Los olvidados abogados antifranquistas

19/03/2014 por

Un libro de Claudia Cabrero, Irene Díaz, José G. Alén y Rubén Vega rescata la memoria de los letrados que lucharon contra la dictadura

11.03.2014 | 01:46

Los olvidados abogados antifranquistas

Los olvidados abogados antifranquistas

J. M. C. Como otros colectivos e individuos que tuvieron un destacado papel en la lucha contra la dictadura franquista y que con el retorno del sistema democrático quedaron sepultados en la memoria histórica, los abogados que hicieron frente al régimen instaurado por los vencedores de la Guerra Civil, «una inmensa minoría, están extrañamente olvidados», afirmó anoche el historiador Rubén Vega en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, donde tuvo lugar la presentación del libro titulado «Abogados contra el franquismo. Memoria de un compromiso político, 1939-1977».

Rubén Vega es uno de los autores del libro. Los otros son Claudia Cabrero, José Gómez Alén e Irene Díaz. Ésta última también participó en el acto de anoche, que fue organizado con la colaboración de la Fundación Juan Muñiz Zapico. El otro interviniente fue el abogado laboralista asturiano Alberto Alonso.

La génesis del libro, explicó Irerne Díaz, es un trabajo iniciado por un grupo de investigadores en el año 2007, con el que se trataba de dar realce a «la contribución de los abogados laboralistas en la lucha contra el franquismo». Además de rastrear por archivos de toda España, se contó con los testimonios de un centenar de aquellos abogados que, en palabras de Irene Díaz, «destacaron por su capacidad para quebrar un modelo judicial que se había construido sobre la vulneración de los derechos humanos y la represión».

Por su parte, Alberto Alonso, que recién licenciado en Derecho comenzó a trabajar en el despacho laboralista de Cristina Almeida, en Madrid, y luego abrió el suyo propio en Gijón, subrayó que aquellos abogados laboralistas antifranquistas tuvieron su lucha también dentro de «los colegios de abogados», así como en la defensa de los trabajadores y de los procesados en los tribunales por ser opositores al franquismo, especialmente en el Tribunal de Orden Público (TOP).

«Fueron un apoyo fundamental para los represaliados y un engranaje entre todos los movimientos antifranquistas» durante la dictadura, explicó, por último, Rubén Vega. El libro está a la venta al precio de 20 euros.

Facebooktwitterlinkedinrssyoutube
leer más

Contienda incivil tras la guerra

04/02/2014 por

Contienda incivil tras la guerra

Los historiadores Irene Díaz y Eduardo Abad presentan su estudio sobre los efectos de la represión franquista en los concejos de Cangas de Onís y Parres

04.02.2014 | 01:51

Por la izquierda, Irene Díaz, Eduardo Abad y Carmen García, antes de su intervención.

Por la izquierda, Irene Díaz, Eduardo Abad y Carmen García, antes de su intervención. Marcos León

M. CASTRO La represión franquista en Asturias en la postguerra consiguió incluso quebrar los lazos sociales que habían vertebrado zonas rurales en las que antes de la Guerra Civil no se habían producido conflictos destacados por cuestiones ideológicas, como había ocurrido en territorios más industrializados. Esa es una de las conclusiones que se puede extraer del libro «Los xugos pa xuncir, les fleches pa pinchar. Guerra y represión en Asturias: Concejos de Cangas de Onís y Parres (1937-1945), que ayer presentaron en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón sus autores, los historiadores Irene Díaz y Eduardo Abad, quienes fueron presentados por una de las prologuistas del libro; la también historiadora Carmen García.

Irene Díaz explicó qué buscaron con este trabajo: Abordar cómo fue la represión en dos pequeños concejos, yendo más allá de las víctimas que cayeron frente a un paredón de ejecución o fueron paseadas, para indagar también sobre «muchas otras que obviamos», como las que sufrieron postergación social y laboral, la confiscación de sus bienes, el no poder acceder a determinados puestos de trabajo, la convivencia con el miedo, el ser proscritos sociales o a los que se les impide dignificar a sus deudos.

Respecto a la represión, la coautora señala que está más documentada en Cangas, donde se hizo a través de la «farsa legal de consejos de guerra» que en Parres, donde fue una violencia irregular, sin que los vencedores trataran siquiera de revestirla de legalidad.

