CORRUPCIÓN, RÉGIMEN DEL 78 Y MEMORIA

02/09/2015 por

CORRUPCIÓN, RÉGIMEN DEL 78 Y MEMORIA

Ruben Norniella

Cuando observamos, escandalizados, la red corrupta y clientelar en que ha degenerado el Régimen del 78, no podemos por menos que plantearnos cómo hemos llegado hasta aquí, cómo es posible que aquella democracia nacida desde un presunto cambio pacífico desde el Régimen franquista hasta una democracia homologable al resto de las democracias europeas. ¿Que hemos hecho mal para que no hayamos conseguido ser como ellas?

 

La respuesta a esas preguntas hay que buscarla en la Memoria Histórica Democrática. O mejor dicho: en la falta de ella. Cuando se puso en marcha la Transición Política, algunos teníamos la esperanza de que la Transición fuera precisamente eso: una Transición desde la dictadura a una democracia plena. Muchos apostabamos por la ruptura frente a la reforma, temíamos que, una vez más, en este país se impusiera lo provisional como definitivo, pero aceptemos como buena la proposición, ya que venía avalada por los partidos de la oposición democrática y fundamentalmente, por el Psoe y el Pce. El «atado y bien atado» de Franco a las puertas de la muerte nos hacía sospechar, pero nosotros, ajenos a las componendas entre el dictador, Kissinger, Wily Brandt, Felipe Gonzalez y Santiago Carrillo, aceptemos pulpo como animal de compañía.

 

Confiábamos en que, una vez producida la alternancia en el poder, la Transición finalizaria y se procederá a la aplicacion de la legislación internacional, que se juzgaría al franquismo, que se desmontaria, por fin, la vieja estructura del poder franquista, el viejo bunker, que seguía dominando el poder económico, judicial y mediático, los otros tres poderes. El 23-F, el golpe blando que SÍ triunfó, y la renuncia del Psoe, pese al incontestable triunfo logrado en el 82, a acometer el final de la Transición y la instauración de una democracia plena, estableciendo los principios de «verdad, justicia y reparación» como instrumento sanitario y educativo fundamental para la construcción democrática, convirtieron al Régimen del 78 en un intento democrático fallido y en una continuación de facto del Régimen franquista, perfeccionado con una cierta apariencia democrática a través de los partidos políticos. Es decir, el viejo axioma: que algo cambie, para que todo siga igual.

 

Consolidada esa continuidad corregida y perfeccionada del Régimen, este siguió a lo suyo: a sus negocios. Así, el modelo de corrupción del tardofranquismo, con los tecnócratas y el Opus Dei al frente, se lanzó ya sin complejos por donde solía. Y empezaron a salir a la luz, como ya habia ocurrido en el tardofranquismo, escandalosos casos de corrupción, que afectaron primero al Psoe y después al Pp. El clientelismo, la financiación ilegal, la corrupción institucionalizada se convirtieron en el modelo de funcionamiento habitual con tal descaro que ya fue imposible -como le ocurrió al tardofranquismo con determinados casos- de ocultar.

 

Hoy, cuando el hedor se ha hecho ya insoportable e inaceptable para la ciudadanía, la Sociedad ha estallado exigiendo un cambio que acabe con esta lacra de corrupción e impunidad. La irrupción de una nueva forma de hacer política es ya un clamor ensordecedor. De ahí la irrupción de Podemos. El Régimen ha reaccionado con el intento de hacer una réplica de Podemos a su servicio, tal y como reclamaba la gran Banca con descaro y así nació el «Fenómeno Ciudadanos», jaleado por un Cuarto Poder -los medios- monopolizados por el Régimen.

 

¿Como terminar con el Régimen? La Memoria Histórica Democrática adquiere aquí una importancia definitiva. Solo con la aplicacion de la legislación internacional en vigor se podrá desmontar definitivamente al franquismo. Se podrá establecer un discurso histórico real que sirva de cordón sanitario ante el fascismo de cara al futuro. Los niños alemanes visitan, obligatoriamente y una vez al año, los Campos de Concentración nazis. El discurso antifascista se incorpora al modelo educativo como vacuna.

 

Y esto es de especial importancia hoy, cuando nuevas formas y más refinadas de fascismo se estan poniendo en marcha. Hay que explicarles a los niños en la Escuela que el «Crack del 29» -una crisis sistémica del capitalismo- fue seguida por el empobrecimiento generalizado de las clases bajas y medias a nivel mundial y por la pérdida de derechos. Eso degeneró hacia el ascenso de los fascismos en Europa -Franco, Mussolini y Hitler- y por Gobiernos de la derecha cuasi fascista en el resto de los países occidentales.

 

Y es importante contarles esto para que puedan establecer paralelismos y que se vea como la «Crisis de 2.008» ha generado también el empobrecimiento insoportables de las clases medias y bajas en todo el mundo y también la pérdida de sus derechos. Y más importante: ha provocado el resurgimiento del fascismo. Pero como suele ocurrir, los acontecimientos históricos se repiten: la primera vez como tragedia y la segunda en modo farsa: hoy el fascismo ha mutado a la forma de fascismo financiero y de nuevo liderado por Alemania. El viejo sueño de Hitler de una Europa dominada por los alemanes de forma autoritaria ya es casi una realidad.

 

La definitiva fórmula para establecer un Gobierno Mundial capitalista ya está en marcha y se llama TTIP. El Tratado de Libre Comercio entre Europa y los Estados Unidos, unido a otros TTIP’s firmados por los Estados Unidos por todo el mundo dibujaran una realidad mundial en la que los Estados habrán perdido su soberanía a manos de las grandes transnacionales y los grandes bancos mundiales. Lo que resulta papetico es ver como grandes defensores de este tratado a la socialdemocracia europea, por una parte -hasta ese nivel ha llegado la traición de los socialdemócratas europeos a las clases que afirma defender-, y a los partidos nacionalistas europeos, especialmente al Pp.

 

El papel de la Memoria Histórica Democrática en la educación es fundamental para crear ciudadanos con capacidad crítica, que puedan establecer estos paralelismos. También es fundamental que se pueda establecer justicia y reparación, ademas de la verdad, con respecto al primer poder, el económico, y al Cuarto -los medios-: que las grandes empresas del Ibex devuelvan o en su defecto indemnicen a los republicanos a los que se incauto su patrimonio -incluidos los periódicos incautados- es de vital importancia para revertir un poder económico de corte fascista por otro democrático. Lo mismo se puede decir de la utilización de mano de obra esclava. En Alemania aún hay empresas que hoy estan pagando indemnizaciones.

 

Es tan imprescindible desmontar la estructura franquista del poder judicial, que hoy la impunidad de que gozan los corruptos y los corruptores -especialmente los que ligan a poder politico y empresas- que hoy resulta totalmente escandaloso para la ciudadanía. Es el modelo español de impunidad, que ha servido para mantener la impunidad del franquismo y también el de la corrupción institucionalizada.

 

Es indudable que la coyuntura internacional, con la ofensiva del fascismo financiero, no favorece el establecimiento de la Memoria Histórica Democrática en nuestro pais. De ahí que nunca se haya abordado con seriedad. Pero es un arma fundamental para educar a los ciudadanos en el espíritu crítico y los valores democráticos y por lo tanto, antifascistas. No se puede mandar el mensaje a las nuevas generaciones que cometer un genocidio, incautar las propiedades de los ciudadanos demócratas por el simple hecho de serlo y utilizarlos como mano de obra esclava al servicio de las corruptas empresas cómplices del fascismo, sale gratis. Se debe ejemplarizar, para evitar que se repita. O aprendemos de la historia o estaremos condenados a repetirla.

 

En ese sentido, la reivindicación republicana va mucho más allá de lo que supone el debate sobre la fórmula de Estado, que también, o sobre la desafección a una bandera -la bicolor-, ligada a traves de nuestra memoria colectiva a las Restauraciones Borbónicas o al Golpe fascista del 36, o a la memoria emocional de la tradición democrática española a través de otra bandera, la tricolor. No se trata de de un debate sobre un trapo con unos colores, sino sobre los valores que dicha bandera representa.

