‘Por qué estorba la memoria’. Represión y guerrilla en Asturias (1937-1952)

10/10/2011 por

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‘Por qué estorba la memoria’. Represión y guerrilla en Asturias (1937-1952)

Gerardo Iglesias acaba de presentar su libro «Por qué estorba la memoria. Represión y guerrilla en Asturias (1937-1952)»; 22 impresionantes historias personales de los que se echaron al monte para continuar su lucha tras la ocupación militar de Asturias en 1937.
| Actualizado 09 Octubre 2011 – 20:25 h.
Gerardo Iglesias

Gerardo Iglesias

En las antiguas escuelas de La Teyera, un hermoso pueblo asturiano, entre Santo Emiliano y el Cabo, en la frontera entre los concejos de vieja tradición minera de Mieres y Langreo, ha tenido lugar la emotiva presentación del libro «Por qué estorba la memoria. Represión y guerrilla en Asturias (1937-1952)», que acaba de publicar Gerardo Iglesias, el que fue Secretario General del Partido Comunista de España y fundador de Izquierda Unida.

El libro, el primero publicado por Gerardo Iglesias, se compone de 22 impresionantes historias personales y familiares sobre la represión que el franquismo aplicó en Asturias sobre los “huidos” o “fugaos”, los guerrilleros que, tras la ocupación militar de Asturias por los golpistas en la Guerra Civil española, se echaron al monte para continuar su lucha.

Con este libro -que es en realidad un alegato que reivindica la memoria de los guerrilleros y de quienes, por unas u otras razones, les dieron su apoyo y ayuda y sufrieron la misma represión-, Gerardo Iglesias dice haber pretendido que se pueda “conocer quiénes eran, de dónde venían, quiénes eran sus padres, cuáles fueron las condiciones de vida familiares antes de echarse al monte, cuál el entorno social en el que crecieron” con la intención de que eso “tal vez sirva para desmontar todas las patrañas que se han arrojado sobre ellos”.

Cuando Asturias, en 1937, cae en poder de los ejércitos franquistas “son muchos los que no se resignan a aceptar pasivamente la derrota, y no me refiero sólo a los del monte, sino también a las gentes del pueblo en general” afirma Gerardo Iglesias en el primer capítulo de un libro cuyas historias se desarrollan durante un largo período con hitos significativos en la creación del Comité de Milicias Antifascistas, de 1943; el posterior desmantelamiento de la Unión Nacional en Asturias, en 1944, y el fusilamiento de su más señalado impulsor, Antonio García Buendía; el diseño, en 1946, del plan de ataques guerrilleros y sabotajes; la mayor derrota de la guerrilla, de enero de 1948; y, por fin, ya en 1952, la muerte del último guerrillero, Ramón González, que decidió pegarse un tiro antes de ser apresado por la Guardia Civil que lo tenía ya cercado en una casa de La Camocha, muy cerca de Gijón.

Gerardo Iglesias Argüelles nació en 1945 en Mieres, en La Cerezal, una aldea enclavada en las cercanías del monte Polio en el corazón de las cuencas mineras del Caudal y del Nalón y es el cuarto hijo del matrimonio de Gumersindo y Priscila, a quienes va dedicado el libro. Sus vecinos fueron siempre mayoritariamente socialistas y comunistas. A unos cientos de metros de su casa natal, en Vegadotos, fundó Manuel Llaneza, en 1910, el Sindicato de Obreros Mineros de Asturias (SOMA).  Y esa fue también la zona en la que el PCE creció más y mejor tras la escisión del socialismo español de los primeros años veinte. Fueron también esos vecinos los que hicieron la revolución de 1934 y padecieron la represión posterior y quienes mayoritariamente se alistaron en el ejército republicano o participaron como milicianos para enfrentar el golpe militar fascista de 1936. De allí salieron los que, tras la caída del frente republicano del Norte, en octubre de 1937, “se echaron al monte” y, años más tarde, fueron sus hijos y sus nietos los que se convirtieron en la punta de lanza del movimiento obrero que hizo las primeras grandes huelgas contra el franquismo, las de los años sesenta. Todos estos antecedentes sociales ayudan a explicar los motivos del autor al publicar el libro y también permiten entender por qué y cómo la guerrilla fue capaz de sobrevivir durante tantos años en ciertas zonas de Asturias, en condiciones insoportables, sólo por la complicidad de los fuertes lazos familiares y vecinales.

