Cuando los refugiados eran asturianos

Araceli Ruiz, ayer, ante el cartel anunciador de la exposición «Los niños de la guerra». JUAN PLAZA

J. L. ARGÜELLES A sus 91 años, Araceli Ruiz Toribios aún recuerda aquel 23 de septiembre de 1937 en que embarcó en El Musel, temerosa en las bodegas del carguero francés «Deriguerina», con rumbo hacia el exilio. Era una de los 1.100 niños asturianos (nació en Baños de Cerrato, en Palencia, pero, hija de ferroviario, creció en Ablaña de Mieres y en Gijón) que dejaban atrás la guerra de España sin saber lo que les aguardaba. Zarpó con tres de sus hermanas -la mayor educadora- y tardó más de cuarenta años en regresar a su tierra. No pudo volver hasta 1980, sospechosa a ojos de la policía franquista de ser una contagiada por el ideario de su país de acogida: la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La llevaron a Leningrando (hoy San Petersburgo) y allí la sorprendió la invasión del Ejército alemán. La trasladaron a Odesa y Uzbequistán. Fue traductora en La Habana y allí conoció en 1964 al Che Guevara («era cariñoso e inteligente»), que le facilitó un breve encuentro en Cuba con sus padres, más de un cuarto de siglo después de abrazarlos por última vez.

A sus 91 años, Araceli Ruiz Toribios va de aula en aula, por los institutos, explicando la odisea de su vida para que «la juventud sepa de una historia que no conoce». Ayer intervino con vivacidad en la inauguración de la exposición «Los niños de la guerra». Echa de menos la URSS que ella conoció, su país de acogida, cuando era una refugiada de guerra igual a los cientos de miles que ahora abandonan Siria y otros países. Nostalgia también de aquella tierra de acogida: «No me gusta lo que han hecho con ella». «Los jóvenes me escuchan con atención; se ve que no saben nada de aquel tiempo», afirmó.

La muestra, que está abierta al público en la sala Antigua Rula, de la Autoridad Portuaria de Gijón, hilvana en sus paneles el relato en primera persona de los casi tres mil niños españoles (la mayoría del Norte) que fueron evacuados en plena contienda civil. Incluye fotos conservadas por el Centro Español de Moscú y testimonios de los protagonistas de aquellos trágicos días. Según Araceli Ruiz, viven unos cuarenta de aquellos niños.

La exposición es resultado de la colaboración entre la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE), el Centro Español de Moscú, el Archivo Nacional de Cataluña, la Fundación Nostalgia, la Asociación de los Niños de la Guerra de Asturias y la Federación Asturiana Memoria y República. Coordinada por Dolores Cabra y comisariada por Juan Barceló, el patrocinio es del Ayuntamiento de Gijón y del Puerto.

«Los niños de la guerra han vuelto a Gijón», dijo ayer Dolores Cabra, para quien la muestra pretende, más allá de las visiones ideologizadas, mostrar la solidaridad que hizo posible la supervivencia en condiciones difíciles de aquellos refugiados españoles que fueron acogidos mayoritariamente en la URSS. «Es transmisión de memoria en directo», añadió. «Cuando se olvida la historia, se generan conflictos que repiten los anteriores», dijo, por su parte, María Álvarez, responsable de proyectos culturales de la Fundación Municipal de Cultura. Hubo un recuerdo para el destituido director del organismo municipal, Xosé Nel Riesgo, presente en el acto y a quien agradecieron su decidida apuesta por esta exposición.

Además de Eduardo Abad, que habló en nombre de la Federación Asturiana Memoria y República, intervino el presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido. Éste alertó de la «globalización de la indiferencia» después de recordar una de las últimas cifras de la vergüenza: los diez mil niños refugiados que han desaparecido en Europa. «Estas fotos nos deben hacer reflexionar», subrayó.

http://www.lne.es/gijon/2016/02/04/refugiados-asturianos/1877990.html