Oviedo: El TSJA avala el cambio de nombre de 17 calles franquistas aprobado por el tripartito

06/12/2019 por

Juan Benito Argüelles vuelve a ser General Yagüe. / ALEX PIÑA
Juan Benito Argüelles vuelve a ser General Yagüe. / ALEX PIÑA

Mantiene la nulidad de la modificación de cuatro vías: Fernández Ladreda, Yagüe, Yela Utrilla y Marcos Peña Royo, por no cumplir una sentencia

G. D. -R.OVIEDO. Viernes, 6 diciembre 2019, 01:51

La falta de reglamentos que desarrollen leyes hace, por ejemplo, que el cumplimiento de lo dispuesto en la Ley de Memoria Histórica sea una sucesión de pleitos judiciales en casi todos los casos: de la exhumación de Franco al cambio de nombre de las calles de Oviedo. Ayer, el Tribunal Superior de Justicia de Asturias confirmó la validez del acuerdo municipal para cambiar la denominación de 17 vías que reconocían o recordaban a figuras de la dictadura al amparo de la controvertida norma, pero también la nulidad del realizado para otras cuatro vías. El General Yagüe, ‘el carnicero de Badajoz’, seguirá en el callejero, al igual que Fernández-Ladreda, Marcos Peña Royo y Yela Utrilla.

La historia es complicada de seguir. El primer acuerdo del tripartito suponía el cambio de nombre de 21 calles. Fue recurrido ante los tribunales por la Hermandad de Defensores de Oviedo, el PP y un particular. El Contencioso 6 les dio la razón y tildó de arbitraria la decisión por falta de justificación, porque, entre otras cuestiones, el Ayuntamiento no había incorporado al expediente los dictámenes de los expertos. Los recurrentes presentaron sendos autos pidiendo la ejecución del fallo, pero el equipo de gobierno rehizo el expediente. Separó las 17 calles concedidas durante la dictadura, de las otras cuatro sobre las que albergaba alguna duda. Al General Yagüe, el Ayuntamiento le concedió céntrica calle tras la sofocar la Revolución de Octubre en nombre del Gobierno de la República.

Nuevamente los recurrentes acudieron a los tribunales, considerando que los nuevos acuerdos trataban de esquivar el cumplimiento de la sentencia. El Contencioso 6, en un nuevo auto, les dio la razón solo sobre las últimas cuatro y avaló el de las 17. Ahora, el TSJA reafirma este criterio: «No cabe apreciar que la única forma de cumplimentar la sentencia dictada pase exclusivamente por reponer a su inicial nomenclatura las calles afectadas», sostiene el tribunal.

Las reacciones

El teniente de alcalde, Nacho Cuesta, afirmó que el equipo de gobierno estaba «esperando para poder restituir el nombre de esas cuatro calles cuando ya hubiera pronunciamiento del TSJA», y aseguró que «queda demostrado» que estos cambios «se hicieron de una manera completamente discrecional» por parte del tripartito.

Desde el anterior equipo de gobierno se defendió que «la anulación obedece a una cuestión formal», en palabras de Ana Taboada, «y no a una cuestión de memoria histórica». «Nos gustaría que esas calles siguieran con su actual denominación», reclamó, «y que no vuelvan nombres como el del general Yagüe».

En el mismo sentido, Cristina Pontón, desde Izquierda Unida, pidió mantener el nombre de esas cuatro calles y «pensar en todos esos vecinos que en su día hicieron un esfuerzo por adaptarse a los nuevos nombres». Recordó que no hay denuncias de comunidades ni particulares, tan solo las del «un PP anclado en el pasado y una asociación como la Hermandad de Defensores que aún sigue venerando al dictador cada vez que tiene ocasión».

https://www.elcomercio.es/oviedo/tsja-avala-cambio-nombre-calles-franquistas-20191206011602-ntvo.html

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Memoria de disparos y bombardeos

01/12/2019 por

Una visita guiada recorre las localizaciones más significativas del Gijón de la Guerra Civil para «abrir mentes»

j. m. requena 01.12.2019 | 01:35

La visita guiada, partiendo de Begoña.

