Reprobando a la monarquía, claro que toca

04/11/2018 por

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Rafael Velasco
Abogado y miembro de la Junta Directiva de la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR).

Desde los años de la Transición lleva diciéndosenos que no toca hablar de la pepublica, y nos lo dicen personas que dicen ser republicanos/as, pero que nunca ven el momento de que el pueblo pueda decidir sobre la forma de estado en la que queremos vivir.

A cuarenta años de la aprobación de la Constitución de 1978, con una monarquía que ha evidenciado sobradamente su carácter corrupto, y cuanto se ve con más claridad que el régimen nacido de aquella transacción no responde a los deseos ni de los pueblos con más conciencia nacional propia, ni tampoco a los deseos de una democracia real y efectiva de los demás, me parece que es cuando más toca volver a situar el debate republicano en la agenda política. Se ha demostrado que la monarquía ya no genera los consensos que se nos impusieron fruto del miedo al golpismo militar, y que hoy es el tapón que impide la necesaria reforma constitucional. El «atado y bien atado» del que habló el tirano tenía en la Monarquía instaurada por el su elemento fundamental, su nudo gordiano, la clave de bóveda de un sistema político que permitió a las oligarquías del Franquismo acostarse fascistas y levantarse demócratas, para mantener su riqueza y poder acumulados durante decenios de expolio.

Cuando el propio régimen vigente intenta recuperar legitimidad con homenajes en Covadonga y con lecturas de un proyecto de futura reina de la Constitución, claro que es la hora de exigir poder decidir lo que nos impidieron hacer en 1978. Los intentos de regeneración monárquica no están siendo tan exitosos como a la corte y sus cortesanos/as le gustaría. Como pasa en las empresas que tuvieron su máximo apogeo cuando el abuelo, que sabía lo que tenía que hacer para crear ese patrimonio, apostó a fondo por ellas, y se vienen abajo cuando hijos y nietos pijos/as asumen el control de las mismas, a la Monarquía le está pasando algo parecido. Aquí el llamado «Rey emérito», que fue siempre un «lobista» y amante de los camerinos de las vedettes, logró fraguarse, pese a todo, un activo por su papel en la Transición y en el quizás más dudoso 23-F de 1981. El ciudadano Juan Carlos podemos decir que se supo currar su cargo, porque no quería acabar como su abuelo. Pero al final de su mandato, en plena crisis económica del capitalismo español, se le empezaron a ver sus vergüenzas. De ahí su forzada abdicación y el intento de regeneración con el «preparado» Felipe.

Todo indica que el nuevo Rey no está siendo capaz de generar esos consensos que pueden hacer pervivir a la monarquía, habiendo fracasado totalmente en el tema catalán, donde lejos de ejercer de arbitro y moderador sólo sirvió para echar más leña al fuego de un conflicto que tiene en la monarquía y en el fracasado “Estado de las Autonomías” sus principales causas. Por algo el CIS hace 5 años que no pregunta a la gente sobre si queremos monarquía o republica. En esa etapa intentan dar un nuevo barniz a una casa en quiebra con el intento de apuntalar al régimen lanzando a un proyecto de futura reina, pero ahí el fracaso está siendo casi absoluto. Por mucha pleitesía que políticos, banqueros y demás, le estén prestando a Leonor, la verdad es que su visita a Covadonga fue un fracaso de acogida popular, cada vez más gente protesta en La Escandalera” y cada vez es menos creíble que hable de Soberanía Popular quien es aspirante a la jefatura de Estado sin decisión popular, por gracia del cauce instaurado por Franco.

En ese marco cada vez son más sujetos políticos y sociales los que nos atrevemos a decir que claro que es la hora de decidir, y que sin republica no hay democracia plena. El cuestionamiento de la monarquía toma diversas expresiones, desde la campaña ‘Asturies nun tien Rei’, los referéndums ciudadanos en múltiples ciudades y pueblos del estado, a las más recientes reprobaciones lanzadas a la monarquía, tanto desde el nacionalismo periférico como desde las fuerzas federalistas, que ha tenido su máxima expresión en las propuestas en tal sentido de IU, a las que se ha sumado Podemos.

En ese contexto seguir escuchando a cierta izquierda cortesana esconder su republicanismo, con el vuelve a no tocar (no sé cuando tocará para ellos/as) o con el no ser cómplices del independentismo, para ser cooperadores necesarios del nacionalismo español más excluuente y conservador, causa perceguera. Creo que es más bien al contrario que hoy si es el momento de aprovechar la situación política para poner en primera línea de juego la consigna republicana, de entorno a esa reivindicación republicana agrupar a sectores sociales y políticos diversos, en el camino de un proceso constituyente, que permita también resolver el problema territorial de España. Por eso esa llamada izquierda que intenta poner, de nuevo, puertas al campo, siguiendo siendo izquierda cortesana, lejos de acertar se está cavando su propia tumba para morir con  el régimen monárquico que es donde se han sentido cómodos en estos 40 años. Solo me cabe decirles, «si no sabéis hacer otra cosa, por lo menos no estorbéis».

 

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