Se cumplen 78 años de la partida del Musel de los «niños de la guerra» a la Unión Soviética

25/09/2015 por

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Una madre despide a sus hijos en el puerto del Musel. Foto LNE

Una madre despide a sus hijos en el puerto del Musel. Foto LNE

El 23 de septiembre se marca en rojo en el calendario eterno de los «niños de la guerra» que partieron del Musel  en 1937. Año tras año, la Asociación Lázaro Cárdenas rinde homenaje a aquellas criaturas víctimas de la barbarie,  y a quienes la vida y la solidaridad del pueblo ruso les brindó una segunda oportunidad.

Nuevamente en la playa del Arbeyal junto a la estatua de Vicente Moreira, el próximo sábado a las doce del mediodía, se recordará a aquellos niños, de los cuales muchos no volvieron, algunos como Araceli Ruiz, presidenta de la Asociación Asturiana de Niños de la Guerra ha podido superar los noventa años con la memoria intacta y el recuerdo nítido  de aquellos terribles momentos. Hace algunos días en una entrevista publicada en el diario Público revivía su partida: “Mi padre quedó en la cárcel. Mi madre, madre de seis hijas, se moría de pena cuando las bombas comenzaron a caer sobre Gijón. Ella quería darnos una vida mejor y, cuando se enteró de que la URSS iba a acoger a 3.000 niños españoles, no lo dudó y nos apuntó”.

“Te puedes imaginar lo que era aquello», cuenta Araceli: «Todos los niños llorando. La mayoría eran hijos de mineros. Y así estuvimos varios días esperando porque el Cervera, el crucero de Franco anclado frente al puerto, amenazaba con hundirnos”.

Tras diez días hacinados en la bodega de un carguero de carbón, y dos escalas en Francia y el Reino Unido, Araceli, sus hermanas y los más de mil niños asturianos, llegaron a Leningrado. Así lo cuenta Araceli en la entrevista de Público: “Aquí éramos hijos bastardos de republicanos. Allá, San Petersburgo se volcó en recibirnos con pancartas que decían ‘bienvenidos los hijos del heroico pueblo español”.

Araceli no ahorra detalles para describir como fue su vida en la Unión Soviética: “En Leningrado había nueve casas para niños. Yo dormía en la número 4. Todo estaba limpísimo. Comíamos a su debido tiempo. Estudiábamos con maestros españoles y un poco de ruso. Fíjate lo que hizo la Unión Soviética que, como nos faltaban manuales de estudio, mandó que tradujeran libros para nosotros.

Esta es sólo parte de la historia de Araceli, de la historia común de los 1.100 niños asturianos de los que apenas viven 30 , de los «niños de la guerra» que tal día como hoy de 1937 en medio de la oscuridad de la noche, el llanto y el desgarro de sus familias partieron rumbo a una vida que a su pesar sin duda fue mejor.

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