Honor a los fusilados de Ciaño

04/07/2016 por

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Trescientas personas asistieron al homenaje a los cinco represaliados en 1937 que fueron enterrados bajo la plaza de abastos

04.07.2016 | 03:45

La intervención del alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez, antes del descubrimiento de la placa.

La intervención del alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez, antes del descubrimiento de la placa.

Langreo, Miguel Á. GUTIÉRREZ Todo empezó en una comida familiar hace unos años. Hidelgar del Blanco, «Gari», relató cómo su padre Pablo del Blanco fue fusilado por las tropas franquistas en Ciaño, en diciembre de 1937, junto a otros cuatro hombres, y enterrado en la zona en la que años después se levantó la plaza de abastos del distrito langreano. También confesó a sus familiares que su mayor ilusión era llegar a ver en el lugar una placa que recordara a aquellos represaliados. El deseo podía haberse quedado en una conversación de sobremesa, pero el yerno de Gari, Javier Fernández, recogió el guante y se comprometió a hacer todo lo posible para convertirlo en realidad. La promesa se cumplió ayer.

placa ciañu

Más de trescientas personas asistieron al homenaje tributado a mediodía en Ciaño a Manuel Duarte Roza, Alfredo Fernández Canga, Eduardo Gallo Fuertes, Pablo del Blanco Llamas y José María Suárez Fernández. Una bandera republicana ocultaba la placa que sería descubierta una hora después y un libro, repartido posteriormente entre los presentes, glosaba la historia de los cinco hombres y las pesquisas realizadas por Javier Fernández a lo largo de los últimos diez años para identificarlos y dar con sus familiares.

Intervenciones

Alguno de ellos estaban en primera fila, soportando un sol de justicia y con el rostro teñido de emoción. En nombre de todos ellos tomaron la palabra Feliciano Duarte, nieto de Manuel Duarte, e Hidelgar del Blanco. «Siempre supe que mi padre estaba aquí enterrado. Los fusilaron a la puerta del cementerio y los trajeron aquí; después levantaron la plaza de abastos», esgrimió Del Blanco, para añadir a continuación: «Hoy es un día grande para nosotros, el más grande de mi vida. Siempre quise esto y creí que me moriría sin verlo». «Este crimen ha dejado de estar en la penumbra, pero todavía queda mucho oculto», apostilló.

En el acto también intervinieron políticos, sindicalistas, historiadores y representantes de colectivos de recuperación de la memoria histórica. El alcalde de Langreo, Jesús Sánchez, calificó a los cinco represaliados como unos «luchadores de la democracia» que murieron por «defender los derechos de todos nosotros».

El regidor instó a no caer en la trampa de «los que quieren convertir a las víctimas en verdugos» y tuvo palabras de crítica para el PP por rechazar la moción aprobada por el Pleno en la que se nombró «Ciudadanos ejemplares» a los cinco fusilados. «La derecha no apoyó la propuesta y creo que merecemos que nos den una explicación». Una cita de Manuel Azaña, unos versos de Miguel Hernández y un sonoro grito de «Viva la República» pusieron fin a la intervención de Sánchez.

El alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez, argumentó que «la Transición no se acaba hasta que se recupere la memoria de la gente que está en las cunetas. Hay que seguir peleando por ello, aunque algunos quieran intentar convencernos de que aquí no pasó nada; hacen falta muchos más actos como este», indicó el regidor mierense.

José Luis Alperi, secretario del SOMA, sindicato al que estaban afiliados dos de los fusilados, expuso que los cinco hombres fueron «víctimas del odio y la intolerancia y no pueden ser olvidados como algunos pretenden. Eran personas que tenían un proyecto de vida que se vio truncado por la vileza asesina». Y añadió. «Estamos hoy aquí para hacer justicia a los inocentes y también debemos criticar la insensibilidad de los que quieren que sigan olvidados en las cunetas, de los que quieren criminalizar a las víctimas y convertir a los verdugos en personas de bien».

Cuatro de los represaliados eran asturianos, pero Pablo del Blanco era natural de Arcayos, en el concejo leonés de Villaselán. Santiago Ordóñez, coordinador de IU en León, llamó a luchar contra «los fascismos vigentes» que erradicaron la República y ahora quieren «erradicar a los mineros, ejemplo de gallardía y de clase obrera organizada».

Por su parte, Rafael Velasco, vicepresidente de la Federación Asturiana Memoria y República (Famyr), afirmó que «es una vergüenza que hayamos tenido que esperar tanto tiempo para celebrar actos como este» y destacó la «lucha antifascista» desplegada en las comarcas mineras.

La profesora de la Universidad de Oviedo, Carmen García, y los historiadores Ramón García Piñeiro y Manuel Fernández Trillo, fueron los encargados de situar el contexto histórico en el que se produjo el fusilamiento de Ciaño. «La represión de aquellos meses fue muy hostil para sembrar el miedo y la zozobra en el bando republicano», apuntó Carmen García. Ramón García Piñeiro remarcó que los fusilados «nos exigen seguir vivos en nuestra memoria» y Fernández Trillo pidió a «la derecha el coraje de pedir perdón». «Esta es una página de la historia que han querido arrancar, pero la vamos recuperando. Hay 6.000 biografías de langreanos represaliados». Por último, la presentadora del acto, Ofelia Castañón, destacó la labor de las mujeres en la lucha contra el franquismo. El descubrimiento de la placa por parte de Jesús Sánchez puso fin a la ceremonia.

En total, fueron once intervenciones que se alargaron algo más de una hora. Javier Fernández, el alma del acto, no habló, pero hizo todo lo demás. Colocó sillas, entregó libros y repartió botellas de agua entre los familiares de los fusilados cuando el calor apretaba. Sólo salió de su discreto segundo plano cuando su suegra se dirigió directamente a él en su discurso. «Javier, estoy en deuda contigo. No lo olvidaré nunca». Las familiares de los otros fusilados tampoco lo harán.

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