SILENCIADAS PERO NO OLVIDADAS. MUJERES Y REPRESIÓN FRANQUISTA EN ASTURIAS

25/10/2021 por

SILENCIADAS PERO NO OLVIDADAS.                MUJERES Y REPRESIÓN FRANQUISTA EN ASTURIAS

El libro que hoy os presentamos analiza las consecuencias que el golpe de estado de julio de 1936 y la victoria franquista tuvieron para las mujeres asturianas, a través de distintos ejemplos representativos que sirvan para ilustrar las características y tipologías de la violencia política que se desató
contra la población femenina.

Con ello, se pretende contribuir a construir y divulgar una memoria histórica que incluya a las mujeres, teniendo en cuenta que sus experiencias fueron doblemente invisibilizadas. Primero, por la dictadura, que aspiró a anularlas y silenciarlas, lo que ha dificultado, aunque en absoluto impedido, su investigación. Después, por los propios movimientos antifranquistas y la investigación histórica, que han tendido a enfocarse y valorar más las luchas de los hombres. Por tanto, este proyecto busca la visibilización de las mujeres, resaltando su presencia y experiencias en esta etapa de nuestra historia.

Si quieres reservarlo puedes ponernos un mail a famyr.asturias@gmail.com

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Presentación del libro «La lucha contra el franquismo en Asturias (1937-1963)»

23/02/2021 por

El próximo 25 de febrero, a través de Zoom, la Fundación Federico Engels llevará a cabo la presentación del libro «La lucha contra el franquismo en Asturias (1937-1963)», un análisis sobre la lucha contra la dictadura en una de las regiones donde la clase obrera fue más lejos en la lucha por transformar la sociedad. Un trabajo realizado por Pablo Alcántara, doctor cum laude por la Universidad Autónoma de Madrid y militante de Izquierda Revolucionaria.

          La clase obrera asturiana ha escrito con sangre páginas gloriosas en la historia del movimiento obrero: desde la comuna de Octubre del 34 y su lucha contra el fascismo, pasando por la guerrilla antifranquista y las grandes huelgas mineras que alumbraron a todo el Estado la impronta de la Asturias roja es muy profunda.

          El libro «La lucha contra el franquismo en Asturias (1937-1963)» habla de todos estos heroicos episodios. De cómo los trabajadores asturianos, primero en los montes y después en las minas, en las fábricas y en las calles a través de huelgas, manifestaciones y comisiones obreras, hicieron frente a la sanguinaria dictadura franquista. A lo largo de toda esta movilización las mujeres jugaron un papel fundamental extendiendo la lucha a toda la sociedad como fielmente se refleja en el libro.

          Esta obra se ha llevado a cabo basándose en fuentes documentales, bibliográficas y orales; muchos luchadores antifranquistas han aportado su testimonio a este trabajo. También son muchos los documentos inéditos que aparecen y que para ser conseguidos el autor ha tenido que superar innumerables trabas legales y burocráticas ya que al igual que la Justicia sigue impidiendo que se juzguen los crímenes del franquismo, el aparato del Estado intenta silenciar por todos los medios lo ocurrido en aquellos años.

          Por ello trabajos como este son más necesarios que nunca para rescatar la memoria oculta de nuestra clase. Y no como un mero ejercicio académico sino como un aprendizaje para el presente y el futuro. En momentos tan difíciles como los que estamos viviendo donde el autoritarismo y el fascismo se expanden de nuevo por la faz de la Tierra, las lecciones que nuestros abuelos y padres nos enseñaron luchando contra la crueldad del franquismo para transformar la sociedad son absolutamente vitales para no volver a caer en una larga noche de piedra.

https://fundacionfedericoengels.net/index.php/2-uncategorised/621-la-lucha-contra-el-franquismo-en-asturias

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El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado (Faulkner)

28/10/2019 por

No pasa solo en España, como muy bien nos recuerda William Faulkner, pero en España pasa de manera singular, como consecuencia de la Guerra Civil. El largo proceso de exhumación del general Francisco Franco culminado esta pasada semana es un indicador insuperable

Javier Pérez Royo 27/10/2019 –

Familiares de Francisco Franco salen de la Abadía portando el féretro a hombros

Santos Juliá abre su libro Transición con una cita de Juan Benet: «La Guerra Civil de 1936 a 1939 es el acontecimiento histórico más importante de la España contemporánea y quién sabe si el más decisivo de su historia». El historiador, fallecido el día anterior al traslado de los restos del general Franco del Valle de los Caídos a Mingorrubio, manifiesta su conformidad con la afirmación de Juan Benet, acentuándola todavía más: cuarenta años después de su muerte, hay que suprimir todas las cautelas. El «quién sabe» tiene que ser sustituido por «sin duda alguna».