 

En ese sentido, cabe reseñar aqui dos circunstancias importantes. La primera y mas importante es el error, por ser benevolentes, de la izquierda española, que ha utilizado la bandera tricolor de una manera mas foklorica que reivindicativa. El Psoe lo ha hecho como concesion, en determinadas fechas, a sus militantes historicos, para el mantenimiento de una aureola izquierdista mas de postureo que de realidad politica. Lo mismo casi podria decirse de IU. Se trataba mas de aludir a la mítica de la lucha obrera y por la democracia en su pasado, que de una reivindicacion real por los valores que dicha bandera significaba. En ese sentido, la postura de las direcciones de Psoe e IU con respecto a la memoria histórica Democrática ha ido mas en la direccion de consolidar el modelo de impunidad español , a traves de leyes como la actual de memoria historica, que de una apuesta decidida por la aplicacion de las leyes internacionales a este respecto, por mas que España las hubiera suscrito. Ni siquiera las llamadas al orden -tambien mas de postureo que de presion real- de organismos internacionales como la propia ONU han servido para impulsar el animo reivindicativo de esa izquierda. De las nuevas organizaciones aparecidas en los últimos tiempos como Podemos nada se sabe en este aspecto.

 

Tambien es necesario reseñar aqui el lamentable papel de algunas asociaciones memorialistas, vinculadas a esa vieja izquierda y a su renuncia. En primer lugar, convirtiendose en «desenterradores», a pesar de que con ello se estaba contribuyendo a la destruccion de pruebas de los crímenes contra la humanidad cometidos, como muy bien advirtió el equipo NIZKOR en su informe sobre el modelo de impunidad español. Convirtieron su actividad en un negocio y una salida profesional para algunos, en asociaciones a la caza de subvenciones gubernamentales, un chiringuito muy rentable para algunos. Uno de tantos… Esto, que ya era vox populi, le dio incluso pabulo a algun lider popular para ironizar sobre ello ante los medios de comunicacion. Hasta ese punto de desfachatez llegaron los unos y de falta de orgullo los otros.

 

Esto ha permitido a los medios de comunicacion del Regimen construir una imagen que vincula la bandera republicana -y por lo tanto sus valores- con un postureo encaminado a exhaltar una mitica y no a una lucha real y actual. Todo ello muy conveniente para el modelo español de impunidad y a la consolidacion del Regimen del 78.

 

Sin embargo, la lucha contra dichos modelos y por la memoria historica democrática frente a fascismos pasados y presentes, son la mejor arma para enfrentarse precisamente al nuevo fascismo que hoy nos amenaza. Construir el relato histórico que vincule las crisis del 29 y del 2008, las perdidas de derechos de las clases trabajadoras que siguieron a ambas crisis, permitirian vincular los fascismos de los años 30 con el nuevo fascismo financiero que ahora nos amenaza. Ese debe ser el discurso de una memoria histórica democrática, que debe ser un punto de apoyo fundamental para la titánica lucha que la clases obrera europea tenemos que afrontar hoy. Y en esa lucha los símbolos son importantes, pero lo serán en tanto y cuanto esten vinculados a los valores que representan y que es necesario preservar, en lugar de a simples vínculos emocionales.

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La Ley de Amnistía: Marguš contra Croacia y España contra el mundo

17/01/2015 por

La Ley de Amnistía: Marguš contra Croacia y España contra el mundo

El 27 de mayo se hizo pública la decisión de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en el caso Marguš contra Croacia. Sin ser éste el momento de entrar en los detalles de esta causa, valga señalar que en ella el TEDH hizo frente a la valoración general que para el Derecho internacional merecen las leyes de amnistía. Por mejor decir, de las 58 páginas de esta sentencia, cerca de 25 recogen una parte de la -por lo demás muy abundante- práctica internacional a este respecto.

A su luz, ya en la sentencia de Sala de 13 de noviembre de 2012 se había concluido que desde hace décadas existe una clara y constante tendencia que determina que la concesión de amnistías generales respecto de crímenes internacionales -crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra, etc.- está prohibida por el Derecho internacional. En concreto, se dijo entonces, lo anterior se extraía de las normas consuetudinarias de Derecho internacional humanitario, los tratados de derechos humanos, así como las decisiones de tribunales internacionales y regionales y de la práctica de los Estados (párrafo 74).

Por su parte, en su sentencia la Gran Sala añadió a todo ello algunas consideraciones que merecen destacarse: De un lado, sostuvo que la misma jurisprudencia anterior del TEDH permitía concluir que la concesión de amnistías respeto al asesinato y maltrato de civiles es contraria a las obligaciones contenidas en los artículos 2 y 3 del Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales; en tanto que ese tipo de leyes impiden u obstaculizan la investigación, y necesariamente conllevan la impunidad de los responsables (párrafo 127). Del otro lado, subrayó la obligación unánimemente reconocida de los Estados de procesar y castigar a los responsables de las más graves violaciones a los derechos humanos; y a su tenor, la general y desde hace lustros creciente orientación internacional a considerar, en consecuencia, a las amnistías como jurídicamente inaceptables (párrafo 139).

Ahora bien, ciertamente aquí podrían plantearse algunas discusiones técnicas de orden temporal, pero lo que me interesa destacar es otra cuestión. Junto a todo lo que he resumido, la Gran Sala apuntó algo que con sinceridad no sé si trae ecos de la confusa fórmula que utilizó la Comisión Europea de Derechos Humanos allá por 1991 en el caso Dujardin y otros contra Francia, o es más probable que responda a algo de lo mantenido en este caso Marguš por, se dice, un “grupo de académicos” asociados con la Middlesex University London -a los que de inmediato volveremos. El hecho es que la Gran Sala literalmente agregó a lo anterior que “incluso si se aceptara que las amnistías son posibles cuando hay algunas circunstancias particulares, como un proceso de reconciliación y/o una forma de compensación a las víctimas”, ello no se daba en esta causa (párrafo 139).

El enunciado en forma de una suerte de mera hipótesis reduce la potencial perplejidad que podrían causar estas valoraciones, pues en caso contrario sería imposible no preguntar -no sé si antes o después de pellizcarse- algo como: perdón, pero ¿circunstancias particulares que hagan posible que un Estado decida unilateralmente no investigar ni perseguir los más graves crímenes internacionales, como es su obligación internacional? ¿Cuáles y cómo? ¿Vía invocar algo llamado “un proceso de reconciliación” para hacer jurídicamente aceptable que un Estado disponga de algo que no es suyo: los derechos a la justicia y la verdad de esas víctimas?

En cualquier caso, la realidad es que fue en la intervención que ante la Gran Sala realizó aquel “grupo de académicos” que ya mencioné donde de manera expresa se mantuvo, nada más ni nada menos, que aunque una amnistía pudiera suponer la impunidad para los responsables de graves violaciones a los derechos humanos, y el correspondiente menoscabo de los derechos de sus víctimas, importantes razones políticas permitían afirmar que era posible conceder una amnistía general para acabar con, por ejemplo, una dictadura violenta y/o lograr la reconciliación (párrafos 112 y 113). Tesis -ni qué decir tengo que no jurídica- que mantuvieron aportando como ejemplo primero, adivinen…, justo: lo afirmado singularmente por nuestro Tribunal Supremo en la causa contra el juez Garzón -que, aunque ya venía de atrás, desde entonces y hasta la fecha ha sido replicado sin fin. Esto es, ya sabemos: todo aquello de que la ley de amnistía española no es una norma de impunidad (más) al uso, sino que “tuvo un evidente sentido de reconciliación”, que “en ningún caso fue una ley aprobada por los vencedores (…) para encubrir sus propios crímenes”, y que “fue consecuencia de una clara y patente reivindicación de las fuerzas políticas ideológicamente contrarias al franquismo”. En fin, cuestiones que no es momento de volver a discutir, pero que como se quiera, tienen un peso, incidencia o relevancia jurídicas-internacionales completamente nulas.

