucharon contra el fascismo. Pero resulta que no fue así y hoy nos encontramos como nos encontramos, con un desprestigio grande de la propia existencia de la Unión y del euro. La gente se hace preguntas sobre esto cuando España antes era muy proeuropea.
También le preguntó a Felipe González por el GAL en el año 83.
Fue mi primera entrevista con Felipe González. La recuerdo perfectamente. Yo le planteé: «Presidente, quiero expresarle una seria preocupación que tiene mi partido y que quiero transmitirle personalmente. Todo hace pensar que los GAL están promovidos desde las propias instituciones del Estado. Y al respecto quiero decirle dos cosas. Una, que lo de la democracia y el Estado de derecho hay que creérselo. Una persona de izquierdas tiene que creérselo. Si se lo cree no puede hacer cosas al margen de la legalidad democrática. Y la segunda, ese tipo de actuaciones terminan volviéndose en contra de quien las promueve».
Y la respuesta fue la siguiente: «Yo no te puedo decir gran cosa acerca de los GAL porque no lo sé. Lo único que sí te puedo decir es que el Gobierno francés, cuando empezó a tener problemas en su propio territorio, su actitud empezó a cambiar». El Gobierno francés era poco receptivo a meterle mano a ETA, poco colaborador. Pero implícitamente Felipe me lo estaba reconociendo.
Y luego me hizo otra propuesta muy sibilina: «Me gustaría decirte que si estás cerca del poder, hoy la información es un elemento fundamental para contar en la política, y la información la tiene el poder, por consiguiente, si te mantienes cerca de mí tendrás información y tendrás tu protagonismo». Y me contó el caso de Carrillo: «¿Has visto cómo Carrillo mientras estuvo en la política de consenso con Suárez tuvo un protagonismo importante y cuando acabó eso se fue al ostracismo?».
Recuerdo la respuesta que le di: «Presidente, yo te quiero decir una cosa; si soy capaz de controlar el PCE te doy la seguridad de que estará siempre al servicio de la defensa de la democracia, pero te aseguro que en política económica, política internacional y otras, modestamente, en fin, te vas a encontrar con nosotros. No vine a Madrid para venderme por un plato de lentejas».
Y a partir de entonces, me sentenció y ya hizo todo lo que hizo conmigo, ¿lo sabes?
Sé que le llamaron alcohólico. Guerra llegó a decir que usted iba «cargado» a los mítines. Y luego en TVE, en un reportaje sobre la vida al margen de la política de los candidatos, de Felipe dijeron que le gustaba jugar al billar y salía haciendo una carambola de profesional, y de usted que le gustaba irse de copas y le sacaron escanciando sidra.
Dijeron cosas terribles sobre mí en el Parlamento. E incluso me hicieron un montaje. Yo, en mi vida, jamás, cogí una borrachera. Tomo vino para comer, depende, por temporadas, pero fuera de eso nunca he sido un bebedor. Sin embargo, en la campaña electoral que siguió a la del fracaso del 82 lanzaron, él por una parte y Guerra por otra, que yo iba a los mítines borracho. Y eso lo reforzaron con un vídeo que salió por televisión en el que yo aparecía echando sidra en un autobús destartalado que había alquilado el partido en Andalucía [risas]. Y yo iba, pues como iba el autobús, desequilibrándome… Hasta tal punto llegaron que un día, saliendo yo de la sede, por la Castellana dirección Arturo Soria, donde yo vivía, me paró la policía municipal y me puso el alcoholímetro.
También tuvo el teléfono pinchado. Dijo que lo descubrió cuando encontró en el contestador automático una conversación de dos policías por algún fallo que habrían cometido al pincharlo y los que quedaron grabados fueron ellos.
Sí, sí. Lo denuncié. Ya no recuerdo muy bien, pero sí había detalles muy significativos de que estaba pinchado.
También vivió la formulación de la Perestroika por parte de Gorbachov en la URSS.
Tuve la ocasión de asistir a una reunión en Moscú invitado por Gorbachov en los inicios de Glasnost. Y tuve la oportunidad de hacer una intervención, yo creo que bastante renovadora y abierta, que creo que fue bien recibida. Creo que las intenciones de Gorbachov fueron buenas, el modo de hacer ya creo que no fue tan bueno. Estaba muy marcado por el partido al que pertenecía y es muy difícil desprenderse de una cultura que arraiga durante tanto tiempo. Fíjate cómo se levantó con el poder Yeltsin, que era un impresentable.
Gorbachov, que conocía bien el partido, sin embargo, quiso apoyarse en él en lugar de crear otra fuerza política. La URSS era una cosa demasiado pesada como para transformarla, y querer hacerlo desde dentro con el mismo partido que había creado toda aquella casta de burócratas y corrupción, creo que fue un gran error. Creo que podría haberse orientado a pasos más lentos y con una fuerza política renovada. Pero hay que decir que en cuanto Gorbachov anuncia Glasnost y la Perestroika, Occidente se lanza a por ellos, tiene una prisa tremenda por desmantelar el bloque soviético y pasó lo que pasó. Ese tipo de procesos hay que llevarlos con más cautela.
Antes de los cambios que quiso imprimir Gorbachov, usted tuvo que recorrer todos estos países buscando que reconocieran su PCE en lugar de la escisión que provocó Carrillo (PTE-UC) o la de Ignacio Gallego (PCPE).
A la URSS ya había ido antes, cuando no era secretario general, después me pusieron la proa. Pero la impresión de mis viajes a la URSS anteriores la verdad es que fue muy penosa. Incluso cuando viajé ya a invitación de Gorbachov a hacer la intervención que he citado, pues también. Ahí tuvimos reuniones con algunas personalidades del campo más abierto, que estaban más en la onda de la Perestroika, y recuerdo una reunión con unos economistas que nos contaron que no existía servicio estadístico en la URSS. Decían, por ejemplo: en este momento hay cuarenta mil o cincuenta mil —no recuerdo cuántos— vagones de tren que no se sabe dónde están. Y quien dice eso, dice otras cosas todavía más importantes. El desbarajuste era tremendo.
En el año 85 o por ahí, si querías hacer una fotocopia tenías que ir al Comité Central, no había fotocopiadoras, cuando eso aquí era algo muy común. La corrupción se palpaba por todas partes, llegabas y enseguida el intérprete te pedía dólares. El sectarismo, la cerrazón, también era terrible. En mi primer viaje recuerdo una anécdota en Leningrado, que queríamos ir a ver alguna cosa, no recuerdo qué, pero como había un programa que seguir y llevábamos un intérprete que nos guiaba, no podíamos. Siempre estábamos bromeando y al final le dije: «Vladimir, por favor, puedes llamar al Comité Central a ver si nos deja cambiar de acera». Luego, en una cena, donde no estaban gerifaltes del poder soviético, estábamos de cachondeo, como somos los españoles, contando anécdotas, metiéndonos con Carrillo y todo el mundo, y en una se me ocurrió hacer un brindis por el camarada Stalin y, joder, aquello… Me vi con un pie en Siberia. Se montó un alboroto tremendo y trasladaron una protesta al PCE [risas].
También viajé a la Alemania Oriental, a Hungría, a Rumanía. Bueno, a Rumanía fui en dos ocasiones. La primera coincidió que era la fiesta nacional y eso me dejó helado porque era una copia de lo de la plaza de Oriente. El hombre de madera ahí arriba saludando y los obreros de cada fábrica formados, con banderas hechas en la misma imprenta y con el mismo diseño, desfilando por delante y cuando llegaban al presidente le rendían pleitesía. Horrible. Pero luego tuve una segunda visita más hilarante. Me llamó Ceaucescu a través de la embajada, decía que tenía que hablar urgentemente conmigo. Yo no quería ir, no me gustaba nada ni Ceaucescu ni su política, pero los camaradas veteranos, Ramón Marín, Simón y otros, me dijeron que debía ir. Me convencieron porque ese hombre, con todo lo que yo pensaba de él, nos había ayudado mucho, en Bucarest por ejemplo estuvo Radio España Independiente (La Pirenaica). Así que acepté ir, pero quise ir solo para no tener condicionantes.
Y nada, llegué a la entrevista, la recuerdo como si fuera ahora, me recibió en un enorme salón y al fondo ahí estaba él como una estatua de plomo. Caminé hacia su mesa, nos dimos la mano, me senté y empezó. Resulta que recientemente había visitado Rumanía el rey. Y me dice si no de forma completamente explícita, sí suficientemente entendible, que me estaba transmitiendo un mensaje del rey. Un encargo que le había hecho. Me dijo: «Camarada Iglesias, hay que terminar con el conflicto que tenemos con Carrillo, volverlo al partido y darle su protagonismo». La entrevista duró… no llegó al minuto. Le dije: «Camarada Ceaucescu, tengo que decirle una cosa, con toda claridad, mientras yo esté dirigiendo al Partido Comunista de España no aceptaré ninguna injerencia de partidos externos al mío». Se levantó como un resorte de la silla, dijo «se ha acabado», me dio la mano y se marchó.