La Guerra Civil fue un enfrentamiento a muerte entre los dos bandos a los que quedó reducida la extraordinaria complejidad de la sociedad española de las décadas anteriores, tras el cual «el vencedor nunca accedió a ningún tipo de pacto que posibilitara la reconstrucción de una comunidad política con los perdedores y volviera a integrarlos en la vida nacional». Por ello, «la Guerra Civil no fue la culminación de una historia, sino su quiebra brutal, un corte profundo infligido a la sociedad española que, desde 1939, quedó amputada para siempre de una parte muy notable de sus gentes y de su historia»

Francisco Franco fue la encarnación del bando vencedor, que consiguió no solo estabilizar un régimen político hasta su muerte, sino que consiguió condicionar de manera decisiva el futuro régimen que vendría a sustituirlo. Las piezas centrales del sistema de poder que articula jurídicamente la Constitución de 1978 no fueron definidas en el proceso constituyente que se inició tras las elecciones del 15 de junio de 1977, sino que provienen directamente o del General Franco: la Monarquía, o de las Cortes franquistas inmediatamente después de la muerte del dictador, que a través de la Ley para la Reforma Política, definirían la composición de las Cortes bicamerales que aprobarían la Constitución y que mantendrán dicha composición en el texto constitucional, o del Gobierno preconstitucional de Adolfo Suárez, que mediante Decreto-ley aprobó el sistema electoral del Congreso y el Senado.

Estos tres elementos, que son los decisivos en el ejercicio del poder juridificado en la Constitución de 1978, no son resultado de un proceso constituyente democrático, sino que son herencia del Régimen del General Franco. La Restauración de la Monarquía, la composición de las Cortes como órgano constitucional representativo del pueblo español y su sistema electoral, no han sido definidos por el poder constituyente del pueblo español, sino que se introdujeron sin debate constituyente de ningún tipo en el texto constitucional que se sometería a referéndum el 6 de diciembre de 1978.

Hay un cuarto. La Iglesia Católica, que también se incorporó de forma espuria al sistema de poder del 78, a través de la negociación de unos Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede, que fueron negociados por el Gobierno de Adolfo Suárez antes de que estuviera aprobada la Constitución, pero que fueron publicados el 4 de enero de 1979, unos días después de que la Constitución hubiera entrado en vigor. Materialmente son preconstitucionales, pero formalmente no lo son. Tanto la Iglesia como el Gobierno de Adolfo Suárez, sabían que esos acuerdos no hubieran podido ser aprobados en democracia, pero que para la democracia sería muy difícil, por no decir imposible, revisarlos. Y así ha sido.

La Monarquía, un Congreso de los Diputados ligeramente devaluado en su composición y un sistema de elección desde la perspectiva del principio de legitimidad democrática, un Senado incompatible con dichos principios de legitimidad y una Iglesia Católica que mantiene su posición privilegiada predemocrática, han encorsetado el proceso político y han condicionado fuertemente el esfuerzo por ir levantando las hipotecas heredadas de la Guerra Civil y de las décadas del Régimen de las Leyes Fundamentales.

Con un sistema de poder definido desde el pasado, ha resultado imposible enfrentarse a lo que ese pasado había sido. La «parte amputada» a la que se refería Santos Juliá, ha continuado siendo parte amputada. La sociedad española no ha podido o no se ha atrevido siquiera a mirar a ese pasado e intentar «integrarlo en la vida nacional».

De ahí viene la permanencia durante 44 años de los restos del general Franco en El Valle de los Caídos; de ahí viene la incapacidad de abordar la nulidad de las sentencias dictadas por los tribunales militares o de excepción después de la Guerra Civil, de ahí vienen los más de cien mil ciudadanos desparramados por las cunetas y un largo etcétera.