La visita guiada, partiendo de Begoña. MARCOS LEÓN

Disparos, caídos y barricadas. El hoy bucólico paseo de Begoña fue el primer frente de batalla de la guerra civil en Gijón, en los primeros días de contienda, en el verano de 1936. Durante el primer mes de guerra entre las dos Españas, en la Villa de Jovellanos murieron alrededor de un centenar de personas, más de la mitad de ellos civiles. Un registro sangriento que no dejó de crecer hasta octubre de 1937, cuando la ciudad cayó. Por el medio, más de un año de guerra que dejó en Gijón y en la memoria de los gijoneses un recuerdo imborrable.

Así lo explicó el geógrafo y estudioso de la contienda gijonesa Antonio Huerta, quien comenzó ya en 2011 -en el anterior gobierno socialista de la ciudad- un trabajo sobre las consecuencias de la Guerra Civil en Gijón -bajo el título «1936Xixón1937»-. Fueron dos docenas las personas que acudieron a una visita guiada en la mañana de ayer por varios de los hitos más significativos de aquel estudio, como la plaza del Parchís, el refugio antiaéreo de Cimavilla o el paseo de Begoña, entre otros. «Gijón siempre fue una posición de retaguardia, pero durante el primer mes de la contienda tuvieron lugar batallas en la ciudad», relató Huerta a los presentes.

No obstante, los acontecimientos más devastadores tuvieron lugar en los últimos meses, desde el verano de 1937. «Gijón se había conformado como la capital republicana de Asturias, era el centro logístico y mucha gente vino aquí a refugiarse», ahondó Huerta, «precisamente por eso, fue una ciudad muy bombardeada, por el juego del terror del bando nacional». El geógrafo asegura que «hubo bombardeos casi diarios, con ataques indiscriminados a la población civil». El más sangriento de todos, el 14 de agosto de 1936, cuando murieron más de medio centenar de personas.

Fue por ello que en Gijón se creó una inmensa red de refugios que «siempre llama mucho la atención». En total, casi dos centenares, «aunque la mayoría eran sótanos y portales». En la actualidad solo se conserva uno: el que se creó bajo Cimavilla, con entrada por la calle Claudio Alvargonzález y donde se pudo acceder el pasado año para valorar su estado de conservación.

«Los bombardeos a la población civil era algo novedoso, que no se había realizado antes», asevera Huerta. Por ello, llama la atención que «en los primeros bombardeos, la prensa recoge una serie de instrucciones de cómo actuar y la primera norma era decir a la gente que no se quedasen mirando a los aviones, porque no se esperaban que fueran a atacarles».

Entre las localizaciones más llamativas del recorrido, además del paseo de Begoña o el refugio de Cimavilla, la plaza del Parchís, «centro neurálgico, con el gobierno de la república en Asturias en la casa blanca»; la calle San Bernardo, donde se encontraban las oficinas de la Junta de Defensa Civil; la Iglesiona, que llegó a funcionar como cárcel o el Ayuntamiento, que fue sede del tribunal popular. También la calle Batería, donde se encuentra el primer edificio afectado por un bombardeo en un ataque del crucero «Almirante Cervera», el verano de 1936.

Esta ruta guiada está propulsada por el Colectivo de entidades memorialistas y republicanas de Asturias, compuesta por más de una docena de asociaciones que buscan la «concienciación y recuperación de la memoria democrática e histórica de la ciudad», en palabras de Luis Pascual, presidente del Ateneo Obrero de Gijón, que asegura que «recorriendo los sitios y haciendo memoria de lo que allí ocurrió se consigue abrir mentes», algo que, enfatiza, «nos ayuda a entender el pasado para comprender el presente y funcionar democráticamente en el futuro».

https://www.lne.es/gijon/2019/12/01/memoria-disparos-bombardeos/2565829.html

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«Gijón fue la capital republicana de Asturias en la guerra civil»

