Pedro Sanjurjo, «Pieycha», un primitivo nato

04/04/2016 por

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El escultor y destacado militante de la izquierda asturiana falleció en Piloña

01.04.2016 | 03:55

Pedro Sanjurjo, "Pieycha", en su taller de la calle Macarena. Nov.2013.

Pedro Sanjurjo, «Pieycha», en su taller de la calle Macarena. Nov.2013. J. A. S.

José A. SAMANIEGO El Viernes Santo moría en la casa familiar de Budazales (Piloña) el militante de la izquierda asturiana y después pintor y escultor, Pedro Sanjurjo García, conocido como Pieycha, diminutivo cariñoso de Pedro en ruso.

Repasamos las etapas de la vida de Pieycha:

1943-1957. Nace en Posada de Llanes (1943), hijo de Rogelio Sanjurjo, guardia civil y pasa la infancia en los cuarteles de la Benemérita. Gran influencia de su abuela Ludivina. Estudios de Primaria en Gijón. Su abuelo trabajó en el canal de Panamá. Su madre vino de Cuba. Un toque afrocaribeño de tradición familiar.

1958-1966. Escuela de Maestría Industrial de Gijón. Influencia de dos maestros de taller, militantes del PC. Estudió a distancia Radio Maymó. Escuchaba Radio Pirenaica. Ganó el premio de ebanistería fina en el concurso de la Fábrica de Armas de Trubia, que entregó Franco, pero no recogió el premio porque se fue con su hermano a ver una carrera ciclista. Al volver a la Escuela recibió una gran regañina. Primeras actividades antifranquistas y servicio militar en El Aiún.

1967-1977. Máxima intensidad en la lucha antifranquista. Primero a favor de CC OO, y después a favor del PC, rama prosoviética. Consejo de guerra en el Simancas y prisión en La Coruña.

1977-82. Época de Marmolería Gargallo, convertida en Astur Decorativa, Sociedad Anónima Laboral. Se vio de golpe sentado en el despacho de director de Gargallo. Presidió así la primera cooperativa obrera de Gijón, debido a su ascendencia en CC OO. Astur Decorativa quebró en Las Salesas de Oviedo.

1982-86. Época de cafeterías familiares, a base de préstamos e hipotecas bancarias. Grandes fracasos económicos, accidentes de circulación cuasi voluntarios por las carreteras de Piloña y otras locuras suicidas.

1986-2016. El artista Pieycha. Irrumpe en el mundo de la creación artística en 1989. Se dedicó por entero al arte tras abandonar la política activa y ha desarrollado una extensa obra desde su primera exposición individual en 1990. Tal abandono de la política se plasmó en la entrega de ocho cajas con carpetas de documentos personales al archivo de la Universidad de Oviedo, donde se recogen vivencias de su militancia política. Sin embargo, durante los primeros años, sus cuadros, en forma de tableros de base, con trozos de madera atornillada y hormigón fijado con cola Raskoll de a 10 euros el kilo, todo ello revestido de arena y pintado al óleo, reflejaban durísimas críticas de carácter político. Hasta el punto que Vicente Álvarez Areces, por entonces alcalde de Gijón, le decía. «Modérate, Pedro, por favor, que esto pasa a la Historia».

He seguido muy de cerca la obra de Pieycha, en especial las exposiciones en la Capilla de San Lorenzo (1997, 2000, 2001, 2002 y 2004) y en la Galería Monticelli (1999 y 2013-14).

El artista Pieycha posee una técnica propia. Trabaja la piedra puliendo calizas diversas, que luego enhebra sobre varillas de acero corrugado, lo que permite a su escultura curvas expresivas e inusitadas. En los últimos años, sus pulmones no le permitían ya este tipo de trabajo de la piedra. Estaba muy enfermo, tiempo en que no vivía para trabajar, sino que trabaja para seguir creando, para seguir viviendo. Asustaba a los médicos.

Nos ha dejado varias obras públicas, como «Sol de vida» (Valdediós), «Escultura por la paz» y «Balanza de la injusticia» (Ayuntamiento de Candás), el «Cristo Cósmico» de Perlora, «Copulaciones» (Parque de Laviada, Gijón) y «Pájaros sobre árbol» (Centro Asturiano de Oviedo). Hay otras obras en La Cultural Gijonesa y en la sede ovetense de Comisiones Obreras.

Tras los cuadros de crítica socio política, Pieycha derivó a sus temas personales. Oía voces en sueños, hablaba con los espíritus, trasladaba desde su interior visiones y pensamientos, y, por tanto, la clave de la interpretación de símbolos y escenas era puramente suya. En su exposición de 2013-14 en Monticelli, llegué a escribir breves textos al pie de cada obra para facilitar su lectura, textos procedentes de conversaciones con el autor. Pieycha no fue un hombre culto que juega a ser primitivo. Fue un primitivo nato. Se enfrentaba al mundo con los ojos de un niño, que con el arte conjura el miedo y el misterio. Le preocupa el origen de la vida y el más allá. Es forofo de Darwin. Firma con un espermatozoide. Remueve arquetipos, recurre a símbolos universales, intenta acceder al yo más profundo. Está a favor de la vida, a favor de la mujer, rechaza el aborto y mantiene que matrimonio es la unión de un varón y una mujer.

En noviembre de 2013 hice una foto de una obra en proceso en su taller de la calle Macarena, en La Calzada. Se titula «Principio», o inicio de la vida humana. Varón y mujer -izquierda y derecha- comparten rostro. Él, barbudo; ella, seno abajo y brazo arriba, sostiene con la mano alzada la vida, representada mediante un planeta-huevo que lleva pegado un minúsculo caracol, casi imperceptible.

Que el Cristo Cósmico de San Salvador de Perlora, le haya recibido entre sus brazos de misericordia.

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