La exhumación del General Franco era un primer paso indispensable para que la sociedad española empiece a mirar a su pasado e intentar una auténtica reparación. Ya hemos visto lo difícil que ha sido. No menos difícil va a ser el camino que queda por recorrer.

El pasado en España nunca ha sido pasado. Kant decía que España es el reino de los muertos, que los muertos la poseen, que los muertos la dominan. Lo hemos visto con la exhumación de Franco. Pero también lo podemos ver con la utilización del terrorismo como instrumento de represión años después del fin del terrorismo y de la disolución de ETA. La utilización de un pasado terrorista para reprimir conductas que no pueden ser calificadas de tales. En la Audiencia Nacional no dejan de multiplicarse los procesos por terrorismo en estos últimos años. Ahí está el caso de Alsasua. Parece que ahora se está iniciando la traslación de dicha estrategia para hacer frente al nacionalismo catalán.

¿Hasta cuándo?

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El exilio republicano asturiano se niega a seguir en el olvido

05/07/2019 por

Enriqueta Ortega y Rosa Calvo, del grupo Eleuterio Quintanilla, recuperan 18 historias de familias que tuvieron que dejar Asturias por combatir el franquismo a través del testimonio de supervivientes y sus descendientes: «Cada una daría para un libro»

En primer término, Enriqueta Ortega, Conchita Francos y Rosa Calvo. Detrás, Delfina y Manuel Blanco Fanjul y Rita Obaya.
En primer término, Enriqueta Ortega, Conchita Francos y Rosa Calvo. Detrás, Delfina y Manuel Blanco Fanjul y Rita Obaya.
E. G. Bandera
Gijon

José Antonio Fernández, ferroviario de Oviedo, era un gran lector. «Te lo gastas todo en libros», le decía continuamente Concepción, su mujer. «Es la mejor herencia que les puedo dejar a mis hijos», replicaba él. Cuando fue represaliado por ser de izquierdas, sacaron todos los libros de su casa y los quemaron. La familia al completo decidió exiliarse a Francia. José Flórez Alonso, el guajín del Naranco, tuvo una infancia feliz hasta que tuvo que exiliarse a Francia. Fue uno de los niños evacuados con sus madres y otras mujeres, a las que siempre reivindicó por la lucha que emprendieron para sacar adelante a sus hijos.

Ambos son dos de los protagonistas de las 18 historias que se recuperan en el libro Exilio republicano asturiano. Historias de vida, editado por el Ateneo Obrero de Gijón y la editorial Impronta, cuyas autoras son Enriqueta Ortega y Rosa Calvo, del grupo Eleuterio Quintanilla. «En Asturias el tema del exilio está abandonado e ignorado«, introdujo el historiador Leonardo Borque, que aprovechó su intervención ante el público que ayer dejó pequeño el salón de actos de la Escuela de Comercio para recordar que en comunidades autónomas como Andalucía o Galicia se ha hecho un inventario oficial de todos sus exiliados que no existe en Asturias.

Maricuela, en el centro con bufanda azul, rodeada de las autoras y el resto de protagonistas.
Maricuela, en el centro con bufanda azul, rodeada de las autoras y el resto de protagonistas.

«En Bilbao, ahora mismo, hay una exposición abierta sobre los exiliados vascos e incluso en los últimos días en los puertos de Normandía y Bretaña, a donde iban principalmente los barcos que salían de El Musel, se han organizado recuerdos de homenaje. Y aquí, en Asturias, nos encontramos con un gran olvido», añadió Borque, que tampoco pasó por alto que, a ese olvido institucional, se añade la gestión del trauma en las víctimas, que se aborda en la introducción del libro: «Esa gestión del trauma se transmite a los hijos y a los nietos, y se prolonga demasiado en el tiempo».

Las autoras, que insistieron en que la publicación es un trabajo colectivo del grupo al que pertenecen, explicaron que el origen fue el proyecto Asturias 1936-1937. Sufrir la guerra, buscar refugio, una exposición con la que en 2017, con motivo del 80 aniversario de la caída del Frente Norte y el final de la guerra en Asturias, se pretendía visibilizar la historia del exilio republicano  para llegar al gran público y, sobre todo, al mundo educativo. «Entonces la magnitud del exilio asturiano nos impactó y, tirando del hilo, nos vimos desbordados. En las presentaciones de la exposición, la gente se acercaba dando su contacto. Fue una auténtica lluvia de información y teníamos que hacer algo más», indicó Rosa Calvo.