01/12/2019 por

Antonio Huerta en primer término, en el Parchís, durante la ruta memorialista republicana. / C. SANTOS
Antonio Huerta en primer término, en el Parchís, durante la ruta memorialista republicana. / C. SANTOS

El Colectivo de Entidades Memorialistas y Republicanas de Asturias organizó una ruta por la ciudad para recordar «la memoria de las calles»

GUILLERMO MAESEGIJÓN. Domingo, 1 diciembre 2019, 02:08

Bajo el título ‘La memoria de la ciudad. Xixón 1936/1937’, el Colectivo de Entidades Memorialistas y Republicanas de Asturias organizó ayer una ruta guiada por las calles de Gijón para recordar los primeros meses de la guerra civil española en la ciudad. Un viaje en el tiempo a través de «la memoria de las calles y edificios de la ciudad». Rincones que esconden historias de luchas, barricadas, refugios y bombardeos. Antonio Huerta, licenciado en Geografía Historia por la Universidad de Oviedo, ejerció de guía para la veintena de personas que acudieron a las doce de la mañana al punto de encuentro en el paseo de Begoña.

Huerta comenzó su exposición explicando que en el primer mes de la guerra «hubo mucha actividad bélica» en Gijón porque la ciudad fue «la capital republicana de Asturias». Por ese motivo, según el experto, la ciudad fue «muy bombardeada» al inicio de la guerra. «Los ataques eran indiscriminados, el bando nacional ni siquiera respetaba a la población civil», aseveró. En la plaza del Parchís se detuvo la expedición para escuchar la historia de como medio centenar de víctimas perdieron la vida en esa ubicación en un bombardeo el 14 de agosto de 1936. Algunos mostraron también su sorpresa al conocer que la Iglesiona fue una cárcel del bando republicano.

Red de refugios

Para buscar protección, Gijón «creó una impresionante red de refugios con casi 200 ubicaciones» para el amparo del bando republicano y la sociedad civil. Sobre éstos, tanto el experto, como Luis Pascual, presidente del Ateneo Obrero, celebraron que en 2018 se haya vuelto a abrir el de Cimadevilla. Huerta aseguró que mantiene un «gran estado de conservación», y que «si hay intención política, podría abrirse al público en menos de dos años». Sobre ello, Pascual celebra que «haya buena sintonía con el nuevo equipo de gobierno para acercar a los gijoneses la historia de la ciudad durante la guerra civil».

https://www.elcomercio.es/gijon/gijon-capital-republicana-20191201011822-ntvo.html

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El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado (Faulkner)

28/10/2019 por

No pasa solo en España, como muy bien nos recuerda William Faulkner, pero en España pasa de manera singular, como consecuencia de la Guerra Civil. El largo proceso de exhumación del general Francisco Franco culminado esta pasada semana es un indicador insuperable

Javier Pérez Royo 27/10/2019 –

Familiares de Francisco Franco salen de la Abadía portando el féretro a hombros

Santos Juliá abre su libro Transición con una cita de Juan Benet: «La Guerra Civil de 1936 a 1939 es el acontecimiento histórico más importante de la España contemporánea y quién sabe si el más decisivo de su historia». El historiador, fallecido el día anterior al traslado de los restos del general Franco del Valle de los Caídos a Mingorrubio, manifiesta su conformidad con la afirmación de Juan Benet, acentuándola todavía más: cuarenta años después de su muerte, hay que suprimir todas las cautelas. El «quién sabe» tiene que ser sustituido por «sin duda alguna».