En la entrevista estaba delante un tal Juan que estaba en la embajada en Madrid, con el que yo había conversado mucho y se confesaba un hombre muy crítico hacia Ceaucescu. Él me acompañó al hotel en el coche, en el más completo silencio. Estaba desencajado. Al llegar donde yo me alojaba, después de bajarme del coche, me dice que le gustaría hablar conmigo. Le dije que subiera a mi habitación. Y él: «No, no, mejor baja tú». Debía estar la habitación llena de micrófonos y él lo sabría [risas]. Bajé y estaba pálido. «Esto no le ocurrió nunca a Ceaucescu y… estoy asustado», me confesó. Le contesté: «Juan, tengo billete de vuelta, soy un ciudadano español, mañana embarco a Madrid, no creo que sea tan idiota de hacerme algo». Pero estaba realmente asustado.
Después en el hotel había baños turcos y vapor. Me metí en lo del vapor, que soy muy aficionado a la sauna y estas cosas. Y con tanto vapor que había, no era capaz de abrir la puerta para salir. No es que me entrase miedo, pero recuerdo, con todo lo que había pasado y el ambiente que había, reírme para mis adentros y pensar: a ver si me ha cerrado por fuera Ceaucescu [risas].
En toda esta odisea por países del este la que mejor imagen me dio fue Yugoslavia. Cuando fui Tito ya no vivía, era una dirección colegiada la que mandaba, seguían siendo un Gobierno de partido único, pero era otra historia. Algo mucho más abierto. En Bulgaria también eran muy prosoviéticos. Pero mucho, mucho, mucho. Y, en cambio, el trato con ellos fue más cordial.
¿Qué opina del motivo del PSOE para cambiar de opinión sobre el ingreso en la OTAN, eso de que la relación de fuerzas en el mundo había cambiado y convenía irse con los fuertes para tener mejor posición negociadora en la política internacional?
Nosotros estábamos en contra, como es natural. Ahora ya se da como un hecho normalizado, pero en fin, yo creo que era mejor pensar en un mundo descentralizado, y en un imperio, Estados Unidos, vuelto a sus fronteras nacionales, que son bien amplias. Creo que sería mejor que surgieran multitud de iniciativas en el marco de una colaboración pacífica y se pudieran ir resolviendo los problemas.
En el referéndum creo que hubo tongo. Como en su día no tuve datos fehacientes para denunciarlo, pues no lo hice. Tuve algunas filtraciones, formaciones que hablaban de una supuesta manipulación de los datos. El Gobierno reconocía implícitamente que estaba perdiendo cuando días antes organizó aquel encuentro en TVE. Me llamaron, yo estaba en Aranjuez en un mitin, y me dijeron que tenía que ir urgentemente a televisión. Yo dije que no, que tenía que ir Antonio Gala, que presidía la Plataforma Cívica, pero insistieron en mí. Y prepararon un debate exclusivamente para mí, para presentar al pueblo español que si ganaba el no era como decir que este que tenéis aquí delante se va a hacer cargo de España.
¿Cómo se fragua la idea de crear Izquierda Unida?
Cuando formulo la idea quise crear un movimiento sociopolítico, algo abierto, integrador de diversas sensibilidades. Se ha dicho que la juventud española pasaba de la política, era mentira. Lo que ocurre es que los partidos lo único que les ofrecen es que repartan papeles por la calle, pero no les dan protagonismo, y hace falta que en los partidos de izquierda entre todo lo nuevo que se mueve en la sociedad. Pero que entre, no como persona física, sino que entren con sus ideas. Que vuelquen sus ideas reflejo de la nueva situación que vivimos en los proyectos de esos partidos. Modestamente, eso intenté con Izquierda Unida. Pero la inercia del pasado era tan fuerte que muy poco después IU se fue convirtiendo en un partido de corte clásico, con su aparato, y sus estatutos bastante cerrados. Leí hace poco que IU de Madrid había prohibido discrepar. Eso a estas alturas es alucinante.
No me apetece nada opinar sobre mis antiguos camaradas. Quien se queda con IU cuando yo lo dejo es Anguita, que tiene una visión completamente distinta del proyecto, pero en fin. Ahí están los hechos. Lo que ocurría en el PCE como en todos los partidos comunistas es que la idea de IU, creo que más allá de Nicolás Sartorius pocos más la asumían conscientemente, aunque formalmente la aceptaran todos porque el jefe es el jefe. Y cuando dejé de ser jefe, el día que tomó posesión Anguita, ya era otro jefe. Creo que Anguita no veía IU como un proyecto renovador, a fondo, integrador, creo que tenía otra idea.
Deja la política, vuelve a la mina y se cae por un agujero de quince metros.
Volví al trabajo obligado. Me vine de Madrid recién separado con un niño de once meses en brazos que yo crié, ahora tiene veinticinco. Volví a Asturias con una mano delante y otra detrás, no tenía nada. Antes de ir a Madrid había organizado mi vida muy modestamente, tenía un coche, pero cuando vine de Madrid no tenía ni coche ni casa, no tenía nada, insisto. Pedí al financiero del PCE dos mensualidades, no me pusieron buena cara, eran de doscientas mil pesetas o algo así, pero me las dieron y eso es lo que tenía. Así que al llegar a Asturias necesitaba un trabajo, una casa y alguien que me cuidase el niño mientras trabajaba. La única vía que tuve fue que estaba excedente de Hunosa y era lo más seguro. Si hubiera podido no hubiese vuelto, que yo sabía lo que era la mina. Si hubiera podido me habría ganado la vida escribiendo algunos artículos, o de otra manera. No fui a la mina por capricho, porque era enfrentarse a… las pasé canutas, después de catorce años sin hacer un trabajo físico volver a picar carbón… Ya me había pasado cuando salí de la cárcel, que estuve cinco años, pero entonces tenía veinte y pico años. En esta ocasión tenía cuarenta y tantos. Lo pasé fatal.
Tuve una caída, me golpeé la espalda, a consecuencia de eso se soltaron un par de vértebras. Me operaron en el hospital de la empresa. Creo que ese centro no reunía condiciones para una operación de ocho horas. Lo cierto es que ahí empezó mi debacle. Fue una operación durísima, un postoperatorio terrible. Y para más inri, se cronificó una infección. Con lo cual al cabo de un tiempo todos los tornillos que me habían metido ahí me los tuvieron que retirar. Por la infección aquello no había soldado, así que se me colapsó la columna. Y otra operación, otra, otra… hasta cinco. La última hace unos años, de unas seis u ocho horas. Me volvieron a poner una armadura de titanio, pero el problema más grave es que de tanta operación terminaron lesionándome raíces nerviosas y me ha quedado un dolor crónico de tipo neuropático que me condiciona enormemente.
Luego me fui al paro. Solo tenía una pequeña pensión por accidente de trabajo, una invalidez del 55%. Así que intenté montar un pequeño negocio que, en fin, no me funcionó muy bien. Era un restaurante. Pero fue muy gracioso un día que me llamó un abogado de Gijón, Francisco Prendes, a pedirme que preparara una mesa para bastantes. Una comida para un grupo de empresarios búlgaros que venía a visitar ENSIDESA. Llegaron los industriales búlgaros y cuál es mi sorpresa al ver que los conocía a todos. ¡Eran el buró político del partido! Es lo que pasó en todos esos países, que se pasaron todos a esos negocios.
¿Qué diagnóstico hace de la España actual?
Estoy íntimamente convencido, profundamente convencido, de que España está corrompida por los cuatro costados. La España del presente es la consecuencia de una Transición impuesta por los franquistas que no ha permitido democratizar las instituciones del Estado, ni de la Policía, ni de la Judicatura, que ha permitido que se mantuviera incólume todo el poder económico financiero montado a la sombra del dictador y con el favor del dictador. No se ha tocado nada, y de aquellos polvos, estos lodos.
Hoy nos encontramos con una situación que en parte se trata de justificar por la crisis económica, la crisis financiera, pero si prestamos un poco de atención a las cosas que están pasando, aquí no solo hay recortes de carácter económico, hay una catarata de contrarreformas de carácter ideológico que afectan a la sanidad y a la escuela pública. Y no hablemos de la reforma laboral y la ley de orden público que pretenden sacar. Por una parte, someten al país a una situación insostenible de pobreza, de miseria, de bajos salarios, de desahucios. Y por otra, nos sacan unas leyes para ponernos la mordaza. A Jorge Fernández Díaz lo conocí aquí como gobernador civil y parecía menos reaccionario. Ahora se está convirtiendo en algo tremendo.
