Simbología y otros honores franquistas en el callejero de Vetusta

11/01/2015 por

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Por la información que publica “EL COMERCIO”, la simbología y nomenclatura del franquismo no sólo no desaparecieron del callejero de Oviedo, sino que además Franco sigue siendo hijo adoptivo de la heroica ciudad. O sea, los mismos que sostienen la amnesia y el olvido para los crímenes de la dictadura y que consideran que cualquier intento de honrar la memoria de quienes lucharon contra una de las dictaduras más largas y cruentas del siglo XX significa resentimiento y venganza, sin embargo, amparan y sostienen la presencia de  ciertos símbolos  franquistas en el callejero, lo cual quiere decir que, simbólicamente, los siguen homenajeando.  Ante todo, coherencia, sí, señor. O sea, que hablamos de olvidos selectivos y de recuerdos más que vivientes.

En realidad, no hace falta ser Cirlot para caer en la cuenta del significado simbólico que tiene la presencia en el callejero de cualquier personaje. En realidad, no hace falta ser un lince para discernir entre democracia y dictadura, sobre todo, en el caso que nos ocupa. Y, desde una perspectiva inequívocamente democrática, los callejeros no están para acoger a personas que sirvieron a una dictadura desde determinados cargos políticos que aceptaron sin rubor.

En realidad, esto es totalmente inaceptable desde un punto de vista democrático. Y, para mayor baldón, la ciudad en la que Franco sigue teniendo los honores de ser hijo adoptivo, así como de figurar entre los galardonados con la medalla de oro de la ciudad, desatendió en su momento una solicitud del Ateneo Republicano de Asturias para que don Manuel Azaña contara con una calle a su nombre. El entonces primer edil de Vetusta, don Gabino de Lorenzo,  declaró no estar dispuesto a ello, tal y como atestiguan las hemerotecas. Y es que, a propósito de este ejemplo, por mucho que el estadista republicano siga siendo tan tremendamente odiado, nadie le podrá negar que se trata de un político que llegó al poder por las urnas y no por las armas, que diría Ángel González.  Así las cosas, semejante contradicción es insostenible desde planteamientos mínimamente democráticos.

Pero, en el caso de Oviedo, no sólo está la presencia de la simbología franquista, sino también la ausencia de recordatorios de nuestra historia más reciente. Por ejemplo, hace ya unos cuantos meses Leopoldo Tolivar escribía en estas mismas páginas acerca de que en la actual sede de nuestro Parlamento Autonómico tuvieron lugar Consejos de Guerra  durante la contienda que supusieron atropellos contra los derechos humanos. Pues bien, nada hay en la Junta General del Principado que recuerde lo allí sucedido, ello a pesar de que la práctica totalidad de los Gobiernos autonómicos en Asturias fueron del PSOE, o sea, de un partido de izquierdas en sus siglas.

Oviedo nombró al rector Alas hijo predilecto de la ciudad en noviembre de 2012. Como recordatorio, tengamos en cuenta que el hijo de Clarín fue fusilado en febrero del 37. Tardó en reconocerse su mérito, ciertamente. Pero más largo se hace aún que la capital de Asturias se desprenda de su simbología franquista. Algo inexplicable y, sobre todo, injustificable.

 

http://blog.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/2015/01/09/simbologia-y-otros-honores-franquistas-en-el-callejero-de-vetusta/

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