La Guerra Civil fue un enfrentamiento a muerte entre los dos bandos a los que quedó reducida la extraordinaria complejidad de la sociedad española de las décadas anteriores, tras el cual «el vencedor nunca accedió a ningún tipo de pacto que posibilitara la reconstrucción de una comunidad política con los perdedores y volviera a integrarlos en la vida nacional». Por ello, «la Guerra Civil no fue la culminación de una historia, sino su quiebra brutal, un corte profundo infligido a la sociedad española que, desde 1939, quedó amputada para siempre de una parte muy notable de sus gentes y de su historia»

Francisco Franco fue la encarnación del bando vencedor, que consiguió no solo estabilizar un régimen político hasta su muerte, sino que consiguió condicionar de manera decisiva el futuro régimen que vendría a sustituirlo. Las piezas centrales del sistema de poder que articula jurídicamente la Constitución de 1978 no fueron definidas en el proceso constituyente que se inició tras las elecciones del 15 de junio de 1977, sino que provienen directamente o del General Franco: la Monarquía, o de las Cortes franquistas inmediatamente después de la muerte del dictador, que a través de la Ley para la Reforma Política, definirían la composición de las Cortes bicamerales que aprobarían la Constitución y que mantendrán dicha composición en el texto constitucional, o del Gobierno preconstitucional de Adolfo Suárez, que mediante Decreto-ley aprobó el sistema electoral del Congreso y el Senado.

Estos tres elementos, que son los decisivos en el ejercicio del poder juridificado en la Constitución de 1978, no son resultado de un proceso constituyente democrático, sino que son herencia del Régimen del General Franco. La Restauración de la Monarquía, la composición de las Cortes como órgano constitucional representativo del pueblo español y su sistema electoral, no han sido definidos por el poder constituyente del pueblo español, sino que se introdujeron sin debate constituyente de ningún tipo en el texto constitucional que se sometería a referéndum el 6 de diciembre de 1978.

Hay un cuarto. La Iglesia Católica, que también se incorporó de forma espuria al sistema de poder del 78, a través de la negociación de unos Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede, que fueron negociados por el Gobierno de Adolfo Suárez antes de que estuviera aprobada la Constitución, pero que fueron publicados el 4 de enero de 1979, unos días después de que la Constitución hubiera entrado en vigor. Materialmente son preconstitucionales, pero formalmente no lo son. Tanto la Iglesia como el Gobierno de Adolfo Suárez, sabían que esos acuerdos no hubieran podido ser aprobados en democracia, pero que para la democracia sería muy difícil, por no decir imposible, revisarlos. Y así ha sido.

La Monarquía, un Congreso de los Diputados ligeramente devaluado en su composición y un sistema de elección desde la perspectiva del principio de legitimidad democrática, un Senado incompatible con dichos principios de legitimidad y una Iglesia Católica que mantiene su posición privilegiada predemocrática, han encorsetado el proceso político y han condicionado fuertemente el esfuerzo por ir levantando las hipotecas heredadas de la Guerra Civil y de las décadas del Régimen de las Leyes Fundamentales.

Con un sistema de poder definido desde el pasado, ha resultado imposible enfrentarse a lo que ese pasado había sido. La «parte amputada» a la que se refería Santos Juliá, ha continuado siendo parte amputada. La sociedad española no ha podido o no se ha atrevido siquiera a mirar a ese pasado e intentar «integrarlo en la vida nacional».

De ahí viene la permanencia durante 44 años de los restos del general Franco en El Valle de los Caídos; de ahí viene la incapacidad de abordar la nulidad de las sentencias dictadas por los tribunales militares o de excepción después de la Guerra Civil, de ahí vienen los más de cien mil ciudadanos desparramados por las cunetas y un largo etcétera.

La exhumación del General Franco era un primer paso indispensable para que la sociedad española empiece a mirar a su pasado e intentar una auténtica reparación. Ya hemos visto lo difícil que ha sido. No menos difícil va a ser el camino que queda por recorrer.

El pasado en España nunca ha sido pasado. Kant decía que España es el reino de los muertos, que los muertos la poseen, que los muertos la dominan. Lo hemos visto con la exhumación de Franco. Pero también lo podemos ver con la utilización del terrorismo como instrumento de represión años después del fin del terrorismo y de la disolución de ETA. La utilización de un pasado terrorista para reprimir conductas que no pueden ser calificadas de tales. En la Audiencia Nacional no dejan de multiplicarse los procesos por terrorismo en estos últimos años. Ahí está el caso de Alsasua. Parece que ahora se está iniciando la traslación de dicha estrategia para hacer frente al nacionalismo catalán.

