SAN SEBASTIÁN / OVIEDO,
AGENCIAS / L. Á. V. El Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa, ambos gobernados por Bildu, pretenden exhumar los cuerpos de más de un centenar de combatientes vascos muertos y enterrados en Asturias en 1937, durante la Guerra Civil. Ambas instituciones presentaron ayer un convenio de colaboración para llevar a cabo esta iniciativa y otros proyectos de recuperación de la memoria histórica.
El diputado general de Guipúzcoa, Martín Garitano; el alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, y la directora de Derechos Humanos y Memoria Histórica de la institución foral, Marina Bidasoro, dieron a conocer el convenio, que establece que la Diputación financiará con 50.000 euros las actividades en este ámbito impulsadas por el Ayuntamiento donostiarra.
El proyecto más importante consiste, según explicó el alcalde, en exhumar los cuerpos de los integrantes de una brigada vasca que combatió contra las tropas franquistas bajo el mando de Cándido Saseta, cuyos restos fueron hallados enterrados en la localidad de Areces, en el concejo de Las Regueras.
Igual que varias brigadas de asturianos lucharon en el País Vasco, los vascos trasladaron a Asturias dos brigadas (seis batallones) para colaborar en la ofensiva contra Oviedo y el llamado pasillo de Grado, abierto por las columnas gallegas. La brigada de Saseta (la II vasca), estaba formada por un batallón del PNV («Amaiur»), otro de ANV («Eusko Indarra», el que resultó más castigado) y un tercero de UGT y el PSOE («Indalecio Prieto»), unos 1.800 soldados. La operación en la que cayeron Saseta y el centenar de «gudaris» se produjo el 21 y 22 de febrero de 1937. Su misión era cruzar el Nalón desde Llera hacia Valdunu y Premoño, para luego asaltar las posiciones de los nacionales en La Parra, Areces y El Murio. Una decena de ametralladoras y fusiles ametralladores les esperaban. El lugar donde se produjo la mayor masacre quedó bautizado como «el pradón de los vascos». Un contraataque de regulares terminó expulsándolos. Se pasó a cuchillo a los heridos. En la retirada murió Saseta, el único militar profesional de las Milicias Vascas y que se perfilaba como jefe del Ejército de Euskadi. Alguien ha sugerido que murió asesinado por los suyos. Antes de hallar la muerte, se le atribuye la frase: «En menudo fregado nos hemos metido por culpa de los asturianos». Los vascos también culparon a las brigadas cántabras de haberse retirado antes de tiempo en aquella desastrosa operación.