Olvido Fanjul, la gijonesa olvidada

La mitad de los testimonios que aparecen en el libro proceden de víctimas directas de la guerra y el exilio  y, el resto, de desdendientes que, en su mayoría, residen en Francia. «Cada una de las historias daría para un libro. Algunas familias ya habían empezando a recogerlas, otras nos decían que querían escribir sobre sus padres y otras vieron la excusa perfecta para transmitirla a sus nietos». En las historias del libro hay mujeres, niños evacuados solos o con sus madres, familias completas con niños, jóvenes y mayores, combatientes que se escapan en los últimos momentos o familias represaliadas por quedarse.

La primera protagonista es la gijonesa Olvido Fanjul, que fue trabajadora de la fábrica de La Algodonera y cuya historia ha estado en el olvido en Asturias hasta este año, en el que también se le rindió homenaje en una exposición organizada en el Ateneo de La Calzada.

Su hija Delfina Blanco, muy emocionada, recordó que dejó atrás Gijón el 23 de septiembre de 1937 rumbo a la antigua Unión Soviética como educadora en el barco de los 1.100 niños de la guerra. Se casó con un militar ruso y fue apresada en 1942 por los nazis, cuando estaba embarazada. Dio a luz en la cárcel y le quitaron a su hijo. «Le dijeron que era para Hitler. Nunca volvió a ver su marido y fue la española que más tiempo estuvo en el campo de concentración de Ravensbrück», indicó su hija.

Olvido Fanjul se encontró en Francia con otro de los protagonistas de las 18 historias, Gerardo Blanco, también exiliado de La Calzada. Tuvieron tres hijos. «En 1963 volvieron a España en pleno franquismo. Ella siempre vivía con miedo. Con terror. Vivíamos al lado del cuartel de la Guardia Civil y se presentaban a cualquier hora. Los comienzos en Gijón no fueron fáciles», dijo Delfina, «en Francia éramos los españoles y, en España, los franceses. No tenemos patria». El deseo de su madre era escribir un libro con su vida. «No hay que ocultar ni callar. No queremos que esto se vuelva a repetir, pero tampoco queremos que se olvide».

Su hermano Manuel Blanco también explicó que sus padres, en Francia, no estaban casados ni sus hijos bautizados «porque no estaba mal visto». «Les convencieron varios familiares que vinieron a visitarles a Francia de volver a Gijón. Y en diciembre de 1962 se casaron y nos bautizaron en una iglesia. Mi padre, que estaba afiliado al Partido Comunista desde 1929, tuvo ayuda para conseguir los avales que le pidieron al volver». Entre otros, le exigían uno de buena conducta firmado por un párroco.

De Dinamarca de vuelta al hambre y la miseria de Asturias

De Noreña eran los tres hermanos Juan, Rafael y Manuel Cabanas Fernández. De familia numerosa, su padre había muerto en la guerra y la familia decidió que se fueran en uno de los barcos de El Musel rumbo a Dinamarca. «Fueron felices, queridos y tuvieron una experiencia gratificante», explicó Ortega, «a su vuelta a España les dieron maletas llenas de ropa y álbumes con las fotos que les hicieron en Dinamarca. Pero tuvieron que dejarlos antes de llegar a la frontera porque tenían la bandera republicana en la portada». Rafael, el único superviviente, les contó que la situación en Asturias era dramática cuando regresaron. «Hambre, miseria… Con las ropas que les dieron se pudieron vestir todos sus hermanos y las maletas las vendieron para comer».

Es otra de las familias asturianas que aparecen el libro que fueron «brutalmente» represaliadas. Como la de Rita Obaya, cuyo tío Germán se exilió, luchó contra los nazis y tuvo que renunciar a su nacionalidad española para poder entrar en España como francés «sin problemas». «Me pidió que le fuera a buscar porque quería morir siendo español. Se vino a vivir conmigo e iniciamos dos años de excursiones para que recuperase la nacionalidad. Murió cuando le quedaban cinco meses para cumplir 100 años sin saber que ya era español. La documentación llegó al día siguiente», relató Obaya.