¿Hasta cuándo?

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De Asturias a Cuelgamuros, a golpe de boletín

28/10/2019 por

Traslado de restos de Sueras y Alcora (Valencia) al Valle de los Caídos. Año 1958. :: E. C./
Traslado de restos de Sueras y Alcora (Valencia) al Valle de los Caídos. Año 1958. :: E. C.

Solo 1.172 de los cerca de dos mil cuerpos trasladados de Asturias al Valle de los Caídos han sido identificados | Los restos reposan en osarios que no se construyeron, en un origen, con afán «reconciliatorio»

ARANTZA MARGOLLESGIJÓN. Domingo, 27 octubre 2019, 02:38

Nadie quería enterrarse en Cuelgamuros. Menos de veinte años después de aprobarse la construcción del enorme mausoleo a los caídos de un solo bando en plena sierra de Guadarrama, con las paredes de la basílica aún frescas y jóvenes y recién reinhumado allí Primo de Rivera -durante veinte años, los restos del fundador de Falange, fusilado en el 36, reposaron en un monasterio agustino-, nadie, o al menos muy poca gente, quiso llevar a sus muertos allí. Hoy, más de treinta y tres mil personas yacen en los osarios de la basílica, lejos de la privilegiada sepultura de José Antonio pero cerca, a la vez. ¿Cómo se consiguió semejante hazaña en apenas unos años? La respuesta es fácil: a golpe de boletín oficial… y de connivencia de los munícipes.

Una «reconciliación» tardía

No siempre el Valle de los Caídos fue pensado como un monumento a la reconciliación nacional. EL COMERCIO, 4 de abril de 1940. En Gijón los vencedores encontraban refugio simbólico para sus actos de homenaje en el cuartel del Simancas, aún en ruinas, una de las primeras visitas de Franco tras ganar la guerra. El proyecto de Cuelgamuros se acaba de aprobar y aquí la asimilación es al Simancas, contraria al bando perdedor. «Vienen dándose estos días informaciones sobre lo que significa la idea de consagrar a los Caídos de nuestra cruzada una basílica y un monasterio, bajo los brazos de una gran cruz y puesto todo ello tras la guarda material y simbólica, o de homenaje y respeto, de un cuartel de Juventudes», leemos. «Se habla también del cementerio, donde se guardarán los restos de muchos de los caídos, y todo ello nos hace pensar que será esto como a modo de un Escorial de nuestra Cruzada y que allí, por los caminos de peregrinos, llegarán quienes quieran saturarse del profundo espíritu religioso que inspiró e informó los actos y el sacrificio de los que luchando contra los enemigos de la Religión y de España o mártires de esas creencias por ellas sucumbieron.» Redundando, y de aquellos lodos este prior, «tiene que estar bajo la guarda de una orden religiosa (…) para dar con el fervor de sus almas custodia a quienes rindieron sus vidas en holocausto por Dios y por España».

No se habló de reconciliación ni la hubo en la construcción, prolongada durante casi dos décadas, de un coloso que se quedó viejo en 1953, antes de nacer. La obra de mano esclava, rebatida ahora por los revisionistas pero innegable no solo para la historiografía solvente ni, incluso, para supervivientes de la construcción como Nicolás Sánchez-Albornoz, fue una realidad incómoda en el escenario de los «agreements» de Madrid de aquel año, cuando acordamos recibir a míster Marshall. Seis años más tarde, en la inauguración del Valle, Franco siguió hablando de una «anti España vencida y derrotada», pero solo eran los últimos coletazos de la posguerra. La amistad americana pasaba por una democratización, aunque fuera de cara a la galería, de España. Y fue ahí, recién llegado José Antonio a Cuelgamuros, cuando la historia cambió de tono.