Así que no hay derecho a comer ni a protestar, no sé si el país en general es consciente de hacia dónde está yendo España. Estamos marchando a pasos agigantados a la frontera de lo que fue el franquismo.
¿Y del problema que está planteando Cataluña con la forma del Estado?
El problema catalán viene de lejos. Creo recordar unas palabras de Ortega y Gasset, que no era casualmente un rojo peligroso, que decía que es un problema que hay que conllevar. Y creo que se ha conllevado bastante mal. Ha habido errores de bulto, no entro ya en el diseño que se hizo del Estado autonómico, el café para todos, pero posteriormente los distintos Gobiernos fueron haciendo concesiones para salir del paso sin abordar el problema de fondo, empezando por ese artículo ocho de la Constitución, el Senado que no sirve para nada, y continuando por lo que yo creo que fue un error de Zapatero, cuando dijo que se aprobaría el Estatuto que le enviasen.
Evidentemente, si se sigue pensando en la unidad de España, no puede valer cualquier Estatuto. Podría haber dicho que iba a estar muy abierto y ser muy receptivo, pero no se puede decir lo que dijo. Luego ya vino el fallo del Constitucional a partir de un recurso del PP, del nacionalismo español, le pegó un hachazo tremendo y se creó una situación ya insostenible. Se han cometido muchos errores frente a un problema que existe se quiera o no se quiera. El Estado español tiene una existencia de muchos años, pero está compuesto de partes diferenciadas. Y hay que buscar encaje a esas partes. No sirve una confección nacionalista española para resolver el problema. España es plural, no sé si hay que ir a una configuración federal con todas las letras, o a una confederal, pero hay que abordar este problema.
Es verdad que los catalanes en esta escapada hacia delante tratan de tapar su incapacidad de gobierno, eso es verdad. Y es verdad además que Mas y su partido tienen problemas internos y también se deben estar dando cuenta de que trabajan para Esquerra. Al final las cosas pueden terminar no siendo tan difíciles como en un momento se plantearon, pero el problema existe y habría que abordarlo. Yo creo que habría que hacerlo tratando a la vez la crisis que sufre España, tanto económica, como de sistema, de los partidos, como en la monarquía. Abrir un proceso constituyente y en ese marco resolver muchos problemas, entre ellos el encaje de Cataluña y Euskadi.
¿Qué opina de la desafección creciente que hay por los partidos políticos?
El camino es una refundación de la izquierda. No valen parches. Nuestras sociedades han cambiado mucho, los partidos obreros nacidos al calor de la primera revolución industrial ya no sirven. La sociedades son completamente distintas, tanto los partidos como los sindicatos obreros, de clase, nacen por la gran concentración de trabajadores en fábricas. Eso ya no existe. Hay gente que trabaja con un ordenador en su casa y también hay masas de jóvenes en paro. Los partidos no tienen mecanismos, ni los sindicatos, para llegar a esa gente. Pero además, los partidos de izquierda en lugar de abrirse a los cambios que se producen en la sociedad, han ido convirtiéndose en aparatos cerrados desvinculados incluso de su propia militancia, o sin dar apenas papel alguno a la militancia más que como número. Es imprescindible la refundación de estos partidos. No sé cuál será el partido futuro, evidentemente tiene que haberlo, ha de haber organizaciones porque estamos en una sociedad donde se dirimen intereses muy distintos y donde las clases siguen existiendo. En este momento además de una forma mucho más acusada, está desapareciendo la clase media, quedan los famélicos y los grandes ricos. Organizaciones políticas tienen que existir pero desde luego no del corte de las actuales.
Yo creo que no hay más salidas. Podrán ponerse parches ahora mismo si todo el mundo acepta que estamos en una crisis no solo económica, sino social y política de sistema. Sin embargo, una fuerza tan importante como es el PSOE se conforma con decir que hay que reformar un poquito la Constitución, pero vamos a seguir manteniendo el bipartidismo que es lo que nos da de comer. Y el bipartidismo es un sistema que ya se le conoce, ya existió. Aunque fuera en una situación bastante distinta, durante la Restauración, es un sistema de alternancia que impide caminar en una dirección de progreso. Ahora no permite sobrepasar determinados límites del neoliberalismo. Es así de claro. Y el PSOE por lo que se ve sigue aferrado ahí. Pero veremos qué pasa, porque están en caída libre.
El problema es que pueden emerger otras fuerzas. Con el peligro de que esas fuerzas sean de un signo realmente peligroso y miremos si no lo que pasó después de la crisis del 29. O dentro del PP la cantidad de manifestaciones fascistas que se dan sin que nadie se eche las manos a la cabeza. Lo digo con todas las letras, en este último periodo proliferan las manifestaciones de carácter fascista. Hace unos meses la delegada del Gobierno en Cataluña se permitió homenajear a los de la División Azul, a los que lucharon con el ejército hitleriano, el de los nazis. Esto en cualquier otro país de Europa no puede ocurrir, es un escándalo. Estamos viendo como proliferan por Europa símbolos fascistas y muchas de las leyes de las contrarreformas de este Gobierno llevan un tinte franquista nítido.
Usted ahora dedica todos sus esfuerzos a la recuperación de la memoria histórica.
A estas alturas, treinta y cinco años después, que España siga trufada de fosas, de enterramientos de republicanos, negándoles hasta tener un entierro digno… Somos el único país que sufrió el fascismo y que no lo condena. Por fortuna, aunque los partidos de la izquierda han asumido el silencio y la impunidad, esto ha sido así durante largos años, en la sociedad civil han empezado a surgir con fuerza una serie de movimientos y asociaciones que están obligando a poner en la agenda ese asunto. Una sociedad en la que haya calado una profunda cultura democrática y antifascista es el mejor antídoto para que en una crisis como la que vivimos no vuelvan los de antes. Porque hechos así no se pueden olvidar, los muertos siguen hablando desde las cunetas, el miedo sigue metido entre los supervivientes de toda aquella masacre.
Cuando escribí mi libro y pude reunirme con gente que había sufrido directamente la represión, comprobé que el miedo sigue existiendo. En este país no se celebró la fiesta de la libertad, que hubiera liberado el miedo de mucha gente, no se celebró porque no hubo ruptura, no hubo conciencia de que había ganado la democracia, los nuestros. Y esto lo siguen utilizando, porque cuando hablan de que no hay que abrir las heridas, lo primero es que no se han cerrado. Y el recurso a ese argumento falaz es una amenaza clarísima. Una forma de seguir induciendo miedo en la población.
Me parece que esta España necesita hacer lo que no se hizo en la Transición, un proceso constituyente donde se pongan sobre la mesa cuestiones muy importantes, empezando por juzgar los crímenes de la dictadura fascista, con un reconocimiento y una reparación de las víctimas. Tenemos un rey que en su día juró fidelidad a los principios del 18 de julio, es un rey que lo puso ahí Franco. La ley de Amnistía en la que se amparan es inconstitucional. Todas esas cosas se terminarán haciendo. Lo lamentable es que se tarde tanto y mientras tanto tanta gente sufra y el franquismo siga cabalgando en España.
Durante el día de ayer, han aparecido pintadas de simbología fascista en la Fosa del Pinar de Salinas (Castrillón). En dicha fosa, reposan los restos de luchadores y luchadoras que dieron su vida durante la Guerra Civil defendiendo la república. Héroes asesinados por defender la libertad.
No podemos tolerar que en nuestras calles o nuestros parques se observen símbolos y mensajes de corte fascista y aún menos si manchan el recuerdo de quienes se dejaron la piel por la democracia.
Por ello, convocamos a toda organización o persona antifascista en la misma fosa a las 11:30 el próximo sábado día 29 de noviembre para limpiar la zona de simbología nazi-fascista.
NO PASARÁN
Pintadas con los lemas ‘Femen, putas’ y ‘Diente por diente’ impregnan el monumento
A quienes se han interesado por la Revolución de Octubre en Asturias, de la que este otoño se ha cumplido muy silenciosamente su octogésimo aniversario, siempre les ha parecido singular que, una vez reprimida durante el llamado bienio negro republicano, únicamente un civil fuera procesado y ejecutado.
Se llamaba Jesús Argüelles, era empleado de comercio y se le conocía popularmente por el apodo de Pichilatu o El Pichilatu. Sobre él vertió la prensa de derechas todo tipo de invectivas acerca de su supuesta personalidad violenta y sanguinaria, e incluso se llegó a decir que estaba afectado por algún tipo de incapacidad.
El historiador y excatedrático de Historia Contemporánea David Ruiz se sirve del testimonio de Aurelio del Llano para contar en su libro sobre la Revolución de Octubre que Pichilatu fue responsable, como jefe revolucionario de barrio, del ametrallamiento de ocho personas en las calles de Oviedo.