Dicho en otras palabras, lo que desde hace años, muchos venimos defendiendo y combatiendo; lo que ya hace más de media década apuntó el Comité de Derechos Humanos; lo que poco después señaló el Comité contra la Tortura; lo que de manera expresa y directa tuvieron que reiterar hace pocos meses el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias, el Comité contra la Desaparición Forzada y el Relator Especial para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición de las Naciones Unidas. Y lo que de manera indirecta, ya antes pero también ahora, recuerda la Gran Sala del TEDH: Que la generalizada posición oficial en España respecto a la ley de amnistía de 1977 es, en suma, jurídicamente insostenible.

La única duda ya es que no sé si llegue antes el día en que el mundo entero se dé cuenta de que está equivocado, o el momento en que logremos que nuestras autoridades entiendan y asuman que una amnistía no puede impedir, de plano y sin más, la investigación de los más graves crímenes de derecho internacional: la aprobase quien la aprobase, invocando lo que se quiera y por los motivos que fuera, se digan o se oculten.

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La Transición que seguimos pagando

21/04/2014 por

Noticias de Gipuzkoa

Cabe datar la Transición entre 1976 y 1981, por entender que la refrendada Ley de Reforma Política (1976) abrió formalmente el proceso, y lo cerró la superación del golpe de Estado (1981) con el inicio simultáneo de una estabilización democrática y de una involución (LOAPA, GAL) vinculada, al parecer, a las pretensiones blandas del autogolpe siempre ocultado.

Leyendas sobre la Transición

Ha habido una mitificación sobre la Transición (y el consenso) como un modelo inteligente y como relato de personajes. Pero el tiempo ha puesto en su sitio sus mitos.

Los grandes ausentes del relato fueron justo los principales protagonistas de los cambios: las movilizaciones masivas de los años 70 y, especialmente, las amplias militancias de los partidos de izquierda comunista, radical y abertzale y los movimientos organizados como los movimientos obreros, de emancipación nacional vasco, estudiantil o cívico catalán.

La Transición impuso seis reglas. Dos decisivas sobre el pasado: amnesia -cristalizada en la Ley de Amnistía del 77- y negativa a la depuración de los aparatos de Estado, hasta el punto de asignarle a las Fuerzas Armadas la fijación de los límites para el nuevo régimen (el sujeto de la soberanía y la unidad española). Y otras cuatro sobre el futuro: ninguna ruptura constituyente y, en su lugar, una democracia devaluada aunque homologable para una integración en la entonces Comunidad Europea; la monarquía como forma de Estado heredada y garante del compromiso; el disciplinamiento de las reivindicaciones sociales –formalizado en los Pactos de la Moncloa-; y el Estado mononacional español sobre una base regionalizada no federal de “café para todos”, que permitiera portazos a las naciones históricas.

Se trató así de una Reforma más impuesta que pactada, muñida entre las élites bajo la iniciativa de la élite tardofranquista simbolizada por Suárez -toreando al bunker bajo promesa de impunidad- y que derivó en un proceso constituyente condicionado.

De hecho se instauró una democracia de baja calidad sin profundización en valores democráticos -más allá de los homologables procedimientos formales y procesos electorales- con un amplio margen para la corrupción y un escaso sentido democrático que cabe denominar como partitocracia bipartidista. Una fórmula ya ensayada con el régimen de la Restauración del XIX basada en la unidad española y en el ninguneo ciudadano. Asimismo dio aliento a unas nuevas élites políticas que no lucharon contra el franquismo y que se han ido cooptando por su lealtad a los líderes.

La escasa educación democrática y de valores facilitó las tragaderas sociales hacia la degradación de los Derechos Humanos a lo largo de estos 35 años. Unos los subordinaron a la emancipación nacional con continuos atentados mortales ante los que muchos miraban para otro lado; y otros los supeditaron al statu quo insensibilizando a las mayorías ante la represión, la tortura o el nacimiento del GAL en los años 80 por encargo de la cúpula del PSOE. Los derechos sociales –excepción hecha de enseñanza y sanidad- se deterioraron paulatinamente.

El Estado mononacional y regionalizado le dio la excusa a ETA para seguir matando hasta 2011, convirtiéndose, a su vez, en excusa del régimen para negar derechos políticos o exceptuar derechos humanos en una estrategia tancredista de los dos partidos mayoritarios de Estado.

Los factores de la Transición

La transición estuvo condicionada por factores contradictorios:

La burguesía financiera quería la homologación europea y temía la desestabilización, consciente de que el desarrollismo había creado la base económica y social de los sepultureros del Régimen: una masiva clase trabajadora industrial y una fuerte ampliación de las clases medias. A añadir el decisivo factor vasco. La tendencia social a la radicalización se vio alimentada por la incapacidad del tardofranquismo para satisfacer unas demandas sociales y nacionales largamente aplazadas. Buena parte de la burguesía industrial quiso la normalización de las relaciones laborales.

El franquismo no tenía ya base sociológica ni institucional. La propia Iglesia estaba dividida y el nacional-catolicismo ya no era soporte. El ejército -tras las muertes de Carrero y Franco- se había quedado sin líderes pero no presentaba fracturas significativas. El régimen necesitaba –bajo riesgo de descomposición- neutralizar a su ala dura y lograr, à posteriori y desde una posición de fuerza, un pacto político con la oposición. Para ello Suárez consiguió inaugurar el tablero de juego con la Ley de Reforma política del 76 -aunque la jornada de huelga del 12 de noviembre de 1976 contó con un millón de huelguistas- y la renuncia de la oposición a la ruptura.

Geopolíticamente fue muy importante el apoyo de Estados Unidos al Gobierno Suárez por temor a un nuevo Portugal que podía desestabilizar el sur europeo. Por su parte, la socialdemocracia alemana presionó, con la zanahoria de la financiación, a un entonces testimonial PSOE hacia la “reforma pactada”.

Una vez Suárez y socialistas llegaron a una entente en 1976, al PCE le entró el pánico de la marginación y pensó que tenía que ser legal antes de las elecciones de 1977 al coste de aceptar la monarquía y la rojigualda y de embridar a los movimientos que controlaba. Con ello cavó su tumba. Renunció a fraguar, en términos gramscianos, un Bloque Histórico alternativo al que había gobernado los anteriores 40 años .

Euskal Herria fue diferente pero insuficiente

En Euskal Herria –punta de lanza en la confrontación al franquismo- el ciclo de movilización se había dinamizado con el proceso de Burgos en 1970 sobre bases organizativas obreras y populares. En 13 años hubo 9 estados de excepción. Esa capacidad movilizadora generó una sociedad civil potente. De hecho funcionó una alianza entre comunidad abertzale y movimientos obrero y anti-represivo sobre unas bases comunes: amnistía, legalización, depuración del régimen, elecciones libres, proceso constituyente, así como la autodeterminación (versión de la izquierda radical) o la independencia (versión de la izquierda abertzale que en la época aun confrontaba una y otra).

En el inicio de la Transición, se daba el liderazgo no orgánico del nacionalismo radical, pero tenían más peso orgánico las estructuras representativas y sindicales obreras -protagonistas principales de las movilizaciones con más impacto- así como la izquierda radical, que tenía un peso superior al propio PC (partido mayoritario en otras partes del Estado Español).

La Izquierda Abertzale no apareció como una alternativa global hasta los primeros 80, sobre el doble pie de la movilización y de la lucha armada; en el caso de ETA-M con estructuras estancas que favorecieron una larga autonomía y liderazgo del aparato militar. En 1978 había habido 86 muertos y le siguió un reguero de sangre y dolor, a pesar de que fue contraproducente para una estrategia de rechazo al nuevo Régimen, además de ajeno a una ética elemental. En 1987 se produjo el traumático atentado de Hipercor y, dos años después, en 1989, fracasaban las conversaciones de Argel. En las elecciones generales de 1993 ya se advirtió el declive de HB.