El libro refleja también que los familiares de quienes se exiliaron, al quedarse en Asturias, lo pagaron muy caro. «Los que sufrieron fueron los que se quedaron. Algunos lo pagaron con su vida, a otros con 11 años los llevaron a colegios de monjas a que los reeducaran y nunca más se supo de ellos. Mi padre fue el que peor lo llevó. No hablaba mucho del campo de batalla. Cuando regresó de la guerra se ocultó en una cueva que sus hermanos le habían hecho debajo de la tierra. En un zulo. Cada poco venían a acosar a la familia: a mi abuela le cortaron el pelo, a mi abuelo le obligaron a cavar y probar tumbas y jugaban con ellos a la ruleta rusa. Querían que delataran a mi padre y acabó entregándose voluntariamente».

Tras pasar por varias cárceles e incluso con una orden de alejamiento de Asturias de por medio, su padre pudo regresar en los años 50. «Nadie se atrevía a darle trabajo y la Guardia Civil aparecía por casa a cualquier hora». Era el principal sospechoso siempre que alguien osaba rebelarse contra la dictadura franquista, por ejemplo mediante unas simples pintadas. «Siempre nos contaba lo que le había pasado como si fuera un cuento para niños. Nunca intentó que sintiéramos rencor ni afán de revancha. Cuando murió sentí una enorme necesidad de contar la vida que había tenido». 

Héroes en Francia, olvidados en su tierra

La historia de su familia ya está sobre el papel. Como la del gijonés Emilio Álvarez Mongil El Manco, que se tiró al mar para alcanzar uno de los barcos que partían de El Musel, recibió un tiro en el brazo y tuvieron que amputárselo cuando ya estaba a salvo. Este combatiente republicano acabó en Burdeos, en la Resistencia francesa, sobrevivió al campo de concentración de Buchenwald y tuvo nueve hijos en Francia. «Al morir Franco, vuelve para ver su casa familiar de El Natahoyo, que fue derribada. Quiso que tiraran sus cenizas a las aguas de El Musel. Vamos a pedir que el Ayuntamiento de Gijón le ponga su nombre y también el de Olvido Banjul a alguna de las nuevas calles». 

Emilio El Manco no se atrevió a volver a España hasta que murió Franco porque, como otros combatientes, su nombre tenía un expediente abierto al menos hasta 1958. Al igual que el ovetense Antonio Lantarón Torner, otro combatiente que rehizo su vida en Francia y hablaba poco de su experiencia como exiliado. «Lo hemos escuchado decir a más personas, los padres querían proteger a sus hijos, y las madres parece ser que eran más comunicativas», indicaron las autoras. El hijo de Lantarón les explicó que también la familia que quedó en Oviedo recibía visitas continuamente para preguntar por el paradero de Antonio. «Pero como eran o apolíticos o de derechas, acabaron dejándoles en paz».

Otro de los protagonistas, recientemente fallecido, es Vicente García Riestra. Un héroe en Francia, «ignorado en Asturias», que nunca dejó de reivindicar el papel de los españoles republicanos en el exilio y en España. «Nunca renegó de ser español y pedía la nacionalidad».

También Ángeles Flórez Peón, Maricuela, con sus 100 años de «memoria, historia, lucidez y compromiso», que estuvo presente en la presentación, vuelve a contar su lucha en esta publicación. «Conozco todos los sufrimientos de la gente y sigo traumatizada por aquello, pero tuve suerte porque me salvé de la pena de muerte». Y ha vivido un siglo para que su memoria y la de la de otras familias no sigan en el olvido.