‘Pichilatu’ fue cantando hasta el paredón coplas que él mismo había compuesto, no quiso que le vendaran los ojos y pidió que le dispararan al corazón
Obviamente, no es esa la versión que dieron posteriormente los periódicos de izquierda acerca de Jesús Argüelles, cuando tuvieron la oportunidad de publicar sus reportajes sobre aquel movimiento revolucionario, una vez restituida la libertad de prensa. Por entonces, la petición de amnistía para los miles de presos de Octubre fue una de las principales demandas de la campaña electoral que daría la victoria al Frente Popular en febrero de 1936.
De entre todas esas versiones no es conocida la que en su día dio el diario Avance, cuya edificio en la capital de Asturias fue uno de los primeros en arder al iniciarse la revolución -de la que fue impulsor ideológico-. En su tercera época, cuando se editaba en Gijón en 1937, publicó una crónica del escritor Emilio Palacios (Oviedo, 1898- Perpiñán, 1984), en la que describia cómo murió El Pichilatu en la cárcel de Oviedo, lugar donde Palacios también estuvo preso, en una celda contigua a la del condenado.
En esa crónica, publicada dos años después del fusilamiento de Argüelles, el escritor ovetense destaca el valor con el que su amigo se enfrentó a la muerte, y rebate las acusaciones por las que se le condenó a la última pena. Califica de añagaza esas acusaciones, dado que las ocho víctimas murieron por disparos de ametralladora, un arma que Pichilatu no utilizaba. También resalta Palacios el grado de compromiso ideológico del fusilado con la revolución, hasta el punto de escribir un himno en la cárcel y participarle al cronista a modo de confidencia: «Ya verás, Palacios, que bien voy a morir». Los últimos libros que leyó durante su reclusión fueron Cuestiones sociales, de Ricardo Mella, facilitado por el propio Emilio Palacios y otros compañeros presos entre los que se encontraba Javier Bueno (el director de Avance, fusilado a la entrada de Franco en Madrid en 1939), y una biografía del general Riego que le envió José Maldonado desde Tineo.
El Pichilatu entró en capilla el 31 de enero de 1935 y fue cantando hasta el paredón, a la mañana siguiente, unas coplas que él mismo había compuesto, alusivas a sus camaradas presos y con el propósito de que las escucharan, como así lo asegura Palacios. Había un silencio absoluto en la cárcel a esa hora, aunque allí respirasen hasta casi dos millares de reclusos. «Solo se escuchaba el viento en las celosías y los chillidos de las enormes ratas que recorrían el edificio como campo abandonado», escribe el cronista. El Pichilatu le dijo a un sargento negro del Tercio que no le vendaran los ojos y que procurasen dispararle al corazón. El tiro de gracia le reventó el ojo derecho, apunta Palacios, que también menciona el grito revolucionario del ejecutado antes de escucharse los disparos.
Jesús Argüelles era viudo, tenía 35 años y una hija de quince a la que dejó una carta. También dejó otra a Palacios, que le entregó el capitán Rengifo, responsable de su inútil defensa. «Querido Palacios, te escribo esta carta media hora antes de ser fusilado. He pedido permiso al juez para pasar la noche contigo y no lo consintió. Sin embargo toleró que cada cinco minutos me estuviera molestando un jesuita que a toda costa quería verme y no lo consiguió. Gracias por todo, Palacinos. ¡Viva la revolución social! Jesús Argüelles, en capilla a las 8,30 de hoy, 1 de febrero de 1935».
Cuatro meses después de la ejecución, se supo que las víctimas murieron por balas de ametralladora, «mientras que Pichilatu solo tenía un mosquetón que jamás había utilizado»
Días antes de que se consumara la ejecución, el cronista de esta información olvidada, solicitó junto a otros compañeros mediante telegrama al político asturiano Melquiades Álvarez el indulto del condenado -«nuestras razones teníamos para ello», escribe literalmente Palacios, sin explicitarlas-, pero no hubo respuesta. La crónica, publicada el 1 de febrero de 1937 en el diario Avance, termina así: «Ahora El Pichilatu está bien vengado».
Milicianos izquierdistas asesinaron a Melquiades Álvarez en Madrid en agosto de 1936. ¿Qué razones había para que la solicitud de indulto fuera dirigida expresamente a quien era diputado del Partido Republicano Liberal por Oviedo, abogó porque se aplicaran penas de muerte contra los cabecillas revolucionarios y fue luego ejecutado a la avanzada edad de 72 años, después de ser delatado por una sirvienta de su casa?
Según el historiador Yván Pozuelo Andrés, autor del libro La masonería en Asturias (1931-1939), editado por la Universidad de Oviedo, El Pichilatu sería hijo natural del diputado, tal como se recoge en el nº 33 del Boletín del Centro de Documentación del Gran Oriente de Francia correspondiente a mayo/junio de 1962 y que ha sido consultado por este diario. En un largo artículo titulado El combate de los republicanos españoles contra el fascismo, el autor, que firma con una sola P., y que podría ser el propio Palacios, afirma que todo el mundo sabía que el «pobre Pichilatu era hijo natural de Melquiades Álvarez», que entonces formaba parte del Gobierno.
Cuenta P. los mismos y precisos detalles sobre la cárcel que leímos en el artículo de Avance y hasta cita el texto literal del telegrama que Palacios envió al diputado ovetense antes de la ejecución: «Jesús Argüelles llamado Pichilatu condenado a muerte. ¡Sálvelo!». También aclara que cuatro meses después de la ejecución, se supo que las víctimas («policiers» según el texto, escrito en francés) murieron por balas de ametralladora, «mientras que Pichilatu solo tenía un mosquetón que jamás había utilizado».
http://www.publico.es/politica/556662/como-murio-pichilatu-el-unico-civil-fusilado-tras-la-revolucion-de-asturias
El Comandante Robert, pese a todo, mantiene el sentido del humor intacto. Sigue en la Resistencia, como tantos otros, de una manera o de otra, de todas las que puede. Resistir y combatir el esperpento, es lo que hay que hacer. A mí, la toma de conciencia y el saber me alientan, por eso le busco para esta entrevista. Otra vez corremos en España sin pensar, detrás de las pelotas que nos lanzan, sin cabeza, en esta España de Luces de Bohemia, deformada como la que reflejan los espejos cóncavos y convexos del Callejón del Gato, al son que nos tocan los flautistas de Hamelín; pero la reflexión sigue también el curso del río… España de la Cruz y la Corona, sigue siendo la deformación grotesca de la civilización europea, la que alimenta los deshechos de los demás países. Pero ha visto nacer hombres como José Antonio Alonso. Y por eso vivo optimista.
Le conocí en Madrid, no le entrevisté entonces; ahora, le llamo a su casa de Francia, ansiosa por conocer más de este hombre especial, ahora que he comprendido más, que aún valoro más su importancia.
Los que estáis preñados de las ideas que aquí florecieron como un canto a la libertad, Comandante, sois los que verdaderamente estáis en el exilio y en otros paisajes, en otras situaciones. No os hemos recuperado, Comandante, y es como si tuviéramos un cuerpo sin el corazón y sin la cabeza; se nos fue el corazón y la cabeza con vosotros. Y un cuerpo sin corazón y sin cabeza, pues fíjate tú lo que es, lo que somos… Os necesitamos y sin esto España no es completa, no. Tendremos que recuperar ese exilio y hay que repetirlo hasta que se consiga, recuperar todo lo que pensabais, lo que sabéis, lo que aprendisteis fuera y lo que seguisteis viviendo, porque aquí no hay una escuela de libertad. ¿Y qué proceso constituyente nuevo ni qué cosa será esto sin vosotros?
España, ahora. Dime, ¿a ti qué te parece cómo están las cosas?, ¿cómo lo vives en Francia?
Los acontecimientos de España los sigo, pero no de manera muy continua porque estoy tan asqueado, que no veo solución. Yo pensaba acabar mis días viendo la III República, pero ya mis ilusiones se van desvaneciendo, ¿eh? Me he enterado, de que cuando hubo el traspaso de poderes del Rey a su hijo, el Partido Socialista dio órdenes a sus diputados, les advirtió que si votaban en contra les metería 600 euros de multa.
Sí, junio 2014, la prensa publica esto que parece un mal sueño, que el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba, amenazó a los diputados de sus filas con multas económicas, que oscilan entre 200 a 600 euros, si votaban en contra de la Ley de Sucesión. Me parece lamentable ver a este partido en este papel. ¡Con todos los muertos socialistas en las cunetas, qué maravilla!
Claro, esto me hace pensar que el Partido Socialista tiene que añadir algo más a su nombre: “Socialista Monárquico”.