Los autores también bucearon en los datos sobre víctimas civiles, por ejemplo las que causó el abundante material bélico abandonado por los republicanos en su desbandada ante el avance de las tropas franquistas que entraban desde Cantabria. También han elaborado un mapa de fosas de combatientes, soldados republicanos dado que los vencedores de la guerra se encargaron de recuperar a sus muertos. Muchos de esos soldados republicados están en fosas comunes en cementerios, otros «quedaron en los campos de batalla y fueron los vecinos quienes les dieron tierra y se ocuparon de dignificar esos espacios anónimamente», apuntó Díaz.

Por su parte, Eduardo Abad criticó que se les niegue a las víctimas de la represión franquista el mismo estatus que a las víctimas del terrorismo, aplicando el derecho penal internacional. También apuntó que «estos dos concejos no son especialmente llamativos por haber sufrido la virulencia revolucionaria de octubre del 34 o bajo el gobierno del Frente Popular», lo que habría explicado la represión posterior por un afán de venganza.

Los autores hilvanan su análisis a partir de los datos que han recopilado de bases de datos y mapas de las fosas comunes, testimonios orales y documentos de consejos de guerra en ambos concejos, labor en la que han contado con apoyo de voluntarios.

Carmen García calificó la labor de ambos autores de «análisis fino» y recordó que tras la guerra el ejército era el brazo armado de la represión, «pero nunca actuó solo, sino que encausaba a través de denuncias de la población civil. La delación proviene en su mayor parte de vecinos, parientes, supuestos amigos, autoridades y traidores», una delación de la que en los primeros años de la postguerra alardeaban los que la hacían «con impunidad absoluta».

Facebooktwitterlinkedinrssyoutube
leer más

“Manuscrito de un superviviente”

27/11/2013 por

“Manuscrito de un superviviente”

Ahaztuak 1936-1977, – 26 noviembre 2013

1450954_547159265377052_291069587_nTestimonio escrito de Felipe Matarranz, “José Lobo” y de su trayectoria vital de luchador antifascista desde 1936 hasta hoy día

NUEVO LIBRO DE LA COLECCIÓN “IZARREN HAUTSA” DE AHAZTUAK 1936-1977 DE PRÓXIMA EDICIÓN

“MANUSCRITO DE UN SUPERVIVIENTE”

Testimonio escrito de Felipe Matarranz, “José Lobo” y de su trayectoria vital de luchador antifascista desde 1936 hasta hoy día.

Miliciano en 1936, guerrillero de la “Brigada Machado”, militante comunista clandestino, preso político, luchador por la Memoria… Uno de los nuestros.

Facebooktwitterlinkedinrssyoutube
leer más

¿La Revolución proletaria de 1934 tuvo alguna oportunidad de triunfar?

18/11/2013 por

Paco Ignacio Taibo II acaba de publicar una nueva versión de ‘Asturias. Octubre 1934’, una obra que analiza la revolución obrera a través de los testimonios de cerca de 400 supervivientes.

AJEJANDRO TORRÚS Madrid 17/11/2013

Mineros asturianos en 1934

Mineros asturianos en 1934

En 1934, la palabra que mejor definía el estado de ánimo de la inmensa mayoría de los españoles era el «desencanto», argumenta Paco Ignacio Taibo en la nueva versión de su obra ‘Asturias. Octubre 1934’. «La República festiva, el cuento de hadas, la inyección de optimismo que se había producido colectivamente en la mayoría de los españoles el 14 de abril de 1931, había dejado en su lugar una turbia nube de desesperanza. La República de 1934 era la República del desencanto para millares de españoles», argumenta Taibo.

En noviembre de 1933, la coalición republicano-socialista se había desintegrado cayendo en pedazos del Gobierno para, «tras unas elecciones teñidas por el desencanto» y por «los colchones y los chorizos» repartidos por la derecha para ganar votos, ceder el lugar a una coalición de partido de centro derecha apoyados por los diputados de la derecha clerical más reacciones, la CEDA: Confederación Española de Derechas Autónomas.

El líder de la CEDA, José María Gil Robles, no había dejado dudas en su campaña electoral de su escasa simpatía por la democracia: «La democracia no es para nosotros un fin, sino un medio para ir a la conquista de un Estado. Llegado el momento, el Parlamento se somete o le hacemos desaparecer», declaró Gil Robles en un mitin, añadiendo: «Si vamos a labrar un mundo nuevo no es mucho pedir que se desangre esta sociedad, si es que de ella ha de salir la salvación de la generación futura».