Por su parte, el peso e intervención social del PNV y de ELA en el tardofranquismo fueron limitados, pero su bagaje simbólico emergió potente en la Transición en base a los sectores que despertaban al cambio.

En Euskal Herria no incidieron a mediados de los 70 las dinámicas de la Junta, la Plataforma Democrática o la Platajunta. Al contrario que en el resto del Estado Español, donde ya para 1980 cundió el desencanto entre las bases de las izquierdas, continuaron las luchas masivas pero temáticas hasta 1992 (Lemoiz, Leizaran, antimilitarista..).

El rechazo constitucional y la institucionalización estatutaria -a la postre bastante decepcionante incluso para quienes la lideraron- vinieron acompañadas y seguidas de comportamientos electorales y mapas de agentes muy distintos a los del resto del Estado en las siguientes décadas.

El cualquier caso la influencia vasca a escala de Estado en los años 80 ya era limitada respecto al estabilizado gran juego. No podía desanudar ni cortar el nudo gordiano tejido en la Transición.

La nonata ruptura democrática

La “ruptura” no era una revolución. Solo una memoria con reparación; una depuración institucional; un proceso constituyente sin condiciones; el derecho de autodeterminación de las comunidades que solicitaran ejercerlo; la atención a reivindicaciones sociales que homologaran el nivel de bienestar con Europa; un gobierno provisional que guiara el camino; y un sistema democrático proporcional de listas abiertas.

¿Pudo ser de otra manera? Eso creo. A escala de Estado no se quiso llevar la correlación de fuerzas a un estadio superior mediante una alternativa general, un liderazgo y un proceso de movilización directamente político. Se podía haber logrado -con algo más de tiempo y con otros cauces- algo superior a la reforma semipactada, aunque probablemente algo inferior a la ruptura soñada. Y, desde luego, habrían sido posibles una democracia más profunda que garantizara la generalización de valores democráticos, como en la época republicana y, al menos, una España plurinacional.

Se sacralizó el consenso, que no fue sino la entrega de la primogenitura a los herederos más amables del régimen. Más que de una traición del PSOE y el PC se trató de una claudicación –como decía Sánchez Ferlosio- dejando a los movimientos en la estacada y, tempranamente, débiles en el desengaño. Lo seguimos pagando.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183524

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Monarquía, no gracias

21/04/2014 por

Argumentos en defensa de la III República en España

16.04.2014 | 05:20

Manifestación por la III República, el pasado sábado, en Gijón. | juan plaza

Manifestación por la III República, el pasado sábado, en Gijón. | juan plaza

Francisco Prendes Quirós En la mañana del domingo 23 de marzo, escuché, en una cadena de radio nacional, a un sacerdote mejicano decir que «en América, gracias a Dios, no tenemos monarquías. Corrupción, sí. Más que aquí, pero no monarquías, que son la fuente de las desigualdades».

El sacerdote se cuidaba en su tierra de aliviar los dolores de los «peregrinos» del capital, que hacen la ruta de Centroamérica a la rica hermana del norte, atravesando Méjico. «Peregrinos» lo sufren todo, y lo pierden todo, como los que intentan llegar a nuestra Europa por las puertas de Ceuta y Melilla. El buen cura no se quedaba corto, ni se cortaba un pelo al hablar de la iglesia vaticana, rica y cortesana. De la iglesia-monarquía desde Inocencio III. Vale la pena escuchar a algunos curas…, porque hablan de otra manera y de otras cosas, que no tocan nuestros aurigas espirituales. Los curas americanos, por lo que se escucha, hablan desde la igualdad de sus repúblicas. El actual pontífice pertenece a aquellas tierras…, donde no se dan lises, ni coronas…

Y es que la República es igualdad. La virtud republicana, según Montesquieu, es el amor a la igualdad, que no es una virtud moral, ni cristina, sino que es, ni más ni menos, que virtud política… Y sin igualdad, para el autor del «Espíritu de las Leyes», no hay virtud posible…

En Mieres, el Ateneo Republicano de Asturias, celebró hace ya unas semanas un nacto bajo el lema «Juntos por la República». El propósito de la convocatoria no puede ser ni más obvio, ni más necesario: dada la situación de deterioro y profunda crisis, económica, política y moral, a que hemos llegado tras los 35 años de monarquía, que nos legó el dictador, los españoles debemos elegir, de una vez por todas, entre tomar «Aspirina» para aliviar las vergüenzas, o curarnos definitivamente.

La curación está en nuestras manos, en las manos del pueblo. La ciudadanía es la que tiene que tomar la decisión de limpiar el suelo que pisamos y el aire que respira la Nación. El punto final de la transición, tan hipócritamente alabada, que puede quedar fijado en el final de la peripecia vital del que fuera primer Presidente del Gobierno democrático, que en su momento quiso demostrar que con los votos recibidos del pueblo podía gobernar «sin muletas ni coronas», hasta que le paró un 23 F, está exigiendo un referéndum sobre la forma de gobierno, que no se produjo cuando ocurrió la sucesión, del laurel ensangrentado de Franco a la corona de S. Fernando…

Porque la República no es sólo una bandera y un himno que se tremolan y cantan en las grandes ocasiones, o en las que el pueblo engañado, humillado y empobrecido, grita su dolor al cielo de Madrid, de Barcelona o de nuestra Asturias, sino que la República es, sobre todo, una forma de gobierno que supone que en ella, solo el pueblo, todo el pueblo, igual y libre, es el poder… La República es el pueblo convertido en poder soberano, puesto al servicio del mismo pueblo.

Y cuando se calibra, cuando se valora, cuando se busca remedio a los grandes males de nuestro tiempo, sea por medio de la manifestación, o de la concurrencia, surge de forma natural y de una manera cada vez más extendida la manifestación de la querencia republicana; o sea, la República convertida en esperanza.

El franquismo usó la República, como las madres usaban el esperpento del hombre del saco, «sino duermes, sino comes…, vendrá…». Decir República, durante los cuarenta años del franquismo, era tanto como decir, sangre, odio, guerra. Cuando en realidad, sangre, odio y guerra, fue el resultado de su «glorioso y carísimo movimiento nacional».

Agotada nuevamente la burbuja borbónica, como se agoto en 1868 y en 1931, revive el sentimiento, la aspiración, el gran anhelo republicano. Los ciudadanos libres tenemos que unirnos para avivar y fortalecer esta creencia; para que sembrada la fe republicana por capitales, ciudades, villas y aldeas, se convierta pronto en alternativa a las miserias morales, políticas y materiales de este momento final de época, que no ha de detener ni hagiografías post morten, ni embelesamientos apócrifos.

No podemos seguir viviendo, si somos ciudadanos libres e iguales, bajo el despotismo de un «Jefe» que se cree que él lo es todo y que los demás no somos nada. La democracia se cuartea con la tiranía de un grupo, partido o gobierno, cuando gobierno, grupo y partido, se jactan de dictar leyes que chocan directamente con la manera de pensar, libre y laica, de una parte, cada vez más importante de la ciudadanía.

La República, lo pedía Melquiades Álvarez hace más de cien años, «ha de representar, contra la estéril ficción del régimen actual, la verdad, para que de una vez vibre el alma nacional». «Hay que destituir al Padre Montaña, como preceptor del Rey», reclamaba el orador gijonés en la misma ocasión parlamentaria. Hoy tenemos que destituir no al Padre Montaña, sino a todo un batallón de montañeros que, después de ganar sus respectivas oposiciones, han repartido el cuerpo del gobierno central y todos sus tentáculos, y que, al parecer, garantizadas con el presupuesto nacional, y otros «extras extraños», sus cómodas existencias, pretenden asegurarse, implantando leyes neocatólicas, la eternidad feliz en los cielos; mientras el pueblo, queda al servicio de sus zorros.