A golpe de boletín

4 de junio de 1958. En el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo (BOPO) se reclaman los cuerpos de los caídos de la guerra, «sin distinción del campo en que combatieron, «de nacionalidad española y de religión católica» cuyos parientes quieran hacer que reposen en Cuelgamuros. El gigantismo arquitectónico propio de los años 40 exigía que fueran miles para llenar los osarios, pero escasas familias desearon el traslado de los restos de los suyos. Hoy en día, tan solo la mitad de las más de treinta mil personas sepultadas en el Valle están identificadas en diecinueve archivos custodiados por el ya famoso Santiago Cantera, y los papeles, se busque por donde se busque, callan. ¿Todos? No. Hay otro BOPO, el del 14 de abril de 1960, por el que se elimina la gratuidad de los enterramientos en cementerios municipales, salvo que los restos sean trasladados a Cuelgamuros. El mausoleo de Guadarrama constituía, en palabras de aquel boletín ya menos amistoso, «el lugar más adecuado para el definitivo reposo de los restos de los Héroes y Mártires de la Cruzada». Y eso incluía los cuerpos enterrados en las fosas comunes de muchos camposantos. En Asturias, solo contando los identificados, hubo unos mil doscientos. Y sus familiares jamás fueron notificados del traslado.

El caso asturiano

Que haya quedado por escrito, sabemos que entre marzo y septiembre de 1959 fueron trasladados a Cuelgamuros cerca de dos mil cadáveres inhumados en suelo asturiano. Son datos de la Universidad de Oviedo. Procedían de cementerios con elevado número de combatientes, como el de Grado o el de San Pedro de los Arcos; también de los municipales de Salas, Peñamellera Alta, Llanes, Valdés, Gijón o Tineo. En los listados que ofrece a día de hoy la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), obtenidos de los libros de registro, que van de marzo de 1959 a julio de 1983, el primer cuerpo procedente de Asturias, de más de mil, es Abel Boada Fernández, de San Pedro de los Arcos. El último, el de Virgilio Seoane, de Grado. Muchos siguen siendo anónimos. No pocos seguirán siéndolo, olvidados por el paso del tiempo y la oscuridad de un traslado que no ha tenido, cuarenta y cuatro años después de su deceso, quien se arrogó el control del estado surgido de las muertes de aquellos que jamás eligieron reposar en Cuelgamuros.

https://www.elcomercio.es/politica/asturias-cuelgamuros-golpe-boletin-20191027013219-ntvo.html

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Villaviciosa retirará el monolito franquista de la Bárcena de Selorio

28/10/2019 por

Los socialistas colocan flores en recuerdo a las víctimas. / A. G.-O.
Los socialistas colocan flores en recuerdo a las víctimas. / A. G.-O.

El alcalde anuncia en el homenaje a las víctimas de la fosa de Valdediós su intención de llegar a un acuerdo con los propietarios de la finca

ALICIA GARCÍA-OVIESVILLAVICIOSA. Domingo, 27 octubre 2019, 02:46

La noche del 27 al 28 de octubre de 1937 quedará marcada en la historia más negra de Valdediós. Ese día, diecisiete trabajadores sanitarios fueron fusilados en las cercanías del monasterio por los integrantes de dos compañías del IV Batallón de Montaña Arapiles 7, perteneciente a la VI Brigada Navarra. Los militares, que acababan de llegar a la parroquia maliaya, decidieron organizar una fiesta a la que obligaron a acudir a las enfermeras. Mientras, el resto de los médicos tuvieron que cavar su propia fosa antes de que les pegasen un tiro y arrojasen allí sus restos. Fue, en palabras del alcalde de Villaviciosa, Alejandro Vega, «una aberración que no debe volver a repetirse». La agrupación socialista volvió a reunir ayer a una veintena de personas para rendir homenaje a las víctimas, como vienen haciendo desde 2017, cuando se cumplieron 80 años de tan trágico acontecimiento.