Es en esta España desencantada donde Taibo inicia su relato sobre la Revolución de 1934. No obstante, su obra se centra en la región que más cerca estuvo de conseguir la victoria aquel mes de octubre: Asturias. Y es que, según argumenta el escritor, Asturias era una excepción en España. «El movimiento obrero había conseguido una unidad histórica y el nivel de respuesta social era altísimo. Asturias era una región donde en respuesta a la represión del levantamiento socialista de Viena, se había convocado una huelga general a la que respondieron 9.000 mineros el 19 de febrero de 1934», escribe.

La revisión incluye nuevos datos y testimonios de los quince días que duró la revolución

De esta Asturias revolucionaria, obrera y soñadora trata la obra Asturias, octubre 1934, de Paco Ignacio Taibo II, que ya fue editada en los años 70 y que vuelve a ver la luz con más datos, más testimonios y más detalles de una investigación que llega a la minucia, al detalle extremo, a reconstruir las sensaciones de la calle, de las fábricas, de las minas y a reproducir los diálogos de lo que fueron quince días de revolución. Quince días en los que cientos de miles de trabajadores creyeron encontrarse a las puertas de un mundo diferente y no dudaron en ofrecer cualquier sacrifico personal para avanzar en el «inevitable destino de clase obrera».

La investigación de Taibo crea una historia coral desde el punto de vista de los revolucionarios. Una historia que recupera la épica revolucionaria y que llena las páginas de la experiencia y de las ilusiones, en primera persona, de mineros, metalúrgicos, ferroviarios, albañiles, portuarios, taxistas, limpiabotas, costureras, marinos, vidrieros, panaderos, ceramistas, electricistas y periodistas. Una clase obrera desencantada con el giro reaccionario de la República y que aún creía que el futuro era para ellos.

Sin embargo, ¿era posible creer en un triunfo de la Revolución a nivel estatal o la Revolución se estaba lanzando al vacío hacia una muerte segura? El escritor Taibo analiza en diez circunstancias las posibilidades de éxito de una Revolución en el octubre de 1934 tratando de hacer un balance con los elementos con los que se contaba en aquellos días y no con la información actual. Su conclusión: «Todo es posible. Pero era difícil, muy difícil».

1.- No hay vacío de poder.

No existe una crisis revolucionaria en el sentido de que no hay un vacío de poder. No hay tampoco una profunda descomposición del Gobierno aunada a una incapacidad para mantener las riendas del Estado. Es más, se puede decir que el desgaste sufrido por la coalición de partidos de derecha no ha sido excesivo en un año de gobierno e incluso la coalición está ahora más unida que antes debido a los choques contra el movimiento obrero. Además, «el Gobierno no está aislado y tiene una base social real en amplios sectores de la clase media católica».

2.- El aparato represor está casi intacto.

La primera línea del aparato represivo-militar del Estado, la Guardia Civil-Guardia de Asalto, «se ha fogueado en su pequeña guerra civil cotidiana» contra los movimientos obreros, campesinos y mineros que se desarrollan en todo el Estado. «Se han aislado del pueblo creando un mar de odio como frontera». El ejército, asimismo, no está influenciado por la propaganda revolucionaria. «Aún es pronto para que repercuta sobre los reclutas la experiencia represiva sufrida en sus pueblos y ciudades, por su padres y sus hermanos». Además, insiste el autor, «puede que este Ejército sea endeble desde el punto de vista represivo, soldados indecisos, mandos mediocres; pero cuenta con la reserva de los oficiales y las fuerzas de África, los profesionales de la guerra».

3.- La clase trabajadora no está unificada.

La Alianza Obrera ha fracasado como proyecto. Con la excepción de Asturias, no se ha logrado unificar todas las fuerzas obreras en ninguna otra parte de España. Incluso las Alianzas, donde integran al PSOE-UGT junto con fuerzas minoritarias: BOC, IC, sindicalistas escindidos de la CNT, no son verdaderos aparatos de coordinación. La insurrección a escala nacional depende del PSOE marginando a la CNT y al PC.

4.- Dentro del PSOE reina la ambigüedad

El ala izquierda del Partido Socialista, liderado por Francisco Largo Caballero, no rompe definitivamente los lazos con la posición intermedia que representa Prieto, que defiende utilizar la revolución como un instrumento de presión en el juego político parlamentario de la democracia burguesa. «A pesar de que se habla claramente de revolución social, por ahí se oyen voces de huelga general limitada», agrega el autor, que señala que los cuadros no lo tienen claro, tienen dudas y algunas piensan que no se han quemado todos los cartuchos antes de protagonizar una revolución.