La política, en el ágora y en el Parlamento. La devoción, en la iglesia. Y el confesionario, para impetrar el perdón de los pecados, sean de carne o de dinero, tras restituir el honor y lo robado…

¡Monarquía, no; gracias!. ¡¡República, señores, República!!

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Mujeres antifascitas en Asturias

10/12/2013 por

Mujeres antifascitas en Asturias

Por Carmen García, Profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo. 

“¿Qué importancia no puede tener en la marcha de la Revolución que las mujeres animen con su presencia y con sus servicios a los compañeros, a los padres, a los hermanos? Fueron cocineras y camareras en los cuarteles rojos; enfermeras en las ambulancias y en los hospitalillos practicantes; espías inteligentes en los enlaces durante el Tercer Comité; soldados de filas en los momentos de la defensiva. Ellas llevaban a nuestro pecho el aliento que a veces quería flojearnos. Sirvieron a la Revolución ostentando orgullosas el brazalete del Ejército Rojo, y en esto, justo es decirlo, no hubo distinción de matices ideológicos: socialistas, comunistas y anarquistas rivalizaron en valor y entusiasmo”

 

   Una mujer abraza a su hijo durante un bombardeo
sobre Gijón. / Constantino Suárez

Los primeros intentos de movilización política de la mujer en la izquierda asturiana se plasmaron en la constitución del Comité de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, creado en Gijón a comienzos de 1934 por iniciativa del Comité Nacional. Sin embargo, según el testimonio de la que fuera su Secretaria de Organización, la militante comunista Pilar Lada, el fracaso de dicho Comité fue rotundo. Constituído por el PCE, contaba con “delegadas de nuestro partido y elementos simpatizantes”, sin embargo Pilar Lada se quejaba amargamente de que los dirigentes no prestaron el menor apoyo a la formación de unas camaradas dispuestas a trabajar “con muy buena voluntad”, pero carentes de toda preparación política y cultural; incluso “responsables” como ella ni siquiera eran convocadas a las reuniones del partido.

No será hasta después del triunfo del Frente Popular cuando las Agrupaciones Femeninas Antifascistas, en una etapa de intensa agitación popular, “se cuidan de organizar a la mujer incorporándola a la vida política, preparando su comprensión de clase hasta entonces dormida.” Y, en efecto, en la agitada primavera del 36, se observa una creciente presencia femenina en movilizaciones, por ejemplo las habidas con motivo del 8 de marzo o del 1º de mayo. Además, el arduo esfuerzo de las pocas militantes del PCE por crear, consolidar y extender organizaciones de mujeres sobre bases unitarias antifascistas se saldó con resultados bastante halagüeños, especialmente en Gijón donde antes de estallar la guerra funcionaban cinco Agrupaciones Femeninas Obreras que afirmaban contar con unas 1.200 asociadas. Denominadas Agrupaciones Femeninas en defensa de sus Derechos, tras el inicio de la contienda, se transformaron en Agrupaciones Femeninas Antifascistas a las que se intentará incorporar a las militantes de todo el espectro político del Frente Popular.

 

   La miliciana Marina Jinesta hace guardia en el Hotel
Colón de Barcelona durante la Guerra Civil española.
/ EFE

La Guerra Civil favoreció excepcionalmente la presencia y activa participación de las mujeres en las tareas políticas y sociales. A medida que discurre el tiempo, y pese a obstáculos de toda índole, la movilización de los hombres para el frente hizo cada vez más imprescindible la incorporación de un creciente número de mujeres a los trabajos de la retaguardia tanto en la producción como en las múltiples tareas de asistencia y apoyo que la encarnizada lucha exigía. Así lo ponen de relieve las Agrupaciones Femeninas en uno de sus manifiestos: “Fueron nuestras Agrupaciones las que organizaron los talleres colectivos en los que se produjeron las primeras ropas para los combatientes. Los sacos terreros que habrían de defender el pecho de nuestros héroes fueron elaborados por estos talleres. Mujeres antifascistas de todos los matices políticos de izquierda recorrieron las viviendas buscando ropas, calzado, colchones, etc., para nuestros luchadores. La mujer actúa de cocinera, de sanitaria en los frentes, de municionera al lado del peligro; creó los lavaderos colectivos. Trabaja cerca de Asistencia Social, del S.R.I. organizando los roperos infantiles para los huérfanos de soldados; colabora en la creación y funcionamiento de las cantinas escolares. Donde hay un dolor está ella. El número de enfermeras voluntarias lo acredita […] En todo momento nuestras Agrupaciones se entregaron por completo a desarrollar las tareas que la guerra reclama de la mujer.”

Ciertamente hubo combatientes femeninas en los primeros días y algunas cayeron en combate, pero la presencia regular de mujeres en los Batallones tuvo más que ver con tareas auxiliares, de cuidado y atención a los soldados. Labores femeninas que eran consideradas, no obstante, “de mucha utilidad” en el frente; así lo reconocía, por ejemplo, el comandante Planería quien propuso “formar un equipo de mujeres con el solo fin de cuidar la ropa de los milicianos y atender a su limpieza…”

Con carácter general, las militantes del PCE se propusieron organizar Agrupaciones Femeninas Antifascistas en todos los Batallones, una de cuyas misiones fundamentales habría de ser la de crear talleres de costura o lavaderos colectivos y, a tal fin, se juzgaba necesaria la colaboración de modistas que enseñasen “a coser y bordar a sus afiliadas”. Peregrina González, militante comunista, Teniente de Alcalde de Luanco, además de Secretaria de la Agrupación Femenina de su localidad, recuerda en sus memorias haber puesto en marcha y dirigido un taller de calzoncillos para el hospital de Luanco al que “llegaban los heridos sin nada que ponerles”, añadiendo resuelta, “era tanta la necesidad existente [que] nos pusimos de acuerdo unas compañeras y yo para organizar el taller”del que se encargó una camarada modista.

   Cartel solicitando la ayuda para las familias asturianas
azotadas por la guerra

Sin duda alguna, el primer objetivo de toda Agrupación Femenina Antifascista, incluso en las zonas de frente, era el de constituir una Biblioteca que les permitiese “ir capacitándose poco a poco”, pero tampoco se olvidaban de la vigilancia tocante a la “moralidad” de las compañeras que siempre deberían ser ejemplo “lo mismo en el trabajo material” que en “la moral de cada una”. Por medio de la instrucción, se trataba de elevar el nivel cultural y político de las mujeres, su formación de clase y, por supuesto, su “espíritu de sacrificio y de abnegación por la Causa.”

Mas lento, tardío y complejo fue el proceso de incorporación de la mujer a la producción. Ya en octubre del 36 aparecía un artículo de Agripina García Feliciate titulado “No es ese el camino. Hay que prestar más apoyo al trabajo de la mujer” en el que su autora, tras reiterar que las mujeres asturianas “estamos dispuestas a trabajar en el frente o en la retaguardia”, arremetía contra algunas autoridades que llamándose antifascistas estaban “saboteando nuestro trabajo” Transcurridos varios meses de la guerra y a medida que las fábricas normalizaban su funcionamiento, se planteará insistentemente por parte de las Agrupaciones Femeninas Antifascistas la conveniencia de cubrir, siquiera fuese temporalmente, los puestos de trabajo dejados vacantes por la movilización de los hombres con mano de obra femenina. Trinidad Cable, en nombre de la Agrupación Femenina Antifascista de Mieres, exigía una vez más que las mujeres fuesen movilizadas en la retaguardia: “La mujer no puede permanecer inactiva en la guerra (…) nuestra labor está en las fábricas, lo mismo de guerra que industriales, conducir un coche, tranvía, oficinas, policías, etc.etc., y con unos días de ensayo o una pequeña orientación poniendo atención e interés, con una disciplina y obediencia feroz (…) sería facil movilizar todos los hombres para fortalecer la vanguardia y nosotros trabajar en la retaguardia.”