Gerardo Iglesias forma parte de una de esas familias de entre tantas que padecieron durante años la persecución, tortura o muerte de muchos de sus miembros, el mismo autor entre ellos, debido a sus ideales comunistas y a su decisión, tras la derrota de la República, de resistir. Así se cuenta en la primera historia del libro que es, precisamente, la referida a Eliseo Argüelles Álvarez, tío materno de Gerardo Iglesias asesinado por un grupo de falangistas muy tempranamente, tras apresarlo en su escondite en una casa abandonada de La Mosquitera, en Langreo. Asesinaron también a César Rodríguez, su compañero de resistencia, arrojando después sus cadáveres en medio de la plaza de Ciaño. También Gerardo, otro hermano de su madre, de quien el autor lleva el nombre, fue fusilado en agosto de 1939.

Como la de ellos, el libro incluye otras veintiuna historias desgarradoras, con otros nombres que forman parte de nuestro pasado más pretendidamente desconocido y que Gerardo Iglesias ha querido traer a la luz de nuestro presente olvidadizo: Miguel Fernández García, los Argüelles, Santos Suárez García, Manuel Alonso González Manolín del Güelu, José González Fernández Pastrana, Los Gitanos, Los Maricos, los hermanos Rubio, Ignacio Alonso Fernández El Raxau, los Castiellos, Nicanor Fernández Alvarez Canor, Quintana, Apolinar Anibarro Rodríguez Naranjo, Baldomero Fernández Ladreda Ferla, Constantino Zapico González Bójer, los Caxigales, Luis Montero Alvarez Sabugo, Jacinto Suárez Alonso Quirós, Eusebio Moreno Planisolis Antonio el Maqui y Ramón González González.

Cuando hoy se sigue hablando de ‘transición pactada’, y todavía más, de transición ‘modélica’, o es que la cosa va de broma -y no tiene gracia-, o que también la amnesia se apoderó de cómo fue aquello

Y el epílogo; un epílogo en el que Gerardo Iglesias, espectador privilegiado y también protagonista de la llamada Transición, hace una rigurosa – y, en cierta medida, autocrítica- reflexión sobre los resultados presentes de aquel proceso del cual afirma que “cuando hoy se sigue hablando de ‘transición pactada’, y todavía más, de transición ‘modélica’, o es que la cosa va de broma -y no tiene gracia-, o que también la amnesia se apoderó de cómo fue aquello”. Y ello porque, según el autor, “las normas que presidieron la Transición fueron generalmente aceptadas por las principales fuerzas de oposición al franquismo porque había en ellas un profundo deseo de restablecer la convivencia pacífica en España” pero hoy no se puede ignorar ni olvidar que “la Transición no la dirigió un gobierno provisional y plural formado al efecto. La dirigieron los políticos más moderados del régimen, moderados pero comprometidos con la dictadura. Siendo así, éstos se encargaron de moldearla de acuerdo con sus intereses. Y una de las cosas que más les interesaba era echar el cerrojo al pasado. Con este fin fue concebida la Ley de Amnistía de 15 de octubre de 1977. Una fría ley, sin exposición de motivos siquiera, se descolgaba con doce artículos que, en esencia, venía a poner término a la represión contra los demócratas y a garantizar la impunidad de los represores”.

De este modo, afirma Gerardo Iglesias en ese epílogo, “la Transición fue llevada a cabo de acuerdo a aquellas circunstancias tan desfavorables para la oposición democrática. Y lo que resultó no fue una transición ‘modélica’, sino un ‘modelo de impunidad’. ¿Que a pesar de ello suponía un gran paso adelante? Cierto. ¿Que permitió a España importantes progresos y el periodo más largo de su historia en convivencia democrática? También es verdad. Pero las atrocidades de la dictadura, que siguen humillando y doliendo a tantos ciudadanos y que, por cierto, no dicen nada en favor de una democracia digna de tal nombre; lo que, en bien de la convivencia pacífica, hubo que admitir y callar en aquellos momentos de enormes resistencias al cambio de régimen político, no hay razón democrática para mantenerlo más de 30 años después”.

http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura—ocio/2011-10-09/-por-que-estorba-la-memoria/2011100917583500710.html

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