5.- El ideario revolucionario no tiene un proyecto claro

«Ante las grandes masas de muchas regiones de España, el proyecto revolucionario no tiene credibilidad o no tiene imagen clara», escribe Taibo. En los sectores influidos por el anarcosindicalismo se piensa que los socialistas no se lanzarán a una Revolución y en otras muchas provincias «no está claro el objetivo de una movimiento revolucionario: ¿detener el fascismo? ¿Salvar la República? ¿Hacer la revolución social?». El contenido del programa de octubre no es explícito. El propio aparato socialista no lo ha definido.

6.- El campo no está organizado

«Si bien el movimiento obrero se ha movilizado, ha calentado el suelo bajo sus pies y ha fortalecido su organización, en el campo reina la desorganización y el caos», opina el autor. La derrota de la huelga campesina de junio, la ausencia de una posterior agitación revolucionaria, mantiene a los trabajadores agrícolas a la defensiva. Orgánicamente la FNTT (Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra-UGT) ha quedado seriamente dañada. «Si bien los millares de campesinos que combatieron en junio se han radicalizado, si bien la situación general es explosiva, el movimiento se encuentra en reflujo», apunta Taibo.

7.- No hay una violencia creciente

Para iniciar la revolución se ha elegido como primera acción de choque un enfrentamiento militar, sin desarrollar una graduación de acciones que fuera incorporando a cada vez más trabajadores y más capas de la población. De hecho, la táctica dominante en el movimiento obrero ha sido sostenido por Largo Caballero y el equipo madrileño del PSOE, que trataba de limitar las luchas parciales buscando no desgastar al movimiento en enfrentamientos inútiles contra ‘el enemigo’ que solo podía causar bajas. La única excepción a esta estrategia fue Asturias, que en apenas unos meses de 1934, los trabajadores habían convocado hasta seis huelgas generales. Esta movilización ha consolidad las fuerzas obreras, ha fortalecido los vínculos entre las diferentes organizaciones y ha generado, hasta ciertos límites, un cierto sistema de comunicación y complicidades.

8.- No hay un proyecto insurreccional

La revolución no tiene un plan definido de cómo debe ser la insurrección armada. Se depende del éxito de Madrid para la futura coordinación de los sectores donde la insurrección haya triunfado. No se han creado planes específicos para impedir el acceso a la Península del ejército del África. No hay coordinación entre las regiones y los planes actuación aprobados son «parciales». El supuesto mando militar, el llamado Comité Revolucionario, no tiene experiencia militar, ni siquiera una mínima experiencia conspirativa formada en la clandestinidad. Tampoco se dispone de un análisis riguroso sobre cual sería la respuesta europea al movimiento revolucionario.

9.- Las armas son escasas

Hay provincias donde el armamento se reduce a cien pistolas y un montón de viejas escopetas. La ofensivas del ministro de Gobernación (1934) Rafael Salazar Alonso del Partido Radical de Lerroux ha logrado privar al movimiento de dos depósitos importantes de armas. Exceptuando Madrid y Asturias, en ningún otro lugar de España hay fusiles suficientes para poder plantearse combates contra el Ejército en condiciones de triunfo. «Se depende por tanto del triunfo del golpe de mano, de la victoria sorpresiva en el asalto a los cuarteles», añade el autor.

10.- No hay factor sorpresa

La fecha que se fijan los revolucionarios para iniciar la revolución la marca el ‘propio enemigo’. La revolución debe comenzar en el mismo momento en el que la CEDA ingrese en el Gobierno. Por tanto, el Estado, que preveía una huelga general para ese día, tenía en vigilancia al aparato represor.

Conclusión

«Éste es el estado física del fantasma revolucionario que recorre España: en estas diez debilidades reside su posibilidad de muerte. Pareciera como si la Revolución estuviera dependiendo para triunfar de un centenar de situaciones afortunadas que tendrían que darse en un breve espacio de tiempo, un día, unas horas. Parece que la Revolución tan anunciada, tan esperada, no logra librarse de los lastres que el PSOE ha heredado de su pasado», argumenta Taibo, que añade que, sin embargo, decenas de millares de trabajadores esperaban la orden, querían la orden y permanecían ocupando sus horas de insomnio esperando la orden que vendrá.