A lo largo de la primavera del 37 mujeres asturianas trabajarán en el sector industrial con una eficacia superior, en algunas ocasiones, a la de sus compañeros varones, si hemos de hacer caso al testimonio de Angel Alvarez, Secretario provincial del PCE, quien afirmaba, por ejemplo, que en la fábrica de cartuchos de Villamayor “sobrepasaron a los oficiales en la producción”. No obstante, pese a la sostenida presión de las Agrupaciones de las distintas localidades a fin de crear un verdadero “Ejército de Mujeres produciendo” paralelo al “Ejército de hombres combatiendo”, la realidad de la incorporación de la mujer al trabajo fue más bien limitada. Los sindicatos y organismos del gobierno del Frente Popular que apoyaron con medidas concretas la capacitación de mujeres a fin de éstas desempeñasen oficios tradicionalmente masculinos (mecánicas, conductoras, electricistas, etc.) fueron antes la excepción que la norma. Como sostiene Isabel Cueva, las mujeres más combativas deben “insistir, rogar, presionar, para que se organicen cursos de formación profesional”. Sus reiteradas demandas chocaban una y otra vez con obstáculos al parecer insalvables, o bien recibían como única respuesta un clamoroso silencio. Todavía en el verano del 37, cuando la situación del norte se agrava por días, las Agrupaciones Femeninas Antifascistas siguen exigiendo su derecho a participar más activamente: “¡Queremos trabajar! Sabemos que somos necesarias”. Incluso osaron criticar abiertamente a los “insustituibles”; en esta línea, sostenían las Agrupaciones, era posible acabar con tantos “antifascistas de cuota” emboscados en la retaguardia siempre que el Gobierno del Frente Popular resolviese de una vez por todas el “problema […] de nuestra efectiva y práctica incorporación a las actividades industriales.”

Aún en el último tramo de la guerra las Agrupaciones Femeninas llamaron a las mujeres a movilizarse engrosando las brigadas de choque que tan imprescindibles serán en las tareas de fortificación, construcción de refugios, aprovisionamiento de maderas, siembra y recolección en el campo…, trabajos todos ellos en los que su labor fue, al parecer, muy destacada.

 

   Mika Feldman, la única mujer que estuvo al mando de
una columna republicana durante la Guerra Civil
española. / Fundación Andreu Nin

El más amplio compromiso de la mujer con la causa había de lograrse por mediación de los sentimientos; se apelaba a su condición de madre, esposa, hermana o hija: “la que más y la que menos tiene a alguno de sus familiares en las trincheras, pasando frío, privaciones, sacrificios (…) ¿Qué hacen estas mujeres por ayudar desde la retaguardia a que sus familiares tengan un poco más de todo lo que necesitan? (…) Ciertamente que las mujeres trabajamos poco por nuestros soldados…” Y concluía su artículo Enriqueta Moreno con las que, a no dudarlo, eran las consignas del momento: “Todas a engrosar las Brigadas de choque. Ni un solo brazo Femenino inactivo…!”

En cualquier caso, tras la derrota, el Consejo de Asturias en el Informe que sobre su actuación presentó al Gobierno de la República en noviembre del 37, respecto al papel jugado por las mujeres asturianas durante la guerra, señalará escuetamente: “La incorporación de la mujer a la producción fue muy débil restando por ello muchos brazos al Ejército.” Desde luego constataban una realidad cierta, pero los dirigentes políticos y sindicales asturianos no eran del todo ajenos a balance tan parco en resultados, pues poco habían hecho por facilitar la integración y activa participación de las mujeres en las múltiples tareas de la retaguardia. Mientras hubo tiempo para ello, fueron otras sus prioridades.

No obstante, pese a carencias y dificultades, las organizaciones de mujeres en la Asturias republicana experimentaron un empuje notabilísimo a lo largo de la guerra. Los partidos de izquierda vieron incrementada la militancia femenina, especialmente el PCE cuyas activistas fueron las que más celo desplegaron en impulsar, extender y sostener las Agrupaciones Femeninas Antifascistas. El fuerte crecimiento del PCE durante el conflicto bélico también se tradujo en la incorporación a sus filas de cientos de mujeres; si en julio del 36 contaba con unas 300 militantes, en marzo del 37 sumaban ya las 1.800 afiliadas, y las cifras no dejarán de crecer en los meses siguientes. Además, la movilización masiva de los comunistas en los frentes otorgará un papel cada vez más relevante a las militantes en las tareas organizativas, alcanzando en aquella excepcional coyuntura un protagonismo en el Partido impensable en otras circunstancias. De modo que nada tiene de extraño que en el Pleno de octubre del 37 las mujeres representadas sean cerca del millar, un tercio del total, y se informe de que algunos radios y numerosas células están integradas exclusivamente por féminas.

También desarrollaron notable actividad las mujeres socialistas, así como las anarquistas, las jóvenes de las J.S.U., y en menor medida, las republicanas, aún cuando su grado de compromiso y entrega a la causa no parece equiparable a la que caracterizó a las organizaciones femeninas comunistas, aunque es cierto que todavía carecemos de investigaciones monográficas al respecto. Incluso menudearon mujeres ocupando cargos de responsabilidad política en las instituciones resultado, claro está, de la movilización para el frente de los varones.

 

De todos modos, al margen de las militantes y activistas encuadradas en los distintos partidos, las Agrupaciones Femeninas Antifascistas fueron en realidad las únicas que pudieran recibir el calificativo de organizaciones de masas. Su carácter unitario, abierto y poco sectario, al menos comparativamente, atrajo a un crecido número de mujeres asturianas progresivamente comprometidas con la defensa de la República. Las Agrupaciones se implantaron en todo el territorio asturiano, incluidas las zonas rurales; solamente en Gijón se habían constituído nada menos que 21 Agrupaciones en abril del 37, si bien no todas desplegaron la misma febril actividad. La inmensa mayoría de sus integrantes son jóvenes, solteras, que desarrollan generalmente un trabajo no cualificado fuera del hogar, están encuadradas sindicalmente, y aspiran a mejorar su instrucción cultural y política comprometiéndose a fondo con la causa del Frente Popular.

De manera que cabría preguntarse, ¿estamos hablando de la existencia de una verdadera vanguardia feminista?. Creemos que en modo alguno. Fueron, eso sí, pioneras en la lucha por la incorporación de la mujer a la sociedad que se aspiraba a crear. La febril actividad desplegada por afiliadas y dirigentes, sus constantes campañas de agitación, las múltiples iniciativas en favor de la causa popular y de su género, permitieron la rápida extensión de las Agrupaciones a toda la Asturias republicana y lograron movilizar por primera vez a miles de mujeres, especialmente a las jóvenes, que daban, entre titubeos y tropiezos, los primeros pasos en el camino abierto de una cierta emancipación.

Por Carmen García, Profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo. (Artículo publicado también en ELCOMERCIO.ES)

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¿HACÍA DONDE VAMOS? APUNTES PARA EL FUTURO

10/12/2013 por

¿HACÍA DONDE VAMOS? APUNTES PARA EL FUTURO

Ruben Norniella. Periodista

 
En abril de 2.008. en el acto de El Fitu y cuando esta crisis-farsa estaba empezando su

andadura, ya advertí sobre dos cosas que apenas comenzaban a vislumbrarse en el horizonte:

la repetición de un escenario internacional gemelo al anterior a la Segunda Guerra Mundial

y el resurgimiento del fascismo. Recuerdo las caras de asombro de alguno de los asistentes.

No me sorprendió, al contrario: lo esperaba. Pero aún así, me pareció importante realizar la

adevertencia.