Y tú que sigues en la lucha, ¿qué dirías a la juventud?
Yo diría a toda la juventud española que traten de ser ya no tan jóvenes, que cojan un poquito solo de adultos para analizar la situación. Siempre hay algo que hacer cuando se quiere; la juventud lo puede todo cuando quiere. Nosotros nos encontramos en Francia con la mayor dictadura del mundo que fue el nazismo durante cuatro años y desgraciados refugiados españoles en Francia conseguimos con mucha voluntad y mucho peligro organizarnos y llegar a meterles el miedo en el cuerpo. Les obligamos a hacer lo que teníamos que hacer nosotros: mirar para un lado y para el otro, y eso constituyó para nosotros ya una victoria, no dejarles circular tranquilos. Los jóvenes pueden hacerlo ahora sin coger pistolas, sin metralletas, solamente uniéndose, cambiando opiniones y preguntándose qué es lo que podemos hacer para acabar con este Régimen, que es el mismo desde siglos mandado por la Iglesia. Porque ¿es verdad que ahora ya no es necesario ir a ningún sitio más que a la Iglesia para casarse, que no hace falta ir al Ayuntamiento?
Están cambiando mucho las cosas, hay una involución… Y es muy importante que los países libres, nuestros socios comunitarios lo sepan, que hay una involución peligrosa y que el fascismo está metido dentro de los aparatos de poder más absoluto. Acabar con lo indecente, es lo que debemos hacer entre todos.
Con este Rajoy hemos vuelto a los años 30, a la época en que se proclamó la República; estamos exactamente igual.
Me acuerdo mucho de Max Aub y lo menciono siempre, me acuerdo de lo que escribió: que lo mejor de España se iba por las carreteras camino del exilio. Sois lo mejor, sin vosotros insisto, no hay una España completa. Te doy mucho las gracias por todo lo que haces también por lo que ahora, eres, porque sigues luchando. Porque sigues haciendo mucho…
A mí se me invita para hablar de todo esto a las nuevas generaciones y les pido a los descendientes de mi generación que, por favor, guarden lo que han aprendido de sus padres pero que no estamos en la época de sus padres y que tenemos que dejar un poco las tendencias radicales y tener claro que hay que llegar a un acuerdo y acabar en nuestro país con esta situación.
Unir esfuerzos.
Sí, eso es.
Sí, porque hay mucho que huele a rancio, como la Iglesia, que aún no ha hablado de los muertos que contribuyó a matar. Y romper en serio con esta Iglesia ultra aquí no rompe nadie que quiera contar en política. Después de tantos gobiernos de la democracia, incluso gobiernoss socialistas, siguen ahí los acuerdos económicos de financiación de la Iglesia. Ahora, en la oposición, los del PSOE dicen que van a quitar la “X” para que paguemos o no paguemos a esos señores en la declaración de la Renta, a buenas horas mangas verdes, y en todo caso, de ganar otra vez, que lo tienen crudo, ya veremos qué hacen… Predominio aplastante de la Iglesia Católica en el Reino de España, eso es lo que hay.
Claro. Mire, el mes que viene, habrá tres días en Moutauban en honor al presidente Azaña, como cada año, se hace una ceremonia. Y creo que viene gente de España, historiadores y más, y creo que van a hablar también de la religión. Lamento que no pueda asistir porque en este terreno yo podría hablar. Yo tengo una admiración muy grande por Azaña. Y le voy a decir en cuatro palabras por qué: por las reformas que hizo. Cuando se declaró la II República española tenía 12 años, yo la vi nacer (queda muy poca gente que la haya visto nacer) y vi progresar. Y, claro, Azaña, fíjese bien, era de Izquierda Republicana (lo que hoy llamaríamos centro izquierda) y en el gobierno había un radical socialista y un socialista del ala derecha del Partido Socialista que era Besteiro, en fin, esto para decirle que era un gobierno completamente moderado. Y entre las reformas que hace Azaña en aquel momento, se acomete la separación de la Iglesia del Estado. En aquél entonces la Iglesia era un Estado dentro del propio Estado; pues les quita el monopolio de la enseñanza, que en aquél tiempo las chicas iban con las monjas y los chicos, con los frailes.
Ahora seguimos un poco igual aunque sus poderes están más camufladillos, pero que están ahí, condicionando. De esas reformas muy importantes para la modernización del país, nada de nada. Más bien vamos hacia atrás: país pobre y en manos de quienes saben divinamente administrar la pobreza y la incultura, cuestiones de las que hacen negocio, por lo que mal vamos a salir de ésta como se afiance la protesta sin una dirección de construcción de país libre, igualitario y moderno, que no parece que sea hacia donde se va… Y con la Monarquía como la otra pata. Por eso, lo que dijiste tras recibir la Orden de Mérito Nacional del Gobierno francés y que leí en prensa, que nunca serías siervo del rey de España, estuvo requetebién. Yo no sé cómo podremos conseguirlo los que en España vivimos y queremos seguir sin coronas ni medievalismo. Pero lo que dijiste me gustó mucho.
Pues claro. Y es que todo eso que te decía se fue al suelo. El único reproche para la época que puede hacerse a Azaña, es el voto de las mujeres, porque tenía que haber esperado unos años a otro periodo de gobierno, porque entonces otro gallo hubiera cantado, porque ¡los millones de votos de las mujeres que fueron a la Iglesia! ¿Te das cuenta? Porque en aquel entonces España llevaba siglos de dominación de la Iglesia católica y hay que situarse en aquel entonces, cuando no iba una mujer a la iglesia sin ponerse un pañuelo en la cabeza o un velo.
Pero estamos en algunas cosas, con velo o sin velo, igual de cogidos por el cogote. Ya te digo. Por eso es interesante que sigamos luchando contra la opresión y la imposición de todo cuanto venga disfrazado de otras cosas pero sea llevarnos al redil y al conformismo. Por eso, comandante, la resistencia al fascismo sigue viva pero despistada un poco bastante. Hay gente muy desorientada, ¿eh? Aunque sean luchadores…
Sí, pero mira, Enriqueta, la gente que queda hoy son ya descendientes de sus padres y ocurre que cada descendiente ha sido educado en su casa con la doctrina del partido al que pertenecía su padre, anarquista, comunista, republicano, socialista, etc. Y no pueden imaginarse cómo era eso. Ser comunista de hoy no tiene nada que ver con un comunista de entonces. Yo sigo siéndolo, pero no de la misma manera. Por aquel entonces, Enriqueta, para que te des cuenta de lo que fue nuestra lucha clandestina aquí, el Partido Comunista era nuestro padre, porque nuestros dirigentes nos habían dibujado en la Unión Soviética como un paraíso terrenal y, claro, luchábamos por implantar en nuestro país ese paraíso. Era muy lógico, ¿comprendes? Y era imposible que nadie pudiera decir nada contra ese partido porque estábamos apoyados en él. Y cuando ya tenía instrucción, a mí lo de la dictadura del proletariado me llamaba la atención. Nada más oír la palabra dictadura me decía: pero cómo es posible que en un partido como el nuestro, tan humano, tan bueno para la clase obrera pueda haber la palabra “dictadura”, pero es que más tarde ya nos dimos cuenta que esa dictadura del proletariado la habían transformado ellos en dictadura para el proletariado, ¿no sé si me comprendes?
Sí, claro, que ya han pasado cosas, murió la inocencia y éste es otro momento histórico.
Claro. El Partido decía entonces que teníamos que adaptarnos a las circunstancias y hoy también tendríamos que adaptarnos a ellas y no ser tajantes. Es decir, que cuando se quiere colaborar en algún terreno democrático, es dentro de esa colaboración que se puede hacer el trabajo. Y los jóvenes no están motivados como estábamos nosotros. Hay que pensar que España vivió 40 años de franquismo y que a los niños que cogió Franco, les estuvieron amartillando en la cabeza cada día durante 40 años con que los rojos eran unos criminales o que les habíamos abandonado los que veníamos a Francia porque no les queríamos y no queríamos la familia, y qué sé yo…
Y no se ha cortado con esto un pelo.
Y te das cuenta de cómo era eso si piensas que un niño que iba a la escuela entonces estaba oyendo la lección del maestro sobre los rojos de tal manera que si llega a casa a la hora de la comida y dice: mamá nos ha dicho el maestro esta mañana que papá que está en Francia y el hermano, que son unos criminales, ¿es que nos han abandonado?, ¿se han ido ya porque no nos quieren?, la madre no podía decirle que era mentira porque si lo hacía y llega después ese niño a la escuela por la tarde y dice ¡eh! que el maestro nos ha engañado esta mañana, pues a la pobre mujer la buscan en su casa y la llevan a la cárcel.