El equipo médico había llegado al monasterio un año antes procedentes del hospital psiquiátrico de La Cadellada, de donde tuvieron que ser trasladados por los constantes bombardeos del régimen franquista en Oviedo. Precisamente, en Bárcena de Selorio, en una finca ubicada junto a la N-632, se mantiene todavía a día de hoy un monolito que rinde tributo a las brigadas a quienes se les adjudican los fusilamientos de Valdediós. Un recuerdo que el Ayuntamiento quiere retirar lo antes posible. Para ello, se han puesto en contacto con el Ministerio de Fomento y la Demarcación de Carreteras del Estado en Asturias para que tomen las medidas pertinentes. Así, se les pide que actúen conforme a sus competencias, dado que la estructura se encuentra en una zonas de protección de la carretera, o bien, se autorice al gobierno local para la ejecución de los trabajos de eliminación de la inscripción de exaltación franquista.

El regidor maliayo también destacó ayer la coincidencia de este homenaje a las víctimas de Valdediós con una semana que ha supuesto «una fecha importante para la democracia y para las personas que sufrieron el franquismo».

Por su parte, Gimena Llamedo, secretaria de Organización de la Federación Socialista Asturiana y diputada autonómica, insistió en la necesidad de seguir trabajando para recuperar todos aquellos cuerpos que, como en el caso de Valdediós, se encuentran en fosas comunes a lo largo de todo el país. «Lo que ocurrió aquí refleja lo que pasó esos años oscuros de la represión. Fue una barbarie. Los asesinaron de la manera más cruel», denunció. Para la socialista, la retirada de los restos de Franco del Valle de los Caídos supone «justicia y democracia. Si miramos el mapa europeo no había ningún país que mantuviese a un dictador en un espacio público».

https://www.elcomercio.es/politica/villaviciosa-retirara-monolito-20191027012638-ntvo.html

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Sobre la visita del Presidente de Asturias a Covadonga: Carta a Adrián Barbón

27/10/2019 por

Carta remitida el pasado 30 de septiembre al Presidente de Asturias por entidades memorialistas y republicanas.

Publicada el 17 de octubre en Oruba.es

El presidente Adrián Barbón y el arzobispo Jesús Sanz, en Covadonga junto a otras autoridades. Fotografía de archivo.

 18 de octubre de 2019

El pasado 30 de septiembre, entidades memorialistas y republicanas (entre ellas Asturias Laica), enviaron a Adrián Barbón una carta a propósito de su presencia, el 8 de septiembre, día de Asturias, en la misa oficiada en la basílica de Covadonga por el arzobispo Jesús Sanz.

Sr. Presidente, las asociaciones memorialistas y republicanas abajo firmantes nos dirigimos a Vd. con el fin de hacerle las siguientes consideraciones:

Después de asistir el día 8 de septiembre a la misa solemne en el templo católico de Covadonga, y tras el correspondiente sermón del ciudadano Jesús Sanz al que sus feligreses llaman arzobispo de Asturias, recibió Vd. críticas de parte de diferentes colectivos, especialmente las feministas. Ello fue motivado por su asistencia como presidente del gobierno de Asturias a un acto religioso y no cumplir debidamente con la aconfesionalidad del Estado proclamada en la Constitución y de obligado cumplimiento especialmente para las autoridades del Estado.

A modo de justificación, en días posteriores manifestó en los medios que “Covadonga trasciende el ámbito religioso”, sin ser más explícito en ello.

Puede usted estar en lo cierto, pero ello exige una aclaración. ¿Qué quiso Vd. decir? Nadie mejor que Vd. para aclarar sus propias palabras. Porque por nuestra parte entendemos que Covadonga, ciertamente es toda una construcción ideológica, política y social encubierta con un manto religioso que es necesario dilucidar. No solamente en qué consiste sino quién la ha creado y la sostiene y sobre todo a qué intereses sirve.