Por entonces, ya habían aparecido algunas nuevas cadenas de televisión –Intereconomía,

por ejemplo…- que presentaban signos alarmantes. El burdo cinismo del sistema a la hora

de plantear el fraude/crisis ya aventuraba como se podrían desarrollar los acontecimientos,

aunque debo decir que fueron más allá de lo que podríamos sospechar en nuestras peores

pesadillas.

En realidad todo nace en los 80, cuando el sistema plantea el “thatcherismo” y el cerco a

los países del Este, con el Papa Juan Pablo II como ariete. La caída del Muro de Berlín y la

alternativa comunista puso fin al pacto social europeo, surgido de la II Guerra Mundial. Ese

pacto –tácito o real- entre socialdemócratas y liberales europeos, que sirvió para poner en

marcha lo que se llamó “Estado del bienestar”, realizó una función propagandística para el

sistema durante décadas. Y fue muy eficaz…

Una vez caído el Muro, el Sistema se planteó que dicho pacto ya no les era útil -¿Recuerdan

“El fin de la historia”, de Francis Fukuyama?- y se planteó la voladura controlada del “Estado

del bienestar”, que ya se había dibujado durante el “thatcherismo” . Y ahí entran los alemanes,

a los que la reunificación deja en una mala situación económica, mientras el Sistema plantea

ya la “globalización”, tanto de la mano de obra como de las mercancías: el sueño capitalista.

Coste de mano de obra tercermundista y un mercado cada vez más gigantesco.

En Europa, los alemanes diseñan junto al Sistema un sofisticado plan para endosar la factura

de la reunificación al resto de Europa y obtener el dominio geofísico sobre el Continente –

excepto sobre el Reino Unido, que para eso es el padre “putativo” del Imperio y una relación

preferencial con él-, que completase el diseño de un nuevo Orden Mundial. Así, se aceleró el

crecimiento de la Unión Europea y se creó la Unión Monetaria.

Nacía el euro y lo hacía con un Banco Central dominado por el Bundesbank y el Fondo

Monetario Internacional, que tan buenos réditos le había dado al Imperio en latinoamerica,

con el sencillo sistema de la deuda pública. La situación en el “patio trasero” del Imperio ya era

insostenible y había que mirar hacía otro lado: ¿Porqué no en la “Vieja Europa”, ahora que ya

no tenía importancia como referencia propagandística?

Con un Banco Central que sirviera solo a los interesas de la gran Banca y el Sistema, que no

hiciera la labor normal de un Banco Central, que es proteger la moneda y a los ciudadanos, el

nacimiento del euro puso en marcha las bases de la futura crisis: sacó a la luz todo el dinero

negro que se acumulaba y puso en marcha una burbuja inmobiliaria-financiera, a la que se

dejó crecer hasta límites escandalosos: cuanto más grande la burbuja, más grande la crisis…

Europa vivió un desenfreno económico sin parangón, una auténtica borrachera financiera

en la que la corrupción se desenvolvió como pez en el agua: banqueros de medio pelo y de

pelo entero, consdtructores y especuladores vivieron una edad dorada. No todos fueron lo

suficientemente inteligentes como para amarrar beneficios y guardarlos para tiempos menos

prósperos. Y eso que el estallido de la burbuja era la crónica de una muerte anunciada…

El estallido de la crisis dejó en paños menores a aquellos que no tuvieron la prudencia de

no poner en riesgo todo su dinero. Al final, la crisis supuso una reorganización del capital

mundial, que fue a parar a unas pocas manos. Entre otras cosas, porque los Gobiernos de los

distintos países europeos decidieron socializar las pérdidas que los corruptos ejecutivos de los

bancos habían dejado en el Sistema Financiero. Lo previsto; para ello, los Bancos ya se habían

asegurado la docilidad de los gobiernos, mediante la financiación a fondo perdido de sus

partidos.

Así las cosas, la situación dibujada se parecía en muchas cosas a la que se produjo tras el “crack

del 29”. Eso sí, con una diferencia; esta vez, los banqueros en lugar de suicidarse, endilgaron la

deuda a los Estados y por extensión a los ciudadanos. Eso suponía, además, un excusa perfecta

para recortar sin rubor alguno los derechos que los trabajadores habían logrado durante tolda

la segunda parte del siglo XX.

Para evitar un estallido social en todo el Continente, el Sistema ha planteado una crisis

escalonada, que comienza por los países del sur de Europa y terminara en el norte. Los medios

de comunicación realizan su labor de engaño, enfrentando a los trabajadores de unos países

con los de los otros y presentando a los políticos corruptos como únicos responsables. Al fin y

al cabo, los políticos cumplen en esta farsa el papel de peones. Útiles, pero sacrificables…

En España, Zapatero –demasiado melifluo para el Sistema- fue sustituido por Rajoy, más útil

a la hora de poner en marcha las medidas que pretendían. Así hemos vivido este “Bienio

negro”, que también nos remite a los principios del siglo pasado. También ahora, con una

pretendida democracia, se pone en marcha una involución en las conquistas de las clases

trabajadoras. Lo mismo que ocurrió en aquel otro “bienio negro” de la II Republica, en el que

el Gobierno del nacional- catolicista Gil Robles se puso manos a la obra para acabar con todas

las conquistas sociales que había puesto en marcha la Republica. Gil Robles no engañaba a

nadie: había advertido, incluso en la prensa de la época –hasta ahí llegaba el cinismo de los

que se consideraban los amos del país-, que acabaría con dichas conquistas “por las buenas o

por las malas”.

Aquello dio paso a un estallido social en el país en 1.934, conocido “la Revolución de Octubre”,

que tuvo una especial incidencia en Cataluña, el País Vasco y, sobre todo, Asturias. Los

jóvenes de hoy pueden hacerse, por comparación, una idea mucho más clara de lo que

ocurrió entonces, viendo lo que está ocurriendo ahora. Entonces, la concienciada clase

obrera española se unió en el “Frente Popular” para defender sus derechos. Ganaron, pero

el Sistema dejó claro que las amenazas de Gil Robles iban muy en serio, con el Golpe de

Estado de Julio del 36. El fracaso del mismo provocó la entrada en liza de Italia y Alemania

para apoyar a los golpistas y el inicio de la Guerra Civil. El sistema también se aseguró de que,

pese a la entrada en liza de Italia y, sobre todo, Alemania –con el peligro que suponía-, los

republicanos españoles no recibieran el auxilio de Francia, Inglaterra y el resto de Europa. La

II Guerra Mundial empezó entonces, pero al Sistema le preocupaba más la deriva marxista de

la Republica Española y la dejaron caer en manos del fascismo. Quizá porque al Sistema no le

incomodó demasiado Hitler, hasta que se les fue de las manos.

Dicen que la historia no se repite. Y que cuando se repite, lo hace como farsa. Y eso es lo que

es esto; una farsa, una crisis de laboratorio, provocada para acabar con todos los derechos

de los trabajadores. Entonces dio paso a la II Guerra Mundial y a la Guerra Civil Española.

Ahora, la posibilidad de una Guerra sería una amenaza para la supervivencia de la Humanidad

y deberíamos suponer que una Guerra debería ser destacable, salvo que el Sistema se haya

vuelto completamente loco.

Ahora bien, si el Sistema continua imponiendo sus medidas draconianas, va a tener que

enfrentarse, mucho antes de lo que desearía, a sus propias contradicciones, a las que le

harán morir. El Sistema cada vez sustituye más mano de obra por máquinas. El avance de la

nanotecnología, la informática y la robótica ha adquirido proporciones gigantescas, hasta

el punto de que la inteligencia artificial está a punto de llegar. El trabajo realizado por el ser

humano está al borde de convertirse en una reliquia del pasado. ¿Quién consumirá entonces

lo que produce el Sistema? ¿Quién podrá adquirir dichos productos?