Sí, para proteger al hijo tenían que tragar todo eso; es que es comenzar y no acabar con este Régimen criminal que debemos conocer en las escuelas. Es que los que hemos vivido aquí sabemos de los silencios de los nuestros y estamos contaminados de fascismo, nos lo metieron a golpes de pito, a fuerza, mediante amenazas a nuestros mayores, mediante un sistema educativo asqueroso, nacionalcatólico ultra represivo y abusivo en el que preguntar era un delito y descollar, ni te cuento; aún ahora, la mejor manera de sobrevivir es no sobresalir. Es un sistema que premia solo al que asiente y traga. Por eso necesitamos recuperar el exilio y a los que estáis preñados de otras ideas, que sois parte de este cuerpo incompleto sin vosotros.
Los que estáis, dices… Pero, ¿cuántos quedamos?
Sí, lo sé; llegamos tarde. Pero las ideas están ahí. Los hijos y nietos del exilio han tenido otro contacto que no ha sido con estos 40 años de fascismo y el posfascismo. Aunque te entiendo y sé que es otro momento histórico, vivencial.
Sí, mira, por ejemplo, yo tengo aquí amigos anarquistas, muy buenos, tengo gente del Partido de mi brigada, de los que colaboraron mucho, y tenemos a veces tertulias y ¿cómo quieres tú que comparemos la situación actual con lo que aprendieron y vivieron nuestros padres? Están viviendo de otra forma. Un anarquista, por ejemplo, puede tener una casa propia, otra en España para vacaciones, un coche…
Está claro. Todos vivimos así.
Bueno, imagínate que mañana los libertarios cogen el poder (se ríe), pues el primer pagano es él, porque a los burgueses que queríamos nosotros derribar en nuestra época los hemos reemplazado nosotros; somos nosotros ahora los burgueses que queríamos derribar. Nos hemos metido en las garras del capital y somos ahora los burgueses que queríamos derribar; hay un conflicto de contrariedades que hacen muy difícil las cosas ahora.
La coherencia que habría que recuperar.
Es muy difícil. La juventud está sobre todo preocupada hoy por tener trabajo, que están arruinados. Me decía un camarada en la Confederación asturiana: es que el capital es muy listo y se ha apoderado, nos ha metido en sus garras y ya no podemos salir. Y yo le dije: no, camarada, el capital es listo, justamente, pero no se apoderado de nosotros, somos nosotros los que nos hemos metido en sus garras. ¿Por qué?: porque cuando los bancos abrieron el crédito a todo el mundo, pues nos precipitamos a cogerlo para comprar la casa, amueblar el salón, tener la televisión de plasma, el coche, etc. No pensábamos que un día nos íbamos a quedar sin casa, sin coche y sin salón.
Los jóvenes no tienen ni posibilidad de pensar siquiera en una casa; más de la mitad: en paro, lo cual es una barbaridad, es para una huelga general revolucionaria (que la impiden y aplacan los cantos de sirenas y con la política del miedo y enseñándonos la patita de la corrupción, la punta del iceberg, lo suficiente para decir: ¿eh?, ¿a ver qué va a hacer?). Los jóvenes más válidos están en la emigración económica, otra vez pasa esto… No tienen sitio en esta sociedad y no sé si en otros países lo lograrán… Aunque sus padres tengan dos coches, esta engañifa del consumo y el falso paso de estatus social a burgueses, ha sido pan para hoy y hambre para mañana, y en una misma casa hay diferencia de clase ya; fíjate. Los jóvenes no tienen vida, independencia; me imagino que tendrán que seguir luchando y esa lucha que vosotros habéis llevado a cabo, les sirve de luz para ellos. Sois héroes y me parece un bien quedar eso que dicen los intelectuales de que no hay héroes, pues sí los hay, sí. ¿A ti que te ha quedado como importante de verdad de todo esto vivido? ¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción?
Tengo la satisfacción, con mis camaradas, ¿eh? de que fuimos la única brigada de guerrilleros que liberó un departamento, el de Ariège y que detuvo a una columna de alemanes de 1.400 hombres, más los 250 de la guarnición de Foix, que los tuvimos de rodillas delante de nosotros: los refugiados españoles. En mi brigada, mis camaradas fueron todos magníficos (habíamos conseguido tener hasta 200 y pico de hombres en tres grupos diferentes). Controlábamos tres carreteras principales. Y fuimos suprimiendo las patrullas alemanas que circulaban por allí. Y decidimos atacar Foix, capital del departamento y tuvimos una lucha de cuatro horas, con muertos y heridos y luego fuimos a otro pueblo que nos pidió socorro, que lo habían quemado; y, en fin, fueron cuatro días de lucha para liberar el departamento. ¿Se da usted cuenta? Cuando llegamos de noche a Foix, a la capital, con esos prisioneros sentados en los capotes de los camiones con nuestra banderas, la gente estaba toda en la calle porque habían comunicado por radio que se habían rendido, bueno, pues llegamos allí y nos abrazaban, nos besaban, eso lo digo siempre y lo repito: hay que haberlo vivido para saberlo…
Pues eso, que cuando se hace esa pregunta tan tonta de ¿mereció la pena? (una pregunta que por otro lado se evita porque no te vaya a decir un guerrillero lo volvería a hacer y esas cosas, porque eso asusta a los fascistas, claro…), pues es que se pregunta mal, porque, claro, es que era tiempo de lucha, como va a ser ahora tiempo de lucha, y disteis todo lo mejor de vosotros, ¡casi nada!… ¿Algún recuerdo especial?
Pues sí. Verás: al año de estar en Francia, los alemanes invaden Francia, bueno, Europa; los franceses nos habían organizado en compañías de trabajadores y nos llevaron a la frontera belga (allí estaban en principio cinco o seis compañías y luego hubo más en toda la frontera de Luxemburgo también, la alemana también, hasta Suiza, haciendo fortificaciones en la famosa línea Maginot). Y, cuando se produce la ofensiva, y los alemanes empezaron por invadir Bélgica, nosotros, mi compañía y otras, pudimos huir y llegar hasta Toulouse, pero a otras las envolvieron y cogieron cientos y cientos de compañías, miles de hombres, que fueron los primeros que llevaron a Mauthausen para construir el campo. Bueno, y cuando, llegamos a Toulouse, fíjate lo que me ocurre mientras estamos trabajando en el llamado polvorín: siento una voz detrás de mí diciendo: “Hay por aquí un tal Alonso”. Me vuelvo, Enriqueta, y era mi padre. Mi padre que venía de otra compañía. Fue un momento muy emocionante. Luego, ya nos llevaron a otros lugares, y ahí empecé a partir del año 41, con mis amigos del Partido, a trabajar en la Resistencia. Conocimos a un camarada del Partido francés, un chico de 28 años que se llamaba Robert, que nos procuraba los pasquines, octavillas, y nosotros marchábamos por la noche (que estábamos a 3 kilómetros de una ciudad de 40.000 habitantes: Roanne y las metíamos en los buzones de las casas y estuvimos así hasta que detuvieron a nuestro responsable, ya estábamos organizados, había 15 del Partido y no nos sentíamos solos, había un calor, y empezamos poco a poco hasta que en 42 decidieron los camaradas crear el 14 cuerpo de guerrilleros que ya existía en España, y había una brigada con 7 hombres.
Tú cuando llegas a España ¿cómo te sientes?
Me siento extranjero.
Terrible; eso es una pena, pero no me extraña nada; yo también me siento un poco así, incluso por tener que decir que somos muchos los que te reconocemos, pero no hay un reconocimiento oficial, desgraciadamente, a los héroes, a quienes os habéis dejado todo en la lucha. Una pena…
Sí, me siento extranjero porque la manera de expresarme y ver la gente cómo se expresa, de mirarnos cuando hablamos de nuestras cosas… Nos miran con atención pero, al mismo tiempo, con un poco de reparo; me ha pasado incluso con mi familia.
Es que sigue la indecencia y el reparo ante las consecuencias o miedo… Seguimos con estas rémoras, empezando por la Corona. Por eso, que gente como tú no os sintáis súbditos, siervos, me gusta. Y que viváis en un país libre, me alegra.
Bueno, no somos libres tampoco. Se hacen decretos todos los días y no puedes protestar contra ellos. Mira, en cierta ocasión, en un mitin, un hombre de derechas pronunció democracia no sé cuantas veces (que yo apuntaba con un bolígrafo) y al acabar le dije: mire, señor, he anotado las veces que ha nombrado usted democracia y yo he visto en el diccionario que dice: “régimen político donde el poder está en manos del pueblo”, entonces ¿por qué lo dice? Él se sonrió y dijo: hombre, reflexione un poco: porque ustedes con su voto eligen a los que quieren; entonces ¿cómo es posible pues que el presidente del gobierno es un hombre que nunca ha sido diputado ni elegido?, le dije yo. Y luego, elegimos a un presidente que se rodea de un grupo de consejeros que ninguno ha sido elegido que son los que gobiernan, que están en la sombra, y, claro, se nombran ministros que a su vez tienen un grupo de consejeros, que nunca han sido elegidos…
De verdad que es así y que se debería elegir todo. Y dime una cosa, ¿cómo conservar el sentido del humor en estas situaciones tan difíciles? Porque me consta que lo tienes. ¿Cómo era posible que fuerais tan buenas personas, tan solidarios y con tanto sentido del humor?