«Si la insurrección triunfa en Madrid… Si los suboficiales se suman en algunos puntos de España… Si la base aérea de León… Si el ejército se desmorona ante la participación masiva de los trabajadores… Si la CNT se suma decididamente desde el primer momento… Si se crean algunos focos de poder sólidos en zonas de fuerte concentración industrial como Asturias o el País Vascos… Si se levantan los campesinos en una inmensa guerra de clases… Todo es posible. El que no lo crea, basta que se detenga un instante en la puerta de esas casas que albergan a las sociedades obreras, que observe fijamente las caras enfebrecidas, la fe que desborda, que inunda, que llena el aire. Todo es posible. Pero es difícil, muy difícil», concluye el autor su reflexión.

Facebooktwitterlinkedinrssyoutube
leer más

Capellín: «El recuerdo de Quintana sigue ahí; fue un héroe del pueblo»

08/10/2013 por

Capellín: «El recuerdo de Quintana sigue ahí; fue un héroe del pueblo»

El escritor y realizador presentó en Sama su documental sobre la figura del guerrillero antifranquista mierense

28.09.2013 | 03:08

Asunción Naves, de «Les filanderes», y Capellín, ayer, en el cine Felgueroso.

Asunción Naves, de «Les filanderes», y Capellín, ayer, en el cine Felgueroso. fernando rodríguez

Langreo, M. Á. G. Adolfo Quintana era un joven mierense popular, bien parecido y autodidacta que una mañana de marzo de 1947 tuvo que saltar por la ventana de su casa y echarse al monte. Paradójicamente lo hizo con su mejores galas. La fuerzas de represión franquista, que habían asesinado a su padre, fueron a buscarle a la boda de su hermana. Quintana les convenció para que esperaran a la conclusión de la ceremonia y después, le acompañaran a casa para poder cambiarse. Aprovechó un descuido para fugarse y unirse a la guerrilla. Vivió tres años más.
Lo cuenta Luis Felipe Capellín en el documental «Guerrillero Quintana», que ayer fue proyectado en el cine Felgueroso de Sama, con la organización de «Les Filanderes». «La figura de Quintana me atrapó desde chaval, desde la primera vez en que Horacio Fernández Inguanzo me habló de él. Estuvo tres años en el monte pero se convirtió en un héroe del pueblo, alcanzó mucha fama», asegura Capellín, para añadir: «Ha pasado medio siglo y Quintana sigue ahí, muy presente en el Caudal. Hay gente que te cuenta que, de chavales, en lugar de jugar a policías y ladrones, jugaban a que eran Quintana y contra las fuerzas franquistas».
Capellín, que combina su faceta de escritor con la de escritor con la de realizador de documentales, tenía claro que la historia de Quintana debía ser contada. «Lo tenía guardado dentro desde hace años y sentí que ya estaba preparado para hacerlo. No soy Spielberg, pero creo que ha quedado bien y la verdad es que el documental está teniendo una acogida muy buena».
El autor de la cinta grabó más de cinco horas de testimonios de una veintena de personas (familiares, vecinos, antiguos enlaces…) que finalmente se quedaron en 55 minutos de proyección: «Es una de las cosas que más me duele. Haber tenido que cortar algunos de los testimonios recogidos. Me llamó la atención que algunas personas me dijeran todavía que era peligroso meterme en esto; ves que el miedo sigue latente».
En la cinta, Capellín asegura que no ha escondido nada, «ni lo bueno ni lo malo». «Quintana fue una persona muy querida y popular, alegre, audaz, valiente y autodidacta. Pedía a los enlaces que incluyeran libros en los pedidos que hacían. Pero también mató a una persona y tuvo que recurrir al llamado impuesto revolucionario para sobrevivir; era un hombre de su tiempo al que le tocó una época difícil». Quintana cayó en 1950, abatido junto a Ángel Díaz «El Canario».
El responsable del documental reconoce que su mayor satisfacción ha sido que la familia ha mostrado su satisfacción con su trabajo: «Creo que si Quintana viviese me habría dicho: bien hecho chaval. A mí eso me basta».

http://www.lne.es/cuencas/2013/09/28/capellin-recuerdo-quintana-sigue-heroe/1475369.html

Facebooktwitterlinkedinrssyoutube
leer más