El fenómeno de Covadonga, Sr. Presidente, es un fenómeno cultural y político sentado sombre unas bases históricamente falsas, como han probado historiadores rigurosos. Sus componentes actuales (sobre todo el templo católico) no se remontan más allá del siglo XIX, como muchos de esos santuarios marianos (Lourdes, Fátima, Sacré-Cœur de París…) que no son sino la reacción católica a los movimientos republicanos, laicistas y revolucionarios del citado siglo.

¿Que Pelayo existió? —Ciertamente. ¿Que surgió un estado asturiano? —Sin duda. Un Estado feudal que sometió durante siglos al campesinado a la más vil servidumbre. ¿Es esa la trascendencia que Vd. celebra? ¿Celebra Vd., en nombre de todos los ciudadanos de Asturias la llamada Reconquista, invento así mismo decimonónico que los historiadores rigurosos rechazan?

Seguro que no. Covadonga no respeta la historia. La interpreta a su gusto. ¿Para qué? Para propagar el mito nacionalista español: España nació en Asturias. La Reconquista. Los Reyes (El trono). Y cómo no, el altar. Gracias a la intervención mágica de una virgen.

Esa es la trascendencia ideológica Sr. Presidente: El Trono y el Altar. La santa unión de la que se deduce que España ha de ser monárquica y católica. Y esa es la trascendencia a la que Vd. rinde homenaje el 8 de septiembre.

Covadonga es cultura, pero sobre todo es política, una concepción política inseparable de la interpretación religiosa. Y así el oficiante del acto religioso año tras año advierte a las autoridades asistentes que sus actos políticos deben adecuarse a la visión que la iglesia católica tiene de España. Y así año tras año la misa en Covadonga deviene en un mitin de la extrema derecha al que las autoridades civiles asisten, suponemos, con una complacencia fingida en régimen de inferioridad.

Y es cultura porque por intereses creados hay que reconocer que sus artífices han conseguido que muchos ciudadanos y ciudadanas de Asturias, carentes de conocimientos históricos y huérfanos de la crítica política, han asumido este rasgo identitario inventado como propio, aunque vaya en contra de los intereses de la mayoría.

Existen muchos otros rasgos identitarios en nuestra historia para sentirnos orgullosos. Rasgos, fundamentados en hechos históricos reales, no en fantasías en las que intervienen fuerzas del ultramundo. Identidades que benefician a todos y a todas con independencia de sus creencias y sus ideologías políticas, su extracto social o su sexo.

Nosotros estamos convencidos de que los acontecimientos ocurridos el 25 de mayo de 1808 en Asturias, donde por primera vez en la historia se proclamó la soberanía del pueblo de Asturias y de España fueron los primeros pasos hacia la construcción de la democracia. Y en esos hechos entre el 9 y el 25 de mayo participaron miles de hombres y mujeres de Asturias.

¿No tiene esto la suficiente entidad para que sea reconocido como el día de Asturias? ¿No debería Vd. como presidente de un gobierno democrático rendir honor a los héroes que iniciaron el camino de la democracia y no la asistencia al conglomerado político religioso que justifica la unión del trono y el altar con una visión de España propia de la extrema derecha?

Seguiremos trabajando para que el 25 de mayo sea el día de Asturias. Tiene mucho más sentido una fiesta cuyo fundamento sea la democracia que es de todos y no el tinglado de Covadonga que por muy trascendente que sea no es otra cosa que el día del Trono y el Altar para la defensa de una España monárquica, nacional y católica.

Por tanto Sr. presidente le solicitamos que por el bien de todas y todos los asturianos y por higiene democrática deje Vd. de participar en este tipo de actos religioso/políticos que además de vulnerar la separación de la iglesia y el Estado tienen un contenido antidemocrático.

Lo aquí expuesto lo firman los siguientes colectivos:

Ateneo Republicano de Asturias, Ateneo Obrero de Gijón, Sociedad Cultural Gijonesa, Federación Asturiana Memoria y República (FAMyR), Asturias Laica, Asturias Socialista, Socialismo y República Asturies, Fundación Andreu Nin y Asociación Lázaro Cárdenas.

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