Mira, Enriqueta, te has dado cuenta seguramente a lo largo de esta conversación de que mi ordenador cerebral funcional bien.
Y tanto…
Bueno, pues cuando estábamos en el monte, en el Maquis, también teníamos todos mucho humor, vivíamos así. Un día nos vino a ver un amigo y nos contó lo siguiente, pues venía de ver a un panadero: ¿Sabes qué me ha dicho el panadero? Que estuvo la semana pasada Hitler con Goering y que estaban buscando un terreno y al pedirle el panadero los tickets para el pan, le dicen Goering: “los tickets, los tickets, ¿sabe usted con quién está hablando? –“No yo no les conozco” –dice el panadero. -Pues este señor –advierte Goering- es el dueño de Europa y pronto será el dueño del mundo”. Y dice el panadero a su mujer: María, ven, que tenemos a Stalin en la tienda.
Era necesario el sentido del humor…
Hay que sentirlo, hay que guardarlo.
JAMÁS SIERVO DEL REY DE ESPAÑA
La prensa alternativa como rebelion.org (el 19-06-2014), recogía recientemente las palabras lúcidas y vibrantes de José Antonio Alonso al recibir la Orden del Mérito Nacional del gobierno francés. “Jamás seré siervo del rey de España ¡Viva la República!”, declaró. ¡Ay!, lo mismo digo. Súbdita me hacen a la fuerza; sierva, jamás seré, ni me arrodillaré, ni haré el saludo indigno de los que agachan la cabeza ante sus iguales por naturaleza, que es la que es, y que a todos nos hizo con dos piernas para caminar por buenos senderos, y dos manos para construir mejores mundos, y una voz para protestar por las injusticias.
El Comandante aseguró también que la campaña guerrillera todavía no ha terminado, la misión está inconclusa, pues en España reina un soberano heredero del franquismo. ¡Qué claro!, ¡qué bien dicho! Y cuando dice esto el Comandante Robert, una piensa que la ceguera imperante por aquí, a este lado de los Pirineos. Este mirar para otro lado, ese aguantar palos, va a tener que acabar, pese a los regeneracionistas que como decía don Pío Baroja, regeneran hasta el calzado, pero siguen pisando los mismos charcos de sangre con su conciencia aparentemente limpia, impecablemente planchada, porque toda España es una fosa común, la del genocidio.
José Antonio Alonso nació un 14 de abril en 1919. Se alistó en el Ejército republicano para defender la libertad y la legalidad vigente con tan solo 17 años. Participó en la Segunda Guerra Mundial. Formó parte de las Compañías de Trabajo en la frontera belga (La Meuse) para abrir trincheras y reforzar las fortificaciones a lo largo de la línea Maginot . Formó parte de la Resistencia.
Jefe del Estado Mayor de la Tercera Brigada de Guerilleros Españoles, en 1944 logra con sus camaradas de esta brigada, la liberación de la ciudad de Foix, centro neurálgico del nazismo en la región. En menos de cuatro horas el destacamento de la Wehrmacht nazi se rinde. Además participa en los combates de Rimont-Prayols y Castelnau-Durban, con lo que consigue la completa liberación del departamento de Ariège.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial participa en la llamada operación “Reconquista” para intentar recuperar España de las garras del franquismo.
El 15 de junio del 2014 se le rindió homenaje en el Ariege, (sud-oeste de Francia), para festejar los 75 años de la liberación. En presencia del ministro delegado de Antiguos Combatientes, Kader Arif, recibió la Orden del Mérito Nacional por su brillante papel en la liberación de Foix, Ariege de manos del presidente del Senado francés, Jean Pierre Bell.
También cuenta en su haber las medallas de Caballero Oficial de la Legión de Honor de Francia, Caballero de la Legión de la República Polaca, medalla de Lealtad a la República Española, Roseta de Primer Orden Nacional francés.
La España oficial de ahora le niega el reconocimiento que internacionalmente tiene, merecidísimo.
http://www.cronicapopular.es/2014/11/comandante-robert-los-jovenes-pueden-cambiar-ahora-la-situacion-sin-metralletas-uniendo-esfuerzos/
A diez años del informe de Nizkor sobre la impunidad de los crímenes franquistas, el objetivo cumplido de «crear conciencia» sobre la Memoria Histórica pugna con el «fracaso» y la falta de «voluntad política» para solventar la cuestión de las fosas comunes y las desapariciones forzadas.
El 14 de abril de 2004 el Equipo Nizkor hacía público un informe titulado La cuestión de la impunidad en España y los crímenes franquistas. Una década después hay una finalidad cumplida: «crear conciencia» en torno a la Memoria Histórica. Y un «fracaso»: el sistema, el Estado español, no asume «el problema de las víctimas republicanas del franquismo», declara el presidente del organismo internacional de derechos humanos, Gregorio Díaz Dionis, en una entrevista con eldiario.es Andalucía.
La Guerra Civil fue «el inicio de la II Guerra Mundial» y en ese contexto hay que repasar el relato histórico, juzgar los delitos cometidos. «Usar la historia europea» para «arreglar» la propia. Pero no hay «voluntad política», dice Díaz Dionis –hijo de emigrantes canarios en Argentina–, y esto se subraya con la ley de Memoria, «verdadera ley de punto final» que «legitima» la dictadura. Es «lo que faltó a la ley de Amnistía» de 1977, según el equipo asociado a Derechos Human Rights y colaborador de la Organización Mundial contra la Tortura.
Diez años del informe sobre impunidad franquista. ¿Qué pasó desde entonces?
La intención fue crear conciencia en relación a la memoria, el problema de las víctimas republicanas en el franquismo. Eso se ha conseguido. El primer año distribuimos un millón de ficheros y prácticamente todas las asociaciones han asumido ese discurso.
Conciencia sí, ¿y resultados?
La socialización del discurso se consiguió, pero ese documento tiene un plan de acción: la sistematización de la casuística de las víctimas. Si tomas eso es un fracaso, ni uno sólo de esos puntos se ha resuelto.
¿La ley de Amnistía reproduce el modelo arquetípico de leyes de punto final?
No. Es una ley franquista en la concepción y en la definición, un fenómeno jurídico muy perverso. Una ley de punto final es otra cosa. El caso de la amnistía española es único en el mundo, perverso: los presos por luchar contra Franco no habían cometido delito en el sistema democrático, se les amnistía y después los jueces usan esa ley para amnistiar a los victimarios.
¿Un pacto de silencio sellado en la transición?
No diría pacto de silencio, fue muy explícito. Fue una traición a las víctimas de la República y a los valores democráticos en cualquier país. Es muy grave lo que ocurrió en la transición si uno lo analiza desde el punto de vista de las libertades civiles y de la historia de España.
¿Qué reconocimiento jurídico tienen las víctimas del franquismo?
Ninguno. La ley de la Memoria lo dejó claro, legitima al régimen franquista, es la verdadera ley de punto final. No hay reconocimiento a las víctimas de ningún tipo.
¿Qué aportó a la reparación?
Nada. La ley de la Memoria es lo que le faltó a la ley de Amnistía. Viene a decir que la legislación franquista no se anula, que es legítima y por tanto sigue en vigencia. Desde el punto de vista doctrinal es una ley complementaria a la ley de Amnistía y cierra hoy por hoy toda posibilidad de reconocimiento jurídico de las víctimas.
Díaz Dionis en el II Encuentro Internacional ‘De la dictadura a la democracia: Modelos de Transición y Derechos Humanos’, en Sevilla.
¿Habla de texto insuficiente o de traición a las víctimas?
Para mí traición, no tengo la menor duda.
Otros países juzgaron sus dictaduras. ¿Y España?
Si España quiere arreglar el problema de las víctimas del franquismo tiene que usar la historia europea. Tendrían que anular todas las leyes, dar estatuto jurídico a las víctimas como en Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, Rusia… Es muy simple. No se trata de inventar grandes cosas. La Guerra Civil española es el inicio de la II Guerra Mundial, no una excepción histórica. Si no asumimos eso, la lectura se pierde.
¿Es un obstáculo para hablar de democracia plena?