 

https://www.lavozdeasturias.es/noticia/gijon/2019/07/02/exilio-republicano-asturiano-niega-seguir-olvido/00031562096849587845839.htm?fbclid=IwAR2gG7uFdFAnTpkE7gN3qNMtCW4EZMv50Xb-iNoPSO5P3kdngSwFizXlGxE

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«Aún vivimos en un país de silencio»

04/06/2019 por

Carlos Hernández de Miguel, autor del libro. / LVA
Carlos Hernández de Miguel, autor del libro. / LVA

Carlos Hernández presenta hoy su libro ‘Los campos de concentración de Franco’ | El periodista madrileño ha documentado tres centenares de estos centros, doce de ellos en Asturias y uno en Avilés, el de La Vidriera

ALEJANDRO L. JAMBRINA AVILÉS.
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«Una vez dentro del campo, quienes hasta entonces éramos pacíficos ciudadanos pasamos a convertirnos, por obra y gracia de las autoridades franquistas, en delincuentes peligrosos y prisioneros de guerra». Son palabras de Manuel Vega, un vecino de Infiesto que fue prisionero, junto a miles de personas, en el campo de concentración ‘La Vidriera’ de Avilés. Su testimonio, como el de muchas otras víctimas, se recoge ahora en el último libro del periodista Carlos Hernández de Miguel, titulado ‘Los campos de concentración de Franco’ y que el autor presenta esta tarde, a las 19.30 horas, en el palacio de Valdecarzana.

Después de tres largos años, Hernández presenta en esta obra una investigación que revela la existencia de trescientos campos de concentración franquistas, doce de ellos en Asturias, por los que pasaron entre 700.000 y un millón de españoles. «Conocemos los males de otros pero desconocemos nuestro propio pasado. La Dictadura se pasó cuarenta años intentando borrar sus crímenes y el resultado es que vivimos en una España del silencio», señala el autor en relación al desconocimiento de la gente sobre la existencia de campos de concentración en muchas localidades españolas.

Situado a la entrada de Avilés, en la confluencia de la avenida de Gijón con la calle Llano Ponte, donde hoy se encuentra el Centro Municipal de Arte y Exposiciones, el campo de concentración de La Vidriera fue uno de los más importantes del Norte de España, llegando a acoger a más de 1.200 prisioneros entre 1938 y 1939.

Según la investigación del autor, Asturias fue una de las regiones con más campos de concentración en relación a su tamaño. Un total de doce, ubicados en instalaciones de lo más común como la fábrica de conservas de Candás, la plaza de toros de Gijón o el manicomio de La Cadellada, en Oviedo. «Los medios con los que contaba el régimen eran deficientes y por eso se decidió habilitar este tipo de espacios para hacinar, ejecutar y reeducar a miles de españoles», sostiene Hernández.

«Las autoridades dentro del campo eran un sargento, conocido como ‘La Aviación’, por el revuelo que se formaba cada vez que aparecía por la nave; un brigada que tenía una pierna de palo y un teniente, al que los prisioneros habían puesto el apodo de ‘El Ferruchu’ por lo severo que era», recuerda en el libro Manuel Vega, prisionero en Avilés en el año 1.939.

«Hay españoles engañados»

Con su último libro publicado, Carlos Hernández pretende dar a conocer una gran mancha en la historia del país, una mancha que no se debe olvidar. «Lo triste es que a partir de la Transición no se empezase a corregir este silencio. Hoy en día te sigues encontrando a gente en pequeñas localidades que temen contar lo que recuerdan de aquellos años», destaca el autor, que alude a «generaciones de españoles engañados».

El libro también recoge el testimonio de María Ángeles Ovies, hija de otro prisionero de La Vidriera, que recuerda «que los soldados sacaban a los hombres atados por la villa y las familias aprovechaban para verlos pasar y poder hablarles a distancia». Son duros recuerdos de algo que pasó en nuestras calles hace tan solo ochenta años, pero que ya nadie parece recordar. «Así eran las cosas, los prisioneros sufrían un trato denigrante por parte de los soldados. Ya les habían derrotado en el campo de batalla y también querían derrotarles ideológicamente».

El libro de Hernández relata muchas más historias, cientos de voces olvidadas que ahora salen a la luz. De la historia más triste de Avilés y de muchas otras localidades españolas, estará hablando el periodista e investigador esta tarde en el Valdecarzana.

https://www.elcomercio.es/aviles/vivimos-pais-silencio-20190603005544-ntvo.html

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El historiador Manuel Fernández ultima su libro sobre la represión en Langreo

18/07/2017 por

El autor estará desde hoy y durante todo el verano buscando testimonios de familiares y allegados de las víctimas del franquismo

langreo, l. m. d. 11.07.2017 | 05:13

Manuel Fernández, con el libro que realizó sobre la represión en Laviana.

Manuel Fernández, con el libro que realizó sobre la represión en Laviana. F. R.