El Sistema se verá obligado de garantizar una renta básica a toda la población para dar

salida a su producción. Eso haría desmoronarse a toda la lógica capitalista. Y al Sistema solo

le quedaría gestionar y ralentizar en la medida de lo posible la desaparición del Sistema

y el control sobre el Sistema que tendría que nacer de ahí, ya que el destruirlo todo para

construirlo todo de nuevo no es posible, dado el peligro para la pervivencia de la Humanidad e

incluso del Planeta que ello supondría.

Así las cosas, asistimos a una serie de guerras para el control energético. Todos sabemos que

el petróleo tiene los días contados, tanto porque ya empieza a escasear como porque supone

un peligro para el planeta. El control del cambio climático es otro aspecto destacado que ya no

puede ser ignorado, de modo que el Sistema trata de controlar la energía actual, para poder

imponer el cambio energético en el que, estoy seguro, ya se está trabajando.

El Sistema tiene una necesidad total de controlar todo, y todo a la vez, para poder efectuar

el cambio de Sistema. Para ello necesita tener el control sobre la energía, la tecnología y la

política. Necesita controlar las materias primas y el agua, que tendrá un papel preponderante.

Necesita controlar la alimentación y la sanidad, privatizarlo, para garantizar el control sobre

la población. Y, por supuesto, las comunicaciones -en especial internet- para convertirnos en

un número, siempre controlado por una vida completamente controlada informáticamente. El

dinero ya no será el objetivo, sino el poder.

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Tiempos de sucesión o tiempos de democracia

26/11/2013 por

Tiempos de sucesión o tiempos de democracia
Tiempos de sucesión o tiempos de democracia
Rafael Velasco Rodríguez

Presidente Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR)
24-11-2013

Los últimos tiempos vienen hacer coincidir un deterioro físico del Rey Juan Carlos I con un deterioro político, ético y económico del régimen del 78, del cual la corona es la clave de bóveda. Y a la par se lanzan desde el poder nuevas consignas y nuevas campañas propagandísticas tendentes a facilitar la operación de recambió por un nuevo Rey, el hoy Príncipe de Asturias, futuro (sino lo evitamos) Felipe VI. El camino de nueva “Segunda Transición”, para que todo cambie sin que nada cambie ha comenzado.

En 1978 no hubo ruptura democrática y a los pueblos de España se le impuso una operación política diseñada de los poderes que habían sustentado el Franquismo donde se nos permitía ciertos derechos, antes negados, tanto personales como colectivos, con ciertas dosis de participación política, a través de partidos y sindicatos coactados al nuevo régimen, pero manteniendo intactas las bases del poder salidas del golpe militar de 1936.

Con un Rey impuesto por el tirano Franco, todo quedaba “atado y bien atado” para que siguieran mandando los que siempre habían hecho de España su cortijo particular, cediendo parte del poder político e institucional a parte de lo que había sido la oposición a cambio de que no dijeran ni “Mu” al mantenimiento de un modelo económico capitalista, que pronto se torno ultraliberal; ni al poder de una iglesia que mantenía cotas de privilegio muy parecidas, y bien financiadas, a las que tenía cuando paseaban al dictador “bajo palio”; ni a un ejercito, garante y vigilante de la “corrección del proceso”; policía que pasaron de ser torturadores a demócratas de toda la vida; ni a una oligarquía económica que había amasado fortunas a cambio de la explotación de miles de trabajadores/as, que se vestía de moderna y europea, y nos ha llevado a donde ahora estamos, con la crisis más grave de la historia del Capitalismo español; y a una descentralización política, en forma de Estado de Autonomías, que generó una red caciquil, sin dar solución al problema de fondo de la plurinacionalidad del estado español.

Todo aquello funcionó para las viejas y nuevas oligarquías, pero el estallido de la crisis del Capitalismo de los últimos 5 años, y la perdida del miedo por parte de nuevas generaciones, que han ido cuestionando ciertos elementos que se imponían como sacrosantos, esta poniendo en jaque aquella obra de ingeniería política y jurídica llamada Transición, aquel régimen de poco para el pueblo y con escasa participación del mismo en los asuntos públicos, aquello que algunos han llamado democracia de poca intensidad o calidad.

Después de 40 años del nuevo régimen están diseñando una nueva operación política de análogas características, esta vez destinada a lograr la paz social que permita hacer posibles los objetivos de la Troika y de la Unión Europea que les permita salir de la crisis que ellos han generado, con un pueblo empobrecido, sumiso y con menos derechos políticos y aun menos económicos. Y en esa operación de nuevo un Rey a la cabeza, que como el que impuso Franco intentarán imponernos en un paquete único, sin que podamos decidir en las urnas ni quien va ser el Jefe del Estado.

Es hora de hablar claro y de que se empiece a cuestionar esta nueva operación cosmética para mantener el poder intacto. Es hora de la Democracia con mayúsculas, es hora que los pueblos de España puedan decidir, sin coacciones e imposiciones, como quieren que sea su estado, su sociedad, su economía, sus instituciones etc…Pero esa democracia no la regalará ningún Rey, ningún poder de los constituidos, es hora de abrir el proceso constituyente, que permita que seamos los pueblos de España los que decidamos nuestro presente y nuestro futuro. Pero ese proceso, o procesos, no los regalará nadie, es hora de volver a pelear por la Democracia, hoy cada vez más debilitada por un Capitalismo voraz al que cada vez le estorba más. Y eso sólo se gana con lucha en la calle y con organización del campo popular.

Es hora de volver a coger las riendas de nuestro destino, que no nos vuelvan a hurtar ningún debate y ninguna decisión.

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La memoria como herramienta de futuro II

23/11/2013 por

  La memoria como herramienta de futuro II

  Victor Luis Álvarez

Recuperar la memoria histórica no consiste solamente en el recuerdo personal de aquellos que lucharon contra la sublevación fascista, Es importante recordarlos, escribir sus nombres, poner monumentos en su recuerdo y periódicamente acudir a esos lugares para mostrar que no han sufrido la doble muerte del olvido, estas víctimas fueron doblemente victimas, los asesinó el fascismo y después la denominada transición los condenó al vacío como si nunca hubiesen existido.

Esta memoria las asociaciones memorialísticas hemos intentado recuperarla como pudimos, a trozos, como jirones en la niebla de su historia, pero es un intento nimio frente a la ingente labor de conseguir la verdad, justicia y reparación para todos ellos, y hay que luchar contracorriente frente a una denominada ley de la memoria histórica que al final se demostró, como dijimos, que era puro humo y que resultaba inútil, incluso contraproducente para el fin buscado.

Pero existe otra memoria, la política, que podemos recuperar aun en contra de la voluntad del poder y los gobiernos y donde no les vale de nada negarnos el acceso a los archivos de la Guardia Civil, como han hecho hasta ahora.

Y recuperando esa memoria rescataremos instrumentos útiles para luchar y defendernos de las agresiones que la oligarquía dominante esta realizando contra las clases populares de este país. El pasado nos dará muchas claves para conseguir un futuro mejor.

Se cuenta que Dolores Ibarruri se dirigía a una sesión parlamentaria, al cruzar una calle se encontró con una comitiva judicial que iba a desahuciar a una mujer y sus hijos, mientras un nutrido grupo de vecinos se limitaba a realizar gestos de desaprobación.

Pasionaria, decidió sobre la marcha que su deber inmediato estaba allí, que lo urgente era aquello y que la sesión parlamentaria podía esperar, se dirigió a los vecinos les lanzó una arenga y encabezó un piquete de los mismos que impidió el desahucio.

 

Ese es el camino, Dolores era tan “politicamente incorrecta” como lo es la PAH hoy en día, tenemos que aprender de ella y demás luchadores de aquel tiempo y no enredarnos en la red que los medios del sistema tienden para evitar actuaciones que hagan peligrar la hegemonía de las clases dominantes.

La segunda restauración borbónica se ha convertido en un pantano nauseabundo de corrupción que exhala un hedor insoportable, la única solución es recuperar el espíritu de aquellas gentes del Frente Popular.

 

 

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