Por supuesto, es como si se viviera en libertad condicional desde el punto de vista de los derechos civiles. Hay una parte enorme de la población a la que se negó el derecho a la justicia y el acceso a los tribunales. Y eso es una característica de un estado de excepción.
Pero justicia no es venganza. ¿Qué secuelas jurídicas tendrían los culpables de delitos contra la humanidad?
A esta altura autores de crímenes no deben quedar vivos. Desgraciadamente, ni víctimas tampoco. Pero eso no obvia que exista el reconocimiento de lo que ocurrió, de que las investigaciones en el caso de los crímenes que se cometieron se hagan e incluso que haya las reparaciones. Aquí hay problemas muy gordos pendientes, como por ejemplo, y no es el menor, todo el secuestro de bienes de republicanos en toda España, que se los confiscaron y jamás recibieron nada.
En el ‘suspenso’ de la ONU a España en materia de Memoria “hay hipocresía, en Europa todo el mundo sabe lo que pasó”
¿Qué le parece el ‘suspenso’ de Naciones Unidas a España en materia de Memoria Histórica?
Que no tiene aplicación jurídica. Es el mismo dilema de siempre, queda bien pero no obliga a España a nada. No hay que sacarlo de contexto, si no parece que le va a dar resolución a las víctimas y no es cierto.
¿Y a quién avergüenza?
A la comunidad internacional por lo menos. Lo que pasa es que la historia de España es muy conocida, un fenómeno estudiado y del que existe bibliografía en prácticamente todos los idiomas.
¿Para qué sirve entonces?
Como campanazo a nivel del sistema de Naciones Unidas para decir: ‘esto es lo que pasa en España’. Pero ojo, hay hipocresía. En Europa todo el mundo sabe lo que pasó. Lo saben desde el primer día.
¿Qué le parece el oscurantismo en torno a los archivos oficiales?
¿Los archivos españoles? Eso más que una rémora es una vergüenza. El ministerio de Exteriores tiene clasificados todos los documentos desde la guerra de Cuba hasta hoy… Sobran calificativos. Es una mentalidad oscurantista que se repite en los hechos diplomáticos.
Andalucía tramita su propia ley memorialista, ¿conoce el anteproyecto?
Lo conozco. No opinaré en concreto sobre el articulado, no recuerdo todo. El problema es que una autonomía no puede solucionar el problema. Tiene límites muy grandes.
La Junta es la primera institución que asume de manera directa las exhumaciones pero el mapa de fosas está sembrado con miles de víctimas y el presupuesto es escaso.
Problema presupuestario pero más que nada jurídico, de cómo se implementa eso. Desenterrar a las víctimas no es complicado. El problema es de voluntad política y no es real que no haya dinero. No la Comunidad Autónoma, que para eso no lo puede tener por definición, pero el Estado lo tiene. Y un juez sabe lo que tiene que hacer en una fosa, y la policía también.
Y no lo hacen por…
Por una orden. En el caso de la justicia es la Fiscalía General del Estado quien impide que eso ocurra. Jurídicamente está en la ley procesal penal.
España, segundo país del mundo con más desapariciones forzadas sin esclarecer.
Hay cientos de miles de ejecutados, y podemos hablar de millones de víctimas del franquismo sin justicia. Ése es el drama histórico y social de España. Si son muchos o pocos, ésa no es la cuestión. Si se abrieran los archivos las fosas están todas localizadas, inventariadas. Tanto el Ejército como la Guardia Civil tienen en sus archivos los datos de todo eso… que un ciudadano tenga que usar recursos propios para buscar una víctima que está en una carretera es una humillación. Es una irregularidad legal y un desprecio a sus derechos civiles. Eso es lo terrible.
Un ejemplo: en el cementerio de Sevilla hay más de 3.000 ejecutados en fosas.
Sevilla oculta muchos más crímenes de toda la etapa del franquismo. Toda la represión que salió de Sevilla hasta Extremadura es una de las marchas de la muerte más grandes que hubo en Europa. Ése es el drama y eso se oculta en los libros, se oculta a la población y se humilla a las víctimas que son herederos de esos que están ahí. Humilla a los vivos y a los muertos.
¿Y es herencia del franquismo que sean crímenes sin resolver?
Obviamente. O no, es el franquismo vivo. La herencia sería que murió, y no murió. La prueba es que se respeta la legalidad del franquismo.
03.11.2014 |
F. TORRE El día de los difuntos fue ayer, en San Miguel de la Barreda, el día de las víctimas. La doble fosa de la localidad sierense, en la que reposan los restos de 18 personas asesinadas por las tropas sublevadas el 5 de noviembre de 1937, centró ayer un homenaje de familiares y amigos de las víctimas. Un acto en el que el director general de Justicia e Interior del Principado, José Luis Villaverde, reivindicó la importancia de dignificar los lugares de enterramiento de las víctimas y anunció su intención de que, para fin de año, estén identificados mediante placas o monolitos un total de 81 fosas en toda Asturias.
Villaverde, de hecho, puso como ejemplo la labor de los familiares de las víctimas de San Miguel, que agrupadas en la asociación de amigos y familiares de represaliados de la II República San Miguel de la Barreda llevan años concentrándose junto a la fosa, coincidiendo con la ejecución de sus seres queridos, para mantener viva su memoria.
Entre las fosas que el Principado pretende señalizar en los próximos meses, Villaverde indicó que dos están en territorio sierense y otra en Noreña, aunque también precisó que su objetivo último es señalizar todas las fosas del mapa realizado por el gobierno regional, en el que constan tres fosas en la Villa Condal y una docena en el cuarto concejo.
Respecto a este mapa, Villaverde indicó que su intención es ampliarlo para señalar otras fosas que se han identificado en los últimos años, y también corregir algunos pequeños errores que se han detectado. Asimismo, el director general de Justicia e Interior reveló su deseo de publicar, a medio plazo, un libro en el que estén recogidas todas estas fosas.
Por su parte, la concejala de Hacienda del Ayuntamiento de Noreña, Verónica Noval, reivindicó las gestiones que está haciendo el consistorio noreñense para aplicar la Ley de Memoria Histórica, lo que implica la total retirada de los símbolos franquistas que aún perviven en la localidad, y celebró el auto de una jueza argentino para detener a 20 personas acusadas de crímenes vinculados a la represión franquista. Del mismo modo, Nicolás Fernández Palicio, de IU, criticó la parálisis de la aplicación de Ley de Memoria Histórica.
Por su parte, el secretario general del PSOE de Siero, Roberto García Morís, denunció una política educativa que oculta estos crímenes: «Yo estudié en el instituto de Noreña y en esos años no sabía que esta fosa estaba aquí».
http://www.lne.es/centro/2014/11/03/18-san-miguel-encuentran-sitio/1665457.html
L. Á. V. Entre los veinte ex cargos del Gobierno y agentes cuya detención ha solicitado la magistrada argentina María Servini de Cubría, titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N.° 1, que investiga los crímenes del franquismo, se encuentra el policía Pascual Honrado de la Fuente, señalado por el exdirigente comunista asturiano Gerardo Iglesias como una de las personas que le torturó cuando cayó en manos de la Brigada Político Social de Claudio Ramos, a principios de los setenta. El abogado argentino Carlos Slepoy incluyó a este inspector nacido en 1929, condecorado en dos ocasiones por las autoridades y que en 1977 permaneció en las fuerzas de seguridad, en la querella presentada ante la Justicia del país austral. En el grupo de imputados cuya detención ha sido solicitada por la juez Servini se cuentan los exministros Rodolfo Martín Villa y José Utrera Molina, suegro éste del también exministro Alberto Ruiz-Gallardón.
Gerardo Iglesias ha relatado en alguna ocasión las torturas sufridas en la sede de la Brigada Político Social, situada delante del hotel Reconquista de Oviedo, en la que estaba «Pascual Honrado de la Fuente, cuyo nombre era una ironía. Era uno de los torturadores más terribles». Según Iglesias, estaba especializado en «tumbar a los detenidos en el suelo a base de puñetazos en el hígado». Y añadió: «Te daban patadas, hostias de toda clase, sufrías todo tipo de ensañamientos, aparte de humillaciones. El sistema que seguían era darte una buena paliza, bajarte al calabozo, y sin que te hubiera dado tiempo a enfriar, te subían nuevamente. Era una técnica para situarte contra las cuerdas». El exdirigente comunista ha asegurado que Honrado de la Fuente era «el más bestia de todos, un especialista». Lo más molesto era la impunidad, ya que el policía aseguraba que, cuando muriese Franco, los torturadores «no iban a perder nada, porque eran funcionarios». Consideraba normal torturar o pegar un tiro en la nuca, según Iglesias.
http://www.lne.es/asturias/2014/11/03/argentina-ordena-detener-policia-gerardo/1665412.html