El historiador Manuel Fernández Trillo se ha embarcado en su tercera investigación sobre la identidad y el número de represaliados por el franquismo en uno de los concejos de las Cuencas. Primero fue Aller, luego Laviana y ahora le toca el turno a Langreo. Para contrastar datos con familiares y amigos de los represaliados, durante el verano estará en Sama y Ciaño. Su objetivo es «corregir, ampliar y recoger testimonios de los familiares».

El libro sobre la represión franquista en Langreo que elabora Fernández Trillo es aún un borrador, que requiere contrastar y ampliar contenidos. El historiador estará hoy, y los días 12, 14, 14, 18 y 21 de julio en la Casa de Cultura «Escuelas Dorado» de Sama, en horario de 11 a 14 horas. En la Casa de los Alberti de Ciaño estará los días 17, 19, 20, 24, 25, 26, 27 y 28 de julio, con el mismo horario. Durante el mes de agosto Manuel Fernández estará en días alternos en Sama y Ciaño, también entre las 11 y las 14 horas. En cualquiera de estos momentos los familiares o conocidos de los represaliados podrán aportar documentación o testimonio oral de lo ocurrido con sus allegados.

Cuando empezó a elaborar el libro, Fernández Trillo calculaba que podría haber alrededor de 6.000 langreanos afectados por la represión de la dictadura de Franco. En Laviana, Caso y Sobrescobio este número fue de unas 5.000 personas, tal y como publicó en su libro «La represión fascista en Laviana y el alto Nalón». Para desarrollar su tarea, Fernández Trillo rastrea tanto en los archivos municipales como en el Militar de El Ferrol, el Archivo Histórico de Asturias y el Archivo General de la Administración.

http://www.lne.es/cuencas/2017/07/11/historiador-manuel-fernandez-ultima-libro/2133611.html

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Los amigos de Pieycha recuerdan las voces «combativas» del artista militante

13/04/2016 por

Conocedores de la vida y obra de Pedro Sanjurjo, que llegó a planear el asesinato de Franco, le reconocen como «espíritu libre, honesto y sincero»

12.04.2016 | 09:47

Por la izquierda, Eduardo Abad, José Antonio Samaniego y José Marín Barcaiztegui, ayer, en el Club LA NUEVA ESPAÑA .

Por la izquierda, Eduardo Abad, José Antonio Samaniego y José Marín Barcaiztegui, ayer, en el Club LA NUEVA ESPAÑA . JUAN PLAZA

I. P. La reciente muerte de Pedro Sanjurjo, «Pieycha», el pasado 25 de marzo, motivó que sus amigos prepararan una mesa de redonda para glosar su vida, obra y militancia política en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón.

Eduardo Abad, historiador y miembro de la Federación Asturiana de Memoria y República (FAMYR), se encargó de los orígenes de Pieycha, natural de Posada de Llanes, nacido en 1943, y al que calificó como «militante clandestino, combativo, que ponía la carne en el asador y aventurero». Un repaso a su infancia, hizo de Guardia Civil que gracia sus abuelos tuvo contacto con ideas de izquierdas que se tornaron en comunistas gracias a la incidencia en él de un profesor. Su lucha, según relató Abad, se encaminó entonces a combatir el franquismo, no sin antes cumplir con el servicio militar en el Sahara. «Repartió pasquines, formó la primera cooperativa de Asturias, intentó un magnicidio con el dictador Franco cuando visitó Gijón y estuvo preso en las cárceles de Oviedo y La Coruña. Era genuinamente auténtico», recordó, entre otras hazañas de Pieycha, el historiador Eduardo Abad antes de clausurar su parlamento explicando que «una espiral autodestructiva» de alcohol, voces y conatos de suicidio (e incluso se habló ayer de homosexualidad) le hicieran volcarse en su faceta artística, ya alejado, por disputas, de la primera línea de la militancia en el Partido Comunista de España (PCE).

José Antonio Samaniego, crítico de arte de LA NUEVA ESPAÑA, tomó entonces el testigo para relatar sus vivencias junto a Pieycha. Samaniego se nutrió de anécdotas para verificar todo lo dicho anteriormente acerca del carácter de Pieycha. «Un día, volviendo de cenar junto a otros matrimonios, nos lo encontramos por la calle y al preguntar a dónde vas, él respondió: a quemar el banco», rememoró Samaniego que también hizo referencia a la esquizofrenia que padecía el artista. «Estando en su estudio me dijo, coge esa figura y llévatela, está todo el día hablándome y ya no le aguanto más», desveló. Aun hay más. «¿Cómo has escrito tus memorias?, le pregunté. Me las dictan al oído, me respondió».

 «Espíritu libre, honesto y sincero». Con estas palabras inició su interlocución José Marín Barcaiztegui para describir al detalle el proceso por el que lograron escribir su biografía. «Traía papeles que eran trozos, partes de su vida, unos escritos a mano y otros a ordenador. Había partes que no se entendían, había que poner orden pero siempre se opuso a cualquier cambio», señaló Barcaiztegui que, con ejemplos, despidió la mesa redonda que defendió que Pieycha siempre decía «no soy esquizofrénico, oigo voces».

http://www.lne.es/gijon/2016/04/12/amigos-pieycha-recuerdan-voces-combativas/1910125.htmlFacebooktwitterlinkedinrssyoutube

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Nos ha dejado el camarada Pieycha, uno de los imprescindibles

04/04/2016 por

Por Eduardo Abad

Este 25 de Marzo fallecía a los 72 años Pedro Sanjurjo, Pieycha,  destacado miembro de la lucha antifranquista y  reconocido artista. La vida de Pieycha, sobrenombre que adquirió durante la clandestinidad y que significa Pedrín en ruso, está marcada por su compromiso con la clase obrera y por su capacidad de constante reinvención.

Nació en el seno de una familia ligada al régimen franquista, su padre fue un Guardia Civil especializado en la  represión a la guerrilla, lo que claramente dejó una impronta en  Pedro. Desde muy joven manifestó una gran inquietud social, marcándose un objetivo que sería trascendental en su vida: ingresar en el Partido Comunista. Él mismo de forma independiente y tan solo con la ayuda de un compañero distribuía panfletos con las consignas de la Pirenaica por las calles de Xixón,  trayendo de cabeza a la Brigada Político Social. Tras la entrada en el PCE en 1967, se abre una nueva etapa en su vida caracterizada por un compromiso inquebrantable con la lucha obrera y el socialismo.

Tuvo un papel clave en la reorganización de las Comisiones Obreras asturianas a finales de los años 60, llegando a ser miembro de la coordinadora gijonesa y el responsable de prensa. Participó junto a otros muchos/as obreros/as en acciones contundentes en defensa de los derechos de la clase trabajadora y contra el fascismo, Pieycha siempre estaba dispuesto a dar la cara por lo que creía justo. La represión, al igual que a otros/as muchos/as antifranquistas, le obligará a pasar por diversas cárceles del régimen.

Esta forma tan entregada de entender la táctica comunista le llevó confrontar con la dirección del PCE que trataba de moderarse. Por este motivo pasara a formar parte del PCE (VIII Congreso), que agrupaba a históricos dirigentes como Eduardo García o Enrique  Líster. El objetivo era plantar cara al capitalismo inspirándose en la URSS y la resistencia republicana sin renegar de los objetivos revolucionarios. En 1978 es expulsado del PCE (VIII-IX Congresos) en medio de grandes polémicas y teniendo de fondo la homofobia que impregnaba gran parte del Movimiento Comunista en esta época.

Al comienzo de los años 80 participa en la primera cooperativa obrera asturiana, consiguiendo que sean los trabajadores los que administren la empresa. Los problemas personales y una profundización en su enfermedad psiquiátrica, hicieron que los siguientes años fueran especialmente duros. Pero eso no supuso el final de su compromiso social, logrando reinventarse como un gran artista autodidacta. Sus creaciones son una continuación de su conciencia solidaria, con obras sobre la injusticia o la paz. Aunque también trabajó la pintura, destacan imponentes esculturas como la de “Copulaciones” en el parque de Laviada (Xixón).

Recientemente había publicado sus memorias con la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR), precisamente para ofrecer su opinión sobre los episodios que le tocaron vivir y sobre los que pocos le habían preguntado. Sirva su vida como ejemplo de lucha y compromiso para las generaciones